El dios Neptuno, en la antesala del quirófano para borrar grietas y contaminación
La icónica fuente de mármol blanco se deteriora y el Ayuntamiento de Madrid inicia los trabajos para su restauración; el monumento de 1786 se somete, primero, a una fase de estudio y toma de muestras
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Madrid
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Iniciar sesiónDe cerca, la piedra revela detalles que pasan desapercibidos. Los caballos que tiran del dios Neptuno tienen escamas de bordes redondeados, su carroza es una concha marina en la que se aprecian los anillos de crecimiento y, en los laterales del carro, manojos de ... algas se enredan en las palas. Ocurre en los grandes monumentos de Madrid: muchas peculiaridades se pierden desde el lugar habitual y alejado del observador. Aunque así, de cerca, también se descubren los defectos. La escultura gris pardo de la fuente de Neptuno oculta un segundo color en la base, en las suaves ondulaciones de mármol que imitan el mar: vetas blancas. En realidad, ese es el color que debería lucir el resto de esta icónica obra, en mitad del paseo del Prado, al señor romano del océano.
En el centro de la plaza de Cánovas del Castillo, entre coches, taxis y autobuses turísticos, varias personas escudriñaban este martes a Neptuno. La fuente se vació 24 horas antes para que los expertos pudieran palpar la piedra e inspeccionar cada elemento durante la fase previa (e imprescindible) a la restauración de este dios de Ventura Rodríguez, construido entre 1782 y 1786. El Ayuntamiento de Madrid ha encargado estos estudios preliminares a Garanza Rehabilitación S.L., un contrato de 17.600 euros con un plazo de ejecución de 14 semanas. En dos meses, con todos los resultados, la empresa podrá marcar un plan de actuación para que, a principios de septiembre, empiece el lavado de cara del monumento.
Por la mañana, uno de los especialistas dibuja a Neptuno a mano alzada. De espaldas, con el tridente en la mano izquierda y una serpiente en la derecha. De perfil, precedido por los hipocampos ―criaturas mitológicas mitad pez, mitad caballo― y tritones que asoman sus cabezas de delfín entre las olas. «Hay un dibujo por cada una de las cuatro vistas para marcar todas las alteraciones», explica el autor de los bocetos, que rodea una y otra vez la escultura y señala con distintos colores sus fisuras y distintas patologías. Mientras, su compañero coloca un aparato sobre la piedra como si la estuviera auscultando, y otra persona examina un portátil conectado a un microscopio de mano, que ofrece una imagen aumentada y superdefinida del viejo mármol.
Ensayos de laboratorio
El estado del hermano de Zeus se analiza 'in situ' y en el laboratorio. «Hacemos pruebas de limpieza con distintos métodos, acuosos o por microabrasión, también para determinar el grado de cohesión de la piedra, ver la absorción por capilaridad del agua... Y tomamos unas pequeñas muestras para ensayar los distintos productos de restauración. Esto nos va a permitir saber cuáles funcionan mejor, cuáles van a durar más tiempo sin amarillear, cuáles penetran más...», explica la responsable de restauración de la empresa Garanza, Macarena Sanz. Es el mismo procedimiento, a menor escala y mucho menos complejo, que se aplicó en la Puerta de Alcalá, una macrorrestauración de un año cuya fase de estudios previos se alargó seis meses.
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Cris de Quiroga, Israel Viana, Javier Torres y Julián de VelascoHay tantos tratamientos como monumentos; aunque dos obras sean de la misma época o material o estén sometidas a las mismas condiciones climatológicas, cada escultura y cada piedra posee características particulares. Por eso la preparación es clave en cualquier restauración. «Es muy importante elegir muy bien qué se va a utilizar, no nos vamos a poner a hacer experimentos durante la obra. Ha habido edificios que, al cabo de un año, se han vuelto rosas, y eso es un riesgo que no puedes correr con estos monumentos», indica Sanz. Sobre las muestras se aplicarán distintos productos y se someterán a ciclos extremos de calor y congelación, con el fin de resolver cuál resiste mejor. «De todas esas pruebas sacamos unos datos numéricos, y de ahí unas gráficas, que nos dan un dato objetivo con el que comparar y decidir los procesos de restauración más adecuados», concluye Sanz.
La costra que cubre al dios
Hace trescientos años, Carlos III quiso llenar el nuevo Salón del Prado ―la vaguada que se transformó en paseo, el precursor del bulevar actual― de mitología. Ventura Rodríguez diseñó tres divinidades para el primer gran eje viario de Madrid: Cibeles y su carroza tirada por dos leones, Neptuno y sus hipocampos y, entre ambos, el «gran desconocido» Apolo, en palabras de la jefa de Unidad e Intervención de Monumentos del Ayuntamiento de Madrid, Gema Sanz. Los detalles del dios del mar, en concreto, son «espectaculares», asegura, «el proyecto de Ventura Rodríguez dibujado a mano es precioso, luego el escultor lo varió un poco, pero es una maravilla».
Los grandes hocicos de delfín que sobresalen de las olas, los cuatro tritones que guían a los caballos, las colas enroscadas de los hipocampos, adornadas con escamas y aleta dorsal, los pliegues de la sábana que cubre a Neptuno... todo, salvo el tridente, se ha moldeado en mármol blanco de Montesclaros, una cantera de Toledo. Excepto la base de la escultura, las olas mojadas por el agua que preservan su tono blanquecino, la costra de suciedad y contaminación mancha todo el monumento. «Lo más visible siempre es la suciedad, es una fuente de mármol blanco y evidentemente no lo parece», destaca Macarena Sanz.
Aunque faltan semanas de análisis, los especialistas ya han podido hacer un primer diagnóstico. «Todo presenta las mismas alteraciones: suciedad generalizada, fisuras abiertas, morteros antiguos que ya no están funcionando», resume Sanz. El dios, su carroza y sus criaturas sufren las consecuencias de estar a la intemperie, durante sus primeros cien años de vida, en la bajada de la carrera de San Jerónimo, orientado al suroeste, y, a partir de 1897, en el centro de la plaza de Cánovas del Castillo, para lo que se construyó una nueva base de olas y se giró ligeramente. Desde entonces, Neptuno mira al sur.
El clima y la contaminación son sus principales agresores. «El tráfico rodado hace muchísimo, ensucia nuestros monumentos de manera importante, porque además esa contaminación se combina con la humedad y crea un medio ácido que degrada la piedra», cuenta Macarena Sanz. Y el deterioro abre fisuras entre las grandes piezas de mármol: «Son piezas que se unen por morteros y esos morteros están constantemente con agua, frío, calor…, ese estrés térmico produce el agrietamiento», explica Gema Sanz. A pesar de los daños, todas las piezas se mantendrán en su sitio a partir de septiembre: «Las piedras no se sustituyen, forman parte del grupo escultórico y no hay ninguna que lo necesite», asegura Macarena Sanz.
MÁS INFORMACIÓN
La restauración, después de una pausa veraniega ―los productos químicos no se pueden aplicar con calor―, consistirá en una serie de correcciones y durará tres meses. La última vez que Neptuno pasó por quirófano fue en 2017, cuando la Dirección General de Patrimonio Cultural invirtió 33.300 euros en estabilizar sus elementos pétreos, y en 2020 hubo otra pequeña intervención de limpieza. La polución no da tregua, pero, si se cumplen los plazos previstos, el dios Neptuno estará reluciente antes de que termine 2024.
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