Violencia en la Puerta del Sol: «Solo en escaparates reventaron 150.000 euros»
En la calle del Arenal, una de las más comerciales de la ciudad, resultó el blanco perfecto de los antisistema al albergar sucursales bancarias y numerosas tiendas de firmas multinacionales
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Iniciar sesiónPasado el dislate radical por el rapero encarcelado Pablo Hasel, el centro de Madrid despertó ayer asolado. Las trazas de la batalla campal en las calles del Correo, Mayor o Arenal eran patentes casi en cada esquina, prueba inequívoca del violento paso de la turba. ... Y eso pese a que los operarios de limpieza se emplearon a fondo durante horas para retirar de la vía pública los contenedores quemados, adoquines lanzados y restos de cristales de los escaparates reventados. «¿Qué pasó ayer?», era una de las cuestiones más repetidas entre los transeúntes. «Nada, una manifestación por un rapero», respondía con desidia una dependienta. «Un rapero al que han encarcelado por cantar», justificaba un grupo de jóvenes. Debate improvisado a pie de barricada.
Solo en reposición de escaparates reventaron cerca de 150.000 euros. Es el balance que hacen a este periódico desde Abarca Vidrios España, la empresa con mayor actividad de reparación urgente de cristales en la capital. «Llevamos trabajando 18 operarios sin parar desde la madrugada», explicaban, horas después de peinar el enclave. La diferencia entre estos altercados y los registrados a principios de noviembre en la Gran Vía, tras la imposición del toque de queda, fueron sustanciales. «En aquella ocasión, los locales dañados estuvieron mucho más escalonados. En cambio ahora, en una calle como la del Arenal, hemos visto desperfectos cada dos o tres números», añadían desde la compañía.
Esa vía, una de las más comerciales de la ciudad, resultó el blanco perfecto de los antisistema al albergar sucursales bancarias y numerosas tiendas de firmas multinacionales. «Son uno de sus objetivos principales», detalla a ABC un agente experto en tribus urbanas. Lo cierto es que los vándalos actuaron sin compasión contra pequeños y grandes negocios hasta el punto de obligar a decenas de clientes a encerrarse en los establecimientos que en pleno estallido todavía permanecían abiertos.
En el quiosco más afectado de la Puerta del Sol, su propietario Carlos García hacía balance de los daños con un halo de resignación. «Ayer -por el martes- cerramos pronto, porque ya nos avisaron de lo que podía pasar», reconocía, consciente de una protesta a todas luces incomprensible: «Me siento fatal, lleno de impotencia, parece mentira que todavía pasen estas cosas. A esta gente le importamos tres pepinos». Unos metros más adelante, la directora de tienda de la firma Pronovias, Rosa Oliva, recordaba que al cerrar «ya estaban los antidisturbios, pero todavía no se había producido ningún tipo de altercado». La sorpresa para ella, al igual que para la mayoría de comerciantes damnificados, llegaba por la mañana al comprobar el impacto de las piedras en la cristalera: «Estamos esperando a que venga el seguro para tasar los daños».
En la misma línea se mostraba Lorena Sánchez, dependienta de La Provenza, superado ya el susto inicial: «Cuando salimos tuvimos que correr hasta el Metro de Ópera». Mientras dos trabajadores de la tienda Punto de Roma, saqueada por los radicales, recogían parte de los desperfectos sufridos, su vecina de calle Magalí, encargada de una administración de Lotería, volvía la mirada a la maltrecha puerta de su establecimiento. «La han reventado entera», incidía, sin entender la ola de violencia que azotó el centro de la capital.
Más peligroso resultó la experiencia de una empleada de Skechers, atrapada en el interior mientras una turba de individuos lanzaba piedras contra la vidriera. «Mi compañera lo pasó muy mal, tuvo un ataque de ansiedad», denunciaba Francisco Aranda, al frente del horario matinal: «Al dejar de oír golpes, escapó como pudo».
«Hipocresía de Podemos»
A las 9, la presidenta de la Comunidad, Isabel Díaz Ayuso, y el alcalde de la capital, José Luis Martínez-Almeida, realizaron un tour por las zonas afectadas. El vicepresidente regional, Ignacio Aguado, también hizo lo propio, en una puesta de largo muy similar a la que ya completaran las dos formaciones tras los disturbios de Lavapiés por la muerte del mantero Mmame Mbaye.
Ese día, la extrema izquierda aprovechó la coyuntura para campar a sus anchas y destrozar todo cuanto saliera a su paso. Un símil que siempre se repite en este tipo de protestas, donde, además de los negocios privados, es el mobiliario urbano el blanco de sus ataques. Será el Ayuntamiento de Madrid el que tenga que cuantificar las pérdidas una vez haya recapitulado todo el material vandalizado.
Respecto a los detenidos, 13 de ellos quedaron ayer en libertad acusados, dependiendo de cada caso, de un delito de resistencia y otro de atentado a la autoridad. Los otros seis, menores de edad, quedaron en manos de la Fiscalía de Menores. Frente a las puertas de los juzgados de Plaza de Castilla, un integrante del Movimiento Antirrepresivo de Madrid justificaba a este diario la «respuesta» de los manifestantes ante «la única violencia ejercida en Sol, la de la Policía». Cuestionado, además, por el apoyo de Podemos, el joven apuntaba a la «hipocresía» de esta formación, «que está en el Gobierno, el mismo Gobierno que ordenó que nos apalearan». Hay guerras, en el ámbito más extremo, que ni Echenique puede ganar.
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