Los rescates en la sierra de Madrid se disparan por el efecto ‘montaña rusa’ de las medidas Covid
El fin del confinamiento, hace ahora un año, y el posterior cierre perimetral marcaron los dos principales repuntes
En 2020, los bomberos del GERA llevaron a cabo 305 salidas, un 27% más que las realizadas en 2019
Los bomberos del GERA salvan a un escalador haciendo uso del helicóptero
Desde la llegada del coronavirus, allá por el mes de marzo de 2020, los rescates en la sierra madrileña han trazado un recorrido similar al de cualquier montaña rusa, sin ‘loopings’ pero con grandes subidas y bajadas, picos de vértigo y giros inesperados al vaivén ... de las medidas decretadas en cada momento para mitigar la acción del patógeno. Pero más allá de los meses punta y los valle, lo cierto es que la pandemia ha elevado las labores de rescate hasta límites insospechados: solo en 2020, los bomberos del Grupo Especial de Rescate en Altura (GERA) llevaron a cabo 305 intervenciones, un 27 por ciento más de las completadas el año anterior.
Pese a que las causas de este significativo repunte son varias, el fin del confinamiento, en junio del año pasado, y el posterior cierre perimetral de la región, extendido de manera intermitente hasta el pasado mes de abril, han escrito el guion de un nuevo contexto marcado por la explosión del turismo de montaña. En ese sentido, cabe recordar que en marzo de 2020 el GERA solo realizó seis salidas, que coincidieron justo con los 15 días anteriores al inicio del estado de alarma, decretado el 14 de ese mismo mes. «Hasta mayo no tuvimos que acudir a ningún rescate», señala a ABC el jefe de dotación del GERA, Carlos Ortega.
La reclusión de la población motivó aquel primer descenso, frenado en seco con la consecución de la desescalada. Fue tal el baile de números, que en junio el grupo de bomberos de la Comunidad de Madrid batió su récord de actuaciones con un total de 54. «Todos teníamos más ganas de salir al campo y mucha gente que no acudía a la montaña comenzó a ir», prosigue Ortega, convencido de que el ocio en espacios cerrados perdió fuelle debido a las condiciones sanitarias. Sin embargo, la llegada del verano propició que los madrileños optasen por la playa, lo que apaciguó en parte este particular ‘boom’.
Una tregua que no tardó mucho en saltar por los aires. Llegado el otoño, los sucesivos cierres perimetrales de Madrid, que coincidieron con épocas festivas o de mayor movilidad, devolvieron a la sierra su cota de riesgo, si bien en menor medida respecto al citado mes de junio. A la espera de recabar los datos de intervenciones del presente año (algo que no sucederá hasta que este termine), 2020 fue el periodo de mayor actividad del GERA, con incrementos en todos sus frentes: los rescates de personas accidentadas subieron un 47 por ciento, hasta los 118; y las localizaciones de excursionistas perdidos hicieron lo propio en un 12 por ciento, al alcanzar las 187.
El perfil tipo de los montañeros, en palabras de Ortega, es de personas «con cierto nivel de preparación», lo cual no quita para que se tenga la sensación de que en los últimos tiempos «se haya animado gente menos experimentada». En alusión a las posibles imprudencias, los efectivos de GERA constatan un reducido número de personas que acuden mal equipadas a la sierra, destacando así que la inmensa mayoría cumple con las recomendaciones de los profesionales. Ello, sin embargo, no evita que puedan ocurrir determinados contratiempos: «Casi todos los incidentes a los que vamos están justificados».
Dentro de las operaciones, hay que diferenciar el nivel de riesgo. Por ejemplo, las desorientaciones o las pequeñas roturas responden a los casos menos graves y las caídas de escaladores o los infartos generan episodios mucho más comprometidos.
El uso del helicóptero es una herramienta básica para llevar a buen puerto las tareas de auxilio. De hecho, 189 de las 305 salidas acometidas en 2020 contaron con la ayuda del ‘pájaro’ del GERA, cuya disponibilidad depende siempre de las buenas condiciones de visibilidad. El problema llega al caer la noche, cuando un porcentaje de los excursionistas en apuros decide alertar a los servicios de emergencia tras percatarse de que por sí solos no van a poder revertir la situación.
Otra dificultad añadida son las búsquedas a ciegas; es decir, avisos por parte de familiares o amigos tras echar en falta a alguien que había acudido ese día a la montaña. En estos casos, los encargados de su localización tratan de averiguar si el vehículo de la persona perdida está en la zona donde decía que iba a ir o recabar testimonios de posibles testigos que se hayan podido cruzar a lo largo de su ruta. Si el resultado es positivo, llega el momento de comenzar el rastreo. Para ello, se graban las rutas realizadas en un GPS, primero las más habituales, y después aquellas que están fuera de los caminos ya recorridos.
Rescate de varios niños en la sierra madrileña
Dos de las zonas más peligrosas de la orografía madrileña son la Cresta de Claveles, en invierno; y la cara norte de Cabeza de Hierro, donde la nieve se suele transformar en hielo y existe mucha inclinación. «La cara sur es muy amable, la nieve es blanda y la gente puede ir con zapatillas y sin crampones. Pero al transitar por la cresta, se pasa varias veces de la cara sur a la norte y puedes caer por una pendiente de unos 200 metros», advierte el jefe de dotación del GERA. Ambos puntos se encuentran en la sierra de Guadarrama.
Este cuerpo de bomberos de élite está compuesto por 54 efectivos, repartidos en grupos de 8 o 9, que realizan guardias de 24 horas. Los fines de semana invernales son los días más conflictivos del año. Además de rescates extremos, también acuden a solventar incendios en viviendas y accidentes de tráfico, entre otros trabajos. Junto a los miembros de la Sección de Rescate e Intervención en Montaña (Sereim) de la Guardia Civil se han ganado a pulso el apelativo de los ‘ángeles de la guarda’ de la sierra.
Además, gran parte de las intervenciones las realizan conjuntamente con el Summa 112, un servicio que también dispone de su propio helicóptero. Si el lugar donde tienen que trabajar es de difícil acceso, los bomberos del GERA se ocupan de realizar la extracción, antes de transferir al paciente. Y, si esto no es posible, descuelgan con ellos a un médico del Summa para que lo atienda sobre el terreno.
Para el consejero de Justicia, Interior y Víctimas, Enrique López, el Grupo Especial de Rescate en Altura es un referente a nivel nacional e internacional, ya que desde su creación, en 1997, «los miembros del GERA han demostrado que están al servicio de la sociedad y que, por encima de todo, cumplen con excelencia su misión: salvar vidas».