El mentidero
Las viuditas eméritas
Madrid es un mentidero de opiniones que a veces se disparan en bala de plata

Tiene guasa la cosa. Son muchos los plumillas que dedican páginas y textos a Vargas Llosa. Lógico si tenemos en cuenta que el último de los Nobel en español ha fallecido. Algunos de ellos aprovechan para distanciarse de sus posiciones políticas, como si a ... esto de la literatura viniéramos a votar o algo peor. Incluso se han dado casos en los que mandan mensajes del tipo «A pesar de sus posiciones políticas, Vargas Llosa era un gran escritor». Me pinchan y no sangro. ¿Pero quién es el merluzo que ha pensado que sus posiciones políticas son más honorables que las de Vargas Llosa? Pero, ¿en qué momento nos hemos vuelto tan sectarios como para meter la pezuña ideológica en este deceso?
Hay una tendencia abrumadora de seguidores que se apropian de la muerte de una figura para sacar rédito al asunto. Como si una corona de flores fuera el camino más corto a la opinión pública. Suele ocurrir cuando un grande está rodeado de peces pequeños, como pirañas en un estanque abarrotado de migas de pan. Ocurrió cuando Alberti, por ejemplo, con ese grupo de apropiadores de su figura que fueron García Montero, Benjamín Prado y compañía. Además, resulta que hay una relación directa en la mediocridad de las viudas con la enormidad del finado. No falla. En ese caso, incluso se atrevieron a situarse por encima de la viuda real, la mujer del escritor, María Asunción Mateo, llegando incluso a un maltrato psicológico sistemático alegando que Alberti estaba senil. Anna Caballé acusó de vuelta al poeta granadino de actitudes machistas ya contrastadas, como también hizo con Susana Rivera, viuda de Ángel González.
Pero el lugar de 'las viuditas eméritas' era precisamente ese, subirse a la ola de ruido y furia tratando de sacar un rédito que la calidad literaria les ha denegado por completo. Me cuesta entender el momento en el que la ideología de alguien se coloca encima de sus cualidades literarias. De hecho, hay una relación directa entre quienes lo hacen con lo malos que realmente son. Escritores anodinos, superfluos, insípidos, mediocres y, en definitiva, paquetes.
Dice Sergio del Molino que si «Vargas Llosa quiso abarcarlo todo, sus lectores, seguidores y discípulos tenemos que aceptarlo por entero, con todas sus raspas y paradojas. Quererlo exige también discutirlo». ¿Pero discutir exactamente el qué? ¿Sus múltiples narradores, su brillante estructura, sus personajes? ¿O su vocación liberal? Estamos metiendo demasiado la zarpa en cosas que no nos competen. Esta vocación censora que habita en muchos de los autores de hoy apesta a un tufillo de autor de hojalata que da bastante pena. Pero bueno, es cosa suya, aunque miren qué bien les va recogiendo premios y galardones.
La paradoja
El problema que padecen es que un autor de la talla de Vargas Llosa pasaba olímpicamente de todos ellos. Eso escuece tanto como lo de no tener talento y es por eso que se han echado encima de su memoria con este tipo de comentarios que pretenden desfigurar las maneras y la prosa de un gigante. Estén atentos porque en este mentidero hemos comprobado que ya están bien posicionados a escritores que han pasado los ochenta y que, cuando mueran, sufrirán ese intento de apropiarse de su final y de su memoria.
Lo más divertido (y paradójico) de toda esta panda de ofendidos es que no han dicho ni mú del Parador de Teruel, de las papelas del Tito Berni, de las nóminas para putas del ministro, ni del rescate de los amigos del poder. Será que les gusta demasiado la sombra que habita en esas altas esferas en donde importa todo menos la decencia. Eso sí, a Vargas Llosa hay que aceptarlo por entero. Al loro que es de oro.
Madrid es un mentidero de idas y venidas, de opiniones y apariencias que muchas veces se disparan en bala de plata. Puestos a revisar autores, por favor, revísense a sí mismos. Es muy posible que no tengan que apuntar tan alto para darse cuenta que, demasiadas veces, las cualidades literarias de uno dejan mucho que desear. Y si encima piensan como lo hacen será mejor que se dediquen a la censura, como han hecho en Cine de Barrio.
Dice Juan Soto Ivars que es curioso que todas las películas que ahora se ven censuradas por RTVE pasaran en su día el filtro de la censura franquista. En un pispás, en un chisgarabís, tendremos a la motorizada cervantina recogiendo escritores para darles el paseo. Cómo les gustaría.
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