La cara y la cruz de los pueblos de Madrid que rompen la barrera de los 2.500 vecinos
Seis municipios han superado el límite, aumentado del 15 al 20% su población en los últimos cinco años
El incremento de vecinos redunda en más carga de recogida de basuras o problemas de transporte
Ayuso quiere llenar de jóvenes los pueblos pequeños de Madrid con ayudas fiscales
Una escena cotidiana a la salida del cole, en Villamanta
Madrid es una comunidad pequeña en tamaño, pero con una enorme densidad de población. Pero esta no se reparte por igual: hay siete localidades con menos de 100 habitantes, y sin embargo la corona metropolitana concentra en una docena de grandes ciudades más de 5, ... 5 millones de personas, y es la segunda más poblada de Europa. El Gobierno de la Comunidad puso en marcha en 2018 un plan con 60 medidas –ampliadas hasta 100 en 2020– para incrementar la población en los municipios de menos de 2.500 habitantes. Entonces, eran 78; ahora 73; los otros han conseguido dar el 'salto'. Medidas como la extensión del 5G o la mejora en los servicios son un reclamo.
Entre las cien medidas aplicadas, están la telemedicina para mejorar el servicio sanitario o el taxi a demanda, entre otras. Es un plan dotado con 4,5 millones de euros, y ha conseguido que se haya pasado de 72.671 habitantes censados en esas localidades por debajo de los 2.500 habitantes, a superar los 81.550: es un incremento del 12,2 por ciento.
Seis municipios han conseguido superar esa barrera de los 2.500 vecinos: Pelayos de la Presa, con 392 habitantes más; Navalagamella, con 208 nuevos vecinos; Los Santos de la Humosa, que añade 211 residentes más; Villamanta, que ha incrementado su censo en 213 habitantes; Bustarviejo, que suma otros 220 vecinos; y Chapinería, donde se incorporan otras 272 personas a su población.
Pero el aumento de la población, con su lado positivo de mayor dinamismo y fortaleza del municipio, tiene también su lado de sombra, la cara B: más vecinos no siempre equivalen a más ingresos, y sí representan un incremento del gasto en servicios, especialmente en capítulos como la recogida de basuras.
Son muchos los avances que han vivido las localidades pequeñas de la Comunidad durante los últimos años. Desde la Consejería de Presidencia y Administración Local, que dirige Miguel Ángel García, destacan el despliegue de la fibra óptica de alta velocidad, que llega ya a todos los ayuntamientos, o los incentivos a la contratación indefinida, por importe de 20,2 millones de euros, que ha beneficiado a más de 1.400 empresas y ha logrado la creación de casi 2.200 empleos en estas áreas.
También se ha fomentado el uso de telemedicina en muchos consultorios y centros de salud, se han construido dos residencias de mayores (en Gargantilla del Lozoya y Robledillo de la Jara), y se ha creado un servicio de asesoramiento en secretaría e intervención para que los ayuntamientos de menos de 1.000 habitantes puedan recurrir a él para su gestión municipal.
Las claves
El Plan de Revitalización
La Comunidad de Madrid puso en marcha en 2018 la estrategia de revitalización de municipios rurales. «Desde entonces hemos pasado de 78 municipios con menos de 2.500 habitantes a sólo 72: en estos cuatro años, estos municipios han crecido en 9.000 personas, un 12 por ciento», explicó Miguel Ángel García, consejero de Presidencia y Administración Local.
Las inversiones
En Pelayos de la Presa, las subvenciones regionales se han destinado a la compra de un camión pluma para mejorar el servicio de recogida de residuos. En Navalagamella, los fondos permitirán sufragar el gasto en la gestión y mantenimiento de la piscina municipal. En el caso de Chapinería, se ampliará la Casa de la Cultura, pavimentado los accesos a pabellones deportivos y se efectuarán obras de mantenimiento en la oficina de Turismo. En Villamanta, se mejorarán aceras y zonas públicas y el colegio.
Objetivos
Se busca que los municipios sean atractivos para implantar actividades económicas que generen empleo; mejorar la atención sanitaria, farmacéutica y educativa; y la construcción de vivienda pública.
Y, por último, detallan las medidas tomadas para acompañar a los mayores de 65 años en estos pequeños municipios, dentro del proyecto 'Cuídame', que vigila a los mayores de 65 años que viven en pueblos de menos de 250 habitantes, para evitar episodios de soledad no deseada.
Los seis pueblos que han incrementado su población en torno a un 20 por ciento en los últimos cinco años, sobrepasando la barrera de los 2.500 habitantes, viven una situación distinta a la que tenían hasta ahora. Por distintas razones, aunque con problemas comunes a todos ellos en muchas ocasiones.
El Covid, detonante
El Covid fue, por lo que relatan sus alcaldes, lo que marcó el cambio de tendencia: «Gente que tenía aquí segundas residencias decidió venir, porque la calidad de vida era mejor», explica Antonio Sin, regidor de Pelayos de la Presa. «No todo el mundo tiene una terraza enfrente del Retiro», recuerda Andrés Samperio, alcalde de Navalagamella, que también señala la pandemia como el momento en que comenzó a aumentar la población de su localidad.
Para ver esta página correctamente ve a la versión web
ContinuarEl perfil de nuevos vecinos es muy variopinto. «Segundas residencias, personas mayores que venían mucho y luego ya terminan quedándose, profesionales que pueden teletrabajar, y escolarizan aquí o cerca a sus hijos… Vivir en un calet con parcelita es mejor que hacerlo en un piso en el centro urbano», apunta el alcalde de Pelayos de la Presa. «Es que tras la pandemia, nos ha cambiado el chip», ratifica el primer edil de Navalagamella: «La gente viene buscando la naturaleza, el senderismo… es un lujo, estar a 30 minutos de Madrid y poder ver ciervos y jabalíes».
No quedan viviendas
La atracción de nuevos vecinos ha tenido un primer efecto en estos pueblos: la demanda de vivienda ha aumentado. «Ahora, de hecho, no encuentras nada libre, y han subido los precios», indica Samperio, sobre Navalagamella. Y lo mismo ocurre en localidades de tamaño similar, como Chapinería: su regidora, Lucía Moya, ratifica que «no hay una vivienda, ni para alquilar ni para vender».
Pero más vecinos supone también tener que dar más servicios, y no siempre equivalen a más recursos. Lo confirma Sin: «Tenemos entre un 15 y un 20 por ciento más población, pero no han aumentado en el mismo porcentaje los recursos». Las viviendas son las mismas, por lo que la recaudación por IBI apenas varía.
«Hay que ampliar servicios», confirma el regidor de Pelayos de la Presa, porque más vecinos dan más trabajo, «sobre todo en la recogida de residuos». Este es uno de los caballos de batalla de los pequeños municipios: «Los estándares de la Unión Europea son muy complicados de cumplir por las localidades más pequeñas», asegura Antonio Sin. Aquí comienzan a chocar los planteamientos ideológicos con la dura realidad: «No hemos aprobado ninguna subida de impuestos en ocho años, pero necesitamos más calidad en los servicios, y para eso hay que tener más recursos económicos», reflexiona.
La inflación también afecta a estos ayuntamientos, que ven cómo «con lo recaudado, tenemos para el día a día; y eso que somos unos máquinas y no se nos escapa ni una inversión». Por ejemplo, las ayudas del Gobierno regional les han servido en Pelayos para comprar un camión pluma con el que mejorar la recogida de residuos, y que utilizan también para podas o montajes de escenarios.
Perder ayudas
El alcalde de Navalagamella incide en el mismo problema: «Hay 400 familias nuevas, pero tengo los mismos ingresos. Con la peculiaridad de que ahora las subvenciones para municipios de menos de 2.500 habitantes las hemos perdido», lamenta. Pone como ejemplo «la mancomunidad de basuras que tenemos para cuatro localidades; bueno, pues tres tienen subvención, y yo no». El aumento de la población lo ha notado también en «más delincuencia», y eso que el suyo es un pueblo con «ocho policías locales; no hay otro de mi ratio que tenga ni la mitad: y coches, y drones…». Y otro efecto del crecimiento ha sido «la producción de basura: se ha disparado la recogida de cartón».
En Chapinería, se repite la situación: «Si se van construyendo viviendas, se aumentan ingresos, pero no crece al mismo ritmo la población y la recaudación. De hecho, las casas ya estaban, y ya pagaban el IBI. Y los coches, unos los dan de alta aquí y otros muchos no», explica su alcaldesa, Lucía Moya. El problema de la recogida de basuras también lo sufren: «Necesitamos que nos ayuden, porque se incide mucho en el reciclaje, en cuidar el entorno, pero a nosotros se nos dificulta».
Ante la llegada de nuevos residentes, la oferta de viviendas se agota, y no siempre es posible construir más: «No hay posibilidad en Pelayos de la Presa de un desarrollo urbanístico grande: estamos en plena Red Natura, en zona ZEPA», explica su alcalde, que no obstante, aclara que «no es intención nuestra crecer, sino sólo en los espacios donde aún se puede construir».
Algo parecido ocurre en Navalagamella, donde «somos cien por cien ZEPA, y no puedes ampliar el residencial», aclara su regidor; por eso, está trabajando para poder desarrollar las cuatro zonas residenciales que aún tienen: «Se podría llegar así a los 4.000 vecinos, y eso sí supondría un incremento de los ingresos. Pero ahora, o nos dan más ayudas, o esto se hace muy difícil».
En su caso, denuncia que como «somos cien por cien ZEPA, no puedes ampliar ni hacer un polígono industrial». Por eso, plantearon «la fórmula del turismo» para atraer riqueza al pueblo, apostando por el proyecto de un hotel que está aún en barbecho por la oposición de grupos ecologistas de la zona. Algo que indigna al alcalde: «Supondría crear 85 puestos de trabajo; vamos, acabábamos con el paro en el pueblo».
Estos pueblos en pleno 'boom' esperan para el futuro poder seguir mejorando los servicios que dan a sus ciudadanos. Y resolver, cuanto antes, otro de los problemas que se les han planteado por el incremento de vecinos: el transporte. «En Pelayos tenemos una línea regular y se está trabajando para mejorarla, porque se ha quedado muy justa a determinados horarios. Estamos negociando tener dos autobuses más en unos meses», indica Antonio Sin.
Más transporte
La alcaldesa de Chapinería hace la misma reivindicación: «Hay problemas en la línea de autobús porque la población ha aumentado en toda la zona. Somos el último pueblo donde recogen viajeros, y nos afecta muchísimo, se nos queda la población en las paradas». Lucía Moya recuerda que «si los servicios no crecen igual que la demanda, hay un déficit. Les hemos pedido que aumenten el servicio».
Antonio Sin lo tiene claro: «Tenemos muy buenas instalaciones deportivas, un centro de salud que funciona de lunes a viernes, y emergencias en San Martín de Valdeiglesias, a 7 kilómetros; pero todo es mejorable. El reto es mantener el nivel de calidad de vida».
Andrés Samperio relata que sus vecinos «me demandan más educación infantil de 0 a 3 años, y mejoras en el colegio, porque los del segundo ciclo se van a Valdemorillo; sería mejor si se pudieran quedar aquí». Le gusta ver crecer su pueblo: «Estoy deseando que venga la gente a vivir a la sierra; estamos a diez minutos del hospital de El Escorial o del de Villalba; se vive muy bien. Pero tenemos que buscar una fórmula para que nos permitan tener alguna fuente de ingresos». Lucía Moya pide para Chapinería mejoras «en el centro de salud: hay dos médicos y pediatra compartido; podría incrementar servicios, y que no hubiera tanta dificultad para conseguir cita».