La M-30 estrena 400 metros de jardines verticales con sensores de contaminación
Almeida tapiza los muros de la avenida de la Ilustración con 23 especies vegetales
Así será el paseo verde que cubrirá la A-5: 3 kilómetros de jardines, cinco plazas peatonales y carril bici
Jardines verticales instalados en la M-30
La campánula es una planta pequeña de florecillas lila, originaria de las montañas croatas de Dalmacia, de hojas verdes y perennes, que puede soportar hasta -10ºC y los duros rayos del sol en pleno verano. La canasta de plata, coronada por ramilletes de pétalos blancos, ... también resiste las heladas y florece en el clima mediterráneo. Las heucheras no destacan por sus flores, sino por sus hojas, de intensas tonalidades y formas rizadas, y aguanta breves sequías. Estas y otras especies vegetales (en total, suman 23) tapizan un tramo de la M-30, 400 metros de hormigón donde José Luis Martínez-Almeida inaugura hoy un proyecto piloto. Sus jardines verticales con sensores de contaminación.
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El alcalde de Madrid ha bautizado estos muros verdes como Calle 30 Natura. Su instalación sobre 3.250 metros cuadrados de pared, entre las glorietas de Mariano Salvador y Maella y Nueva Zelanda, empezó el pasado enero y ha costado 3,8 millones de euros a las arcas municipales. En la era de la preocupación climática, donde los episodios de extremas temperaturas son cada vez más comunes, el ayuntamiento pretende usar estos jardines verticales como amortiguadores del efecto isla de calor que asola las grandes ciudades. También para mejorar la calidad del aire, reducir la contaminación acústica y evitar que los muros se cubran de grafitis.
Estas pantallas vegetales cuentan con una tecnología especial: un sistema de monitorización de contaminantes atmosféricos y material particulado (los famosos CO, CO2, NO, NO2 y partículas PM). Las macetas que tapan los muros junto a la carretera, donde crecen herbáceas, flores, hiedras y otras plantas cobertoras, se sostienen sobre paneles abatibles que se abren para acceder a varios sensores. El Área de Urbanismo, Medio Ambiente y Movilidad, impulsora de esta infraestructura, pretende analizar el impacto de los jardines en la polución de la zona y compararlo con la contaminación general en el resto de la circunvalación y en las estaciones medidoras de la calidad del aire repartidas por la capital. Si la evolución de los datos es positiva, el consistorio planteará más actuaciones similares en la M-30.
Almeida anunció este proyecto piloto vislumbrando una segunda fase, en 2024, para pintar de verde otros 100.000 metros cuadrados de hormigón. Pero la ampliación puede tardar meses, o años. Según una portavoz de Urbanismo, Medio Ambiente y Movilidad, primero «se necesita una serie histórica» para analizar los datos recogidos. En cualquier caso, desde el ayuntamiento confían en la «mejora ambiental» que supondrán estos jardines verticales, donde también prevén localizar aves e insectos polinizadores, sobre todo, durante los meses de primavera y otoño.
Bajo mantenimiento
Los paneles no captan únicamente las partículas contaminantes. Unos segundos sensores son capaces de detectar el estado de las plantas y la cantidad de agua que necesitan. Las tuberías con goteros atraviesan los módulos a distintas alturas y permiten el riego automatizado y a demanda del tapiz vegetal. Desde la concejalía aún no han calculado cuántos litros serán necesarios para mantener estos 400 metros de infraestructura, pero insisten en que han seleccionado especies de bajo mantenimiento.
Según la bibliografía disponible, estas 23 plantas (geranios, romero, lavanda dentada, margaritas...) se caracterizan por ser resistentes, con poca necesidad hídrica y capaces de absorber los agentes contaminantes. Al mismo tiempo que se montaban los jardines en la avenida de la Ilustración, el consistorio probaba en el laboratorio estas cualidades «para extraer conclusiones que sean válidas para futuros proyectos». Un futuro que tendrá que esperar, al menos, un año.
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