Próxima parada, Gran Vía: reabre la estación más moderna de la red de Metro
Una inversión de 10,6 millones de euros ha dotado a la parada de tecnología de última generación
Las obras se han alargado casi tres años por la dificultad del proyecto y los descubrimientos arqueológicos
Han faltado apenas 36 días para que la estación de Metro de Gran Vía cumpliera tres años fuera de servicio. El plazo de ocho meses previsto en 2018 para remodelar una de las paradas más utilizadas del suburbano madrileño pronto se truncó ante unas ... obras de envergadura plagadas de imprevistos que este jueves, por fin, retiraron sus vallas y precintos. Después de 1.060 jornadas de parón , los trenes vuelven a arribar en una Gran Vía remozada donde el futuro y el pasado van de la mano. Las huellas de Antonio Palacios , uno de los arquitectos y urbanistas más importantes del Madrid del siglo XX, se fusionan con la tecnología más avanzada de la red que atraviesa el subsuelo de la capital.
Decenas de curiosos se arremolinaron este jueves bajo el sol del mediodía en torno al templo de piedra, hierro y cristal que corona desde el pasado abril uno de los accesos al Metro de Gran Vía. La estructura es una réplica del templete diseñado por Antonio Palacios , autor de la antigua Red de San Luis , que guardaba el pozo del ascensor en la década de 1920. La llegada de las escaleras mecánicas desbancó el mecanismo y la marquesina en desuso se trasladó a Porriño, pueblo natal del ilustre arquitecto y urbanista. De las canteras de la localidad gallega proceden las piezas de granito que ahora componen el nuevo templete, sobre el que se erigen dos leones petrificados. Sin embargo, este jueves, en un momento dado, la masa congregada dio la espalda a la emblemática obra.
«¡Ah, es Ayuso! ¡Mira!». Los comentarios entre la multitud se convirtieron en aplausos, mientras la presidenta de la Comunidad de Madrid avanzaba hasta la sombra de la marquesina. «¡Viva nuestra presidenta!», corearon. Por unos minutos, Isabel Díaz Ayuso arrebató la atención a la estructura que ahora remata «una de las estaciones pioneras de Europa», declaró la dirigente durante la presentación de la nueva parada. El interior es una amalgama de paneles iluminados con luces led, tornos futuristas , máquinas de venta de billetes de última generación y escaleras mecánicas impolutas. «Este no es un lugar cualquiera», lanzó Ayuso. La estación es una de las ocho paradas que vertebraron la primera línea de Metro y se inauguró el 17 de octubre de 1919 (junto a las estaciones de Ríos Rosas, Chamberí y Tribunal). La misma fecha del cumpleaños de Ayuso (1978).
824 días de retraso
Gran Vía cerró el 20 de agosto de 2018 para adaptar las instalaciones a las personas con movilidad reducida y habilitar una galería bajo tierra —perforada desde hacía años— que enlazara con la cercana estación de Sol. Las dificultades a la hora de excavar el eje principal de conexión entre los distintos niveles y los hallazgos arqueológicos , que obligaron a compaginar ingeniería y actuación patrimonial, retrasaron una y otra vez los trabajos, que han costado un total de 10,7 millones de euros.
Las obras que parecían interminables desataron cierta polémica. La asociación Madrid Ciudadanía y Patrimonio, un año antes de que comenzara la remodelