Los mayores traficantes de Pokémons falsos se escondían en una nave en Cobo Calleja

Una pareja de 30 años, que además había alquilado el local y contratado los servicios necesarios para su mantenimiento con una documentación que había sido denunciada anteriormente por extravío, han sido detenidos en una investigación que comenzó a principios de mayo.

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Carlos Hidalgo

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Los agentes del Grupo V de Brigada de Extranjería y Fronteras de la Jefatura Superior de Madrid detectaron una forma de actuar fuera de lo normal en el polígono industrial de Fuenlabrada. Se dieron cuenta de que en el local se producía un constante trasiego de compradores y que, en el acceso al almacén, se mantenían fuertes medidas de seguridad. «Se sabía que había personas dentro del almacén, pero siempre estaban con la puerta cerrada y tan solo se abría una vez llegaban vehículos o furgonetas que sacaban una caja o dos de mercancía, se iban rápidamente y cerraban otra vez», según indicó uno de los agentes encargados de la investigación.

La anomalía de este comportamiento llamó la atención de los investigadores, que procedieron a inspeccionar en el interior de la nave. Ahí, 486.000 productos falsos importados de China y que estaban orientados tanto a público infantil como a coleccionistas esperaban para ser enviados a distintos establecimientos, donde serían camuflados con auténticos y lograr así enmascarar su procedencia ilícita.

Tanto los juguetes como las cartas de Pokémon tienen un alto potencial de venta en el mercado, no solo en los más jóvenes, sino también en adultos. Coleccionar cartas de esta serie ha vivido un 'boom' en los últimos años y la rareza o la exclusividad marcan el precio de muchos de estos artículos. Partiendo de esto y aprovechando su popularidad, la pareja vio una forma de lucro. Estos artículos no tienen un precio uniforme, sino que podían ir desde peluches valorados en 20 euros a cartas específicas podían llegar a costar 50 euros.

Aunque desde la Policía Nacional se desconoce desde cuándo los individuos llevaban a cabo esta actividad delictiva, tanto por la logística como la inversión económica que se ha podido hacer en estos artículos falsos, se considera que ya eran «veteranos».

Además, los cartonajes donde se encontraban los productos llevaban el logo de la Comunidad Europea, que les permitían «sortear así los controles de calidad y dar la sensación de que se había producido en España u otro país de la Unión Europea».

Los agentes de Policía Nacional destacan el potencial peligro al que se puede someter a los niños, siendo los principales consumidores de estos peluches y juguetes que no han tenido que pasar por los test de calidad de la Unión Europea.

La pareja, que pasó a disposición judicial, se enfrenta a dos delitos: uno contra la propiedad industrial al haber vulnerado los derechos de las marcas, y otro contra la falsedad documental, al haber hecho uso de documentos de identidad que no correspondían con nadie relacionado con el negocio, para formalizar los contratos de alquiler, luz; así como toda la actividad mercantil, y que, además, habían sido ya denunciados anteriormente como por extravío.