La responsable antiCovid en Madrid: «Hay que estar preparados para la enfermedad X»

¿Dónde estaba cuando comenzó la pandemia?

Cuando comenzó la pandemia, en los primeros meses del año 2020, estaba en el Ministerio de Sanidad, formaba parte del equipo de sistemas de información sanitario, y era la representante oficial del país en el comité de salud de la OCDE y en el comité de expertos de evaluación de desempeños de sistemas sanitarios en la Comisión Europea.

¿Qué recuerdos tiene de esa primera ola de pesadilla?

La realidad es que ha habido crisis sanitarias importantes, y estuvimos también muy preparados en 2007-2008 pensando en una posible gripe pandémica, pero esto ha sido absolutamente diferente. Yo recuerdo aquellos meses de enero y febrero de 2020 desconcertada por toda la información que estaba llegando desde China primero y desde Italia después, y muy preocupada, fundamentalmente desde principios de febrero. Recuerdo los vídeos que colgaban en las redes los médicos de hospitales de Lombardía, y nos hacían prever que lo que nos iba a llegar era algo muy importante y de gran impacto a nivel nacional.

¿Llegó a estar colapsado el sistema público de salud?

La estructura de salud pública se colapsó en esta comunidad autónoma y en todas partes del país, y seguramente también en otros países. El impacto que tuvo sobre todo esta primera etapa en Atención Primaria fue brutal. Pero el Servicio Madrileño de Salud ha sido capaz de responder de una manera impresionante, con una elasticidad enorme, y los profesionales, con responsabilidad y compromiso.

¿Pudo haberse evitado el desastre que causó el Covid en las residencias de mayores?

Cuando uno lo ve ya a etapa pasada, siempre es más fácil pensar en algunas posibles mejoras que se podrían haber tenido, pero la realidad es que los principios básicos que utilizamos normalmente para el control de enfermedades respiratorias, como separar enfermos de sanos, medidas higiénico-sanitarias, se aplicaron... pero es que no todo se puede evitar. Pero esto ocurrió en toda Europa, nuestra situación y el impacto tan brutal que ha tenido en las residencias se ha dado, desafortunadamente, en prácticamente todos los países.

En Madrid se tomaron algunas medidas diferentes y antes que el resto de regiones: zonas básicas de salud, test de antígenos, aforos reducidos en lugar de cierres... ¿En qué se inspiraron?

Aquí tenemos la gran suerte de haber configurado un equipo muy cohesionado. Todos los días se hacía una monitorización de la situación epidemiológica, con desagregación por zona básica de salud e incluso por distrito censal, para conocer exactamente dónde se estaba produciendo la transmisión y cómo se estaba produciendo en cada uno de los puntos, y en paralelo, el impacto asistencial.

Y enseguida detectaron cuándo volvía a subir...

Desde el primer momento detectamos, y no lo podré olvidar nunca, el cambio de tendencia el 19 de julio de 2020: a la vuelta de los estudiantes de sus exámenes y sus viajes de fin de curso. Desde el primer momento fuimos adoptando semana a semana medidas. En agosto, ante la situación que se producía en la localidad de Tielmes, tuvimos que limitar la movilidad, el cierre cautelar de las actividades culturales y sociales durante 14 días, y logramos disminuir la incidencia en un 50 por ciento en dos semanas. Cuando finalizaba la semana epidemiológica del 13 de septiembre, tomamos la decisión de limitar la movilidad y restringir las relaciones sociales en 37 zonas básicas de salud en esa misma semana, introdujimos los test de antígenos a la semana siguiente, reorganizamos el diagnóstico de Covid-19 en 8 puntos centralizados en la Comunidad de Madrid, que luego fueron creciendo hasta 28. Solicitamos el poder autorizar a las farmacias para la utilización de los test de antígenos. Y desde junio pedimos al Ministerio de forma reiterada, por escrito, en reuniones del consejo interterritorial, en reuniones bilaterales... el control de las fronteras.

Al final, les hicieron caso, y les copiaron muchas medidas.

Estas medidas finalmente fueron adoptadas, pero tarde, siempre tarde. Y en muchas ocasiones, mal. Nosotros hemos sido capaces de adoptar medidas proporcionales a la situación adecuada en cada momento. De hecho, desde el primer momento, cuando tuvimos que tomar decisiones para limitar o restringir derechos fundamentales de las personas, como movilidad o el hecho de poder reunirse, el TSJM, con los informes técnicos que preparábamos desde esta dirección general, siempre ha avalado todas las medidas que fue necesario adoptar. Y siempre hemos compartido nuestras medidas y los resultados que estábamos teniendo. Y el tiempo nos ha dado la razón.

El estado de alarma del 12 de octubre de 2020, ¿fue justificado?

