Banca digital para mayores

Y hay nivel. Para ponernos en contexto diremos que en Leganés hay un centro de mayores, aunque los '60' son los nuevos '40'. O menos.

Hay cuadros de otros compañeros que podrían estar en el Reina Sofía. Todo, expuesto, para que los 'mayores', y la comilla está justificada, ya no aprendan, sino que se adapten a los secretos y trucos de la banca digital. Hay rumor de «mandé un 'bizum' al nieto» y conversaciones como salidas de la Bolsa de Madrid.

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En puridad, la condición es ser mayor de 60, y es una iniciativa de la Comunidad de Madrid, a través de la Agencia Madrileña de Atención Social para evitar «y prevenir el riesgo de la exclusión financiera». Cuentan en la docencia con la colaboración de Economistas sin Fronteras, una asociación que, como decía Julio Anguita, pone sobre la didáctica que sí, que la Economía es una ciencia, «pero menos». 18 talleres gratuitos en la región, de tres horas de duración y no más de 12 alumnos. Una tutoría más que una clase magistral. Un día.

Hay funcionarios, jubiladas de Hacienda, o Juan Manuel, que se presenta como «paisano de José Mota, rayano a Jaén» y está alerta en el curso, y pregunta, porque huele que los bancos, con la digitalización, le pueden meter un rejón de muerte. Aunque él sabe responder cuando le telefonean «temprano, tres veces y tres personas». Una «confunde, otra templa gaitas y otro» le habla como si fuera «ministro de Economía».

Juan Manuel no toma apuntes, todo va al magín, mientras que Gloria González y Óscar Sierra van explicando, con un programa informático que simula la web de un banco, de una caja de ahorros, los pasos. Lo principal, insisten, es la calma. Que «en la medida de lo posible» vayan a ver la cara al trabajador del banco. Y preguntarle, y que el empleado confirme que la acción, los movimientos de la cartilla son los que son. Están digitalizados los alumnos. Más que sus herederos.

Juan Manuel, en un secreto que cuenta a este redactor, confiesa que un operario telefónico del banco le dijo, a tenazón, que le «estaba torpedeando su trabajo». Llevan un manual, que lo impreso permanece. Pero a Óscar y a Gloria les radiografían con cariño, la enseñanza, a pesar de sólo tres horas, va dando poso. No vienen ni mucho menos de nuevas.

Trinidad tiene 74 años, trabajaba en Hacienda, «en la Torre de Madrid» y reconoce, que, más allá de los 'softwares' esas cosas no le «suenan a chino». Entra en la conversación José Manuel Polo, cacereño con mínimo deje, ha mandado un 'guasap' y vuelve a insistir en algo de lo que los mayores han hecho de la necesidad virtud: «Defenderse con los bizum, las transferencias y las cosas».

Luego, ellos trabajan con ese simulador bancario, y un rictus de alumno aplicado. Para que «no me intenten torear por Internet». Para «darle a mi nieto claves que ni él conoce».

En eso, va la clase. Gloria, que abre un 'powerpoint', recuerda que «los bancos son bancos y hay que estar atentos a los contratos que se firman». En un aparte confiesa «que es un grupo animado, que se aconseja en problemas similares». Piensan, tuitean, y aprenden...