Las bandas latinas compran a los clanes de la Cañada pistolas o contratan a torneros para modificarlas

El punto de inflexión, explica un mando medio policial, fue el tiroteo de un Dominican Don't Play (DDP) a las nueve y media de la noche a un grupo de magrebíes que había acudido al bar donde estaba para ajustarle cuentas por el control del hachís en Ciudad Lineal. Fue el Jueves Santo de 2021. Salieron escaldados, porque el DDP, que acababa de salir de prisión, disparó seis veces en plena calle. Huyó. Al tiempo, fue detenido, pero el juez lo dejó en libertad. ABC ha podido saber que el pasado jueves fue de nuevo arrestado en la zona: tenía un quebrantamiento de condena.

«No todos los miembros tienen acceso a la compra de armas –explica a ABC un exlíder de una de las bandas más potentes–. Necesitas tener un contacto muy bueno, porque lo que se utiliza en las 'caídas' son armas de fogueo o de 'airsoft', pero de muy alta gama, no de cualquier tipo, ni de juguete«; y pone de ejemplo la comparación entre una marca de teléfonos móviles china y otra de Silicon Valley. »Tienen que ser de gran calidad, porque te juegas mucho. En el caso de las manipuladas, a partir del segundo o tercer disparo, el arma te explota en las manos«, detalla.

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Se trata de las llamadas 'chilenas', para las cuales antes solo tenían que acudir a una armería y adquirir una de fogueo o a una tienda deportiva. Pero la legislación cambió hace solo unos años, y ahora es preciso presentar un DNI o documento similar a la hora de adquirirla. Lo que hacen en estos casos es pagar a un tercero para que ceda su cédula de identidad. «Al principio, utilizábamos tutoriales de YouTube, que ya ha retirado la empresa, que explicaban cómo teníamos que modificar las 'chilenas' o las escopetas de perdigones, que nos servían y son una manera de causar más miedo a los rivales que un arma blanca«. Otra opción, si no son gente habilidosa, es llevarlas a torneros de confianza, que se las ponen a punto, explica otro policía.

Sin embargo, el creciente número de armas de fuego reales, nacidas para detonar, es cada vez más preocupante. Fuentes policiales dan total veracidad a las palabras del pandillero consultado por este periódico. Cifran entre 500 y 1.000 euros lo que suele costar una pistola (las prefieren a los revólveres), normalmente de un calibre pequeño como el 22, o del 9 parabellum, los usados por los sicarios colombianos (en el primer caso) o por la Policía (en el segundo). «Por ejemplo, a Miguel Ángel Blanco lo ejecutaron con un 22», explica un experimentado inspector.

El exlíder pandillero también coincide en que mil euros es el precio más normal, aunque depende de lo 'sucia' que esté el arma (si ha sido utilizada en un crimen anterior), si tiene borrado el número de serie, el calibre, su calidad... «Además de las pistolas, a los clanes más reconocibles de la Cañada también les comprábamos la droga», añade.

Y es ese trapicheo que llevan a cabo las bandas juveniles, pero también las cuotas semanales que pagan, cómo se financian: «Depende del rango que tengas en el 'capítulo'; pagas desde 5 euros a 300 a la semana. Nosotros llegábamos a juntar entre 20.000 y 25.000 euros al mes, entre 40 personas. También con los robos. Y así es como se consigue el dinero para las armas de fuego, que son mucho más caras y difíciles de conseguir que los bolomachetes, puñales o cualquiera otra blanca«.

La 'dark web' es un mercado negro donde solo pueden entrar 'hackers': «En las bandas hay gente muy especializadas en informática y así lo hacen, Suelen ser armas de Europa del Este, que atraviesan territorio Schengen por carretera».