Recuerdo aquella reunión bilateral en octubre, cuando presentábamos y explicábamos al ministro Illa y sus colaboradores cuál era la situación de Madrid, cuáles eran las medidas que estábamos aplicando, cómo estábamos controlando la transmisión comunitaria, y decidieron que nos cerraban, decidieron castigarnos. Nos impusieron una medida que valoro como absolutamente injusta. De hecho, el tiempo ha demostrado que aquel criterio técnico supuestamente, que para mí era arbitrario, cuando se dio en otras regiones de otro color político, nunca fue adoptado.

¿Alguna vez ha habido fricciones entre lo que quería hacer Salud Pública y la economía?

No, nosotros desde la Consejería de Sanidad siempre hemos basado nuestras propuestas en criterio técnico. Siempre me he sentido apoyada en todas las propuestas que he hecho. Hemos conseguido, y el tiempo nos ha dado la razón, adoptar medidas adecuadas a las circunstancias.

La vacuna ¿ha sido la solución? ¿o lo ha sido llegar a la inmunidad de rebaño?

La vacuna ha tenido y tiene un papel absolutamente indiscutible. Con carácter general, hemos conseguido unas coberturas de vacunación muy importantes. La vacuna ha demostrado que es segura, eficaz y efectiva. También es cierto que a lo largo de estos dos años, dos millones de personas de la Comunidad de Madrid han sido diagnosticados como casos de Covid-19. Esto prácticamente es un tercio de la Comunidad. Si sumamos ambos aspectos, esto nos coloca en una situación como para poder responder más adecuadamente por nuestro sistema inmunitario si se vuelve a tener contacto con el virus.

¿Ómicron descolocó todas las previsiones de nuevo?

Lo que nos sorprendió fue el comportamiento tan distinto de esta variante respecto a las de las cinco olas anteriores. La transmisibilidad de Ómicron era altísima, superior a la del sarampión, que es de las más transmisibles. Esto sí que fue algo diferente, el identificar esta variante, altamente transmisible pero que a al vez producía casos asintomáticos o leves y con poco impacto en el sistema asistencial. Pero también tuvimos que tomar en la segunda semana de diciembre, decisiones muy importantes, como dejar de hacer de manera generalizada cuarentenas siempre y cuando se hiciese un control muy estricto de las medidas de prevención. Los virus, para sobrevivir tienen que mutar. De este virus conocemos ya más de mil mutaciones. Si no muta, el virus no sobrevive, sino que desaparece cuando las personas que infecta fallecen.

¿Se puede decir que ha terminado la pandemia?

No, no, en absoluto. La situación epidemológica ha cambiado drásticamente por la inmunidad natural tras haber padecido la enfermedad y por las vacunas, pero la pandemia sigue, el virus sigue con nosotros. Y es importantísimo seguir teniendo mucha precaución en nuestra actividad habitual. Ya avanzando en esta normalidad, pero a la vez seguimos monitorizando diá a día cual es la situación, con el fin de notar cualquier mínimo cambio y tomar las medidas que sean necesarias.

¿No descarta una séptima ola?

Nadie puede descartar eso. Lo importante es estar vigilante día a día para poder detectarlo precozmente, y poder adoptar las medidas que correspondan.

¿Defiende que se deje de utilizar la mascarilla en interiores, antes de Semana Santa como se apunta?

Nosotros, de nuevo, en el mes de marzo, con el seguimiento que hacemos día a día de la situación epidemiológica y del impacto asistencial, teniendo en cuenta las coberturas de vacunación y el impacto que ha tenido la pandemia en nuestra comunidad, ya propusimos que era el momento de dejar de utilizar las mascarillas de manera obligatoria en espacios interiores, salvo en espacios interiores muy concretos, de mayor vulnerabilidad, como los centros sanitarios, las residencias de mayores, y en el transporte público. Esto se va a convertir, una vez más, en una medida más que técnica, adoptada políticamente. Pero desde luego, es el momento de ir introduciendo todos estos cambios también en nuestro país.

¿Habrá más pandemias?

Sí, seguro que sí. Es muy fácil que una enfermedad que se produce en un país concreto, por la movilidad y ayudado por el componente del cambio climático, sea fácil introducir nuevas enfermedades en cualquier contexto. ¿Habrá nuevas pandemias? Si. Pero tenemos que estar muy preparados, fundamentalmente para hacer una detección precoz de esta nueva enfermedad, que los que trabajamos en estas líneas, denominamos la 'enfermedad X', porque no sabemos todavía cuál va a ser, ni qué nombre se le va a poner, pero llegará. Lo importante es tener unas estructuras y una red de salud pública muy fuerte, muy profesionalizada, muy bien formada, con profesionales que sepan lo que tienen que hacer día a día en vigilancia. Esto, junto con la coordinación y cooperación a nivel científico y técnico. Eso será lo que nos permita dar una respuesta adecuada cuando llegue esta nueva amenaza, que llegará antes o después.