Todos contra Ayuso en una Asamblea de Madrid a presión
La tensión y las broncas se disparan en los plenos de la Cámara de Vallecas, que transcurren entre ofensas, insultos y dolores de cabeza del presidente
Ayuso consuma su venganza contra Sánchez
Madrid
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Iniciar sesión«¡Voy a tener una parálisis cerebral!» Enrique Ossorio se desespera desde la presidencia de la Asamblea. No es para menos. Hay veces que los plenos parecen una olla a presión a punto de explotar, entre interrupciones continuas, ofensas, insultos y todo tipo ... de agresiones verbales que a menudo transforman el debate parlamentario en una especie de reunión de comunidad de vecinos encolerizados. En el hemiciclo de la Cámara de Vallecas se ha escuchado de todo. Llamar 'sinvergüenzas' o 'malas personas' a los de enfrente, como hizo Carla Antonelli contra el PP, se queda ya pequeño cuando aquí se ha acusado a los diputados populares de «mancharse las manos de sangre» por votar a favor de la reforma de la ley Trans, o cuando se responsabiliza de manera directa a la presidenta Ayuso de la muerte de 7.291 mayores en residencias durante la pandemia.
El presidente de la Asamblea suele reclamar silencio alrededor de 25 veces en cada sesión. Como si tuviera escolares delante, en ocasiones se ve obligado a pedir tranquilidad a los diputados, les anima porque ya queda poco para acabar o llama al orden a quien se le rebela más de la cuenta. Los plenos en la Asamblea siempre han sido sinónimo de alta tensión política, pero en las últimas semanas la bronca se ha disparado de forma significativa y alarmante, hasta el punto de que Ossorio trasladó el problema a la Junta de Portavoces, para dar un toque de atención a todos.
La marcha de Mónica García al Ministerio de Sanidad trajo cierta tranquilidad a los plenos. Pero se ve que la ministra, según se malician algunos diputados en la Asamblea, ha aprovechado el mes de enero para instruir a su sucesora como portavoz de Más Madrid, Manuela Bergerot, que desde hace un par de semanas ha elevado el tono de forma notoria. En el PSOE, Juan Lobato, con mejores formas, eso sí, y sus compañeros de filas intentan no quedarse atrás, en medio de los recelos que empiezan a surgir en su partido por su estilo propio tan correcto y su mano tendida a la presidenta. Al final, la izquierda ha entrado en una competición por intentar acorralar a Ayuso, y Vox no ha querido quedarse atrás, aunque sus balas sean otras, más por asuntos como la inmigración.
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¿Pero qué ocurre en la Asamblea, donde una mayoría absoluta debería traducirse, en teoría, en debates más serenos, para que la tensión nacional sea a menudo cosa de niños en comparación con la que se produce en Vallecas los jueves? Desde el PSOE se reconoce que la tensión en el Parlamento regional ha subido en los últimos plenos y lo atribuyen al rescate de la polémica por los muertos en las residencias de mayores, que la izquierda echa en cara a la presidenta regional a la que hace directamente responsable. Es un asunto que Ayuso no soporta, y que le devuelve a los meses más crudos de la pandemia que Madrid sufrió de forma muy virulenta. De la misma manera, la presidenta explota cuando le lanzan como acusación el contrato de su hermano con las mascarillas, un caso que fue archivado pero que la izquierda sigue utilizando como arma arrojadiza. En estos casos, los diputados del PP «saltan al cuello» en defensa de su líder, según comentan en el PSOE.
En el último pleno, el diputado de Más Madrid Pablo Padilla acusó a Ayuso de exhibir «falta de humanidad» al «jactarse de no trasladar en los días más duros de la pandemia a los enfermos de las residencias a los hospitales porque iban a morir igual». Tachó su actitud de «cruel, desalmada y criminal». «Solo una presidenta sin corazón y sin alma decide quién muere y quién vive según su cuenta corriente», acusó a Ayuso, a quien llamó «verdugo».
Como podía esperarse, se desató la bronca. «¿Usted ha oído las cosas que ha dicho, señor Padilla? ¿Usted las ha oído? ¡Pues cállese de una vez!, ¡cállese! Le llamo al orden», advirtió Ossorio desde la presidencia, cuando el hemiciclo parecía ya a punto de estallar. «¡Esto no puede ser! ¡Es una falta de educación permanente!», protestó, ante las interrupciones constantes de Más Madrid cuando ya no estaba en el uso de la palabra: «¡Es vergonzoso!».
El gusto por la 'fruta'
El portavoz del PP, Carlos Díaz-Pache, reprochó a Más Madrid sus insultos: «Tienen que decidir qué van a ser de mayores, pero si siguen con los insultos, con los ataques personales de esta manera, ¡no se lo vamos a tolerar!». «Decidan si quieren ser una alternativa de gobierno, no me digan que no se lo ponen fácil los señores del PSOE, o pueden seguir siendo un círculo de Podemos reconvertido, pintado de verde, con infamias, con acusaciones personales y con calumnias».
Más Madrid también protestó de forma airada en ese pleno cuando la diputada del PP Elisa Vigil les tildó de «crimen organizado». Este partido ve a Ossorio como un «presidente parcial» y se queja de que el PP haya «colonizado todas las instituciones en las que tiene poder, incluida la Asamblea».
En el PSOE muestran estas frases del Pleno: «Hablan sin total humanidad. Sin importarles la verdad ni las víctimas de la pandemia. No tienen corazón, ni humanidad, ni ninguna dignidad, que es lo que les falta». «¿Sabes quién las pronunció?», inquiere el socialista Jesús Celada. Él mismo da la respuesta: «Ayuso». La izquierda tampoco olvida el 'me gusta la fruta' de la presidenta dirigido a Sánchez, al interpretar, sin faltarles la razón, que en realidad quiere decir 'hijo de puta'.
Broncas como estas provocan, entre otras cosas, dolor de cabeza a Enrique Ossorio: «Esto es horrible para mí, es indecente». Así que esta semana llamó a capítulo a los portavoces para relajar las cosas y prometer que a partir de ahora será mucho más riguroso para garantizar la cortesía y el respeto, sin permitir alusiones familiares ni personales. Así evitará cerrar las sesiones con un alivio evidente mientras dice: «Venga, ya hemos acabado, estemos tranquilos todos».
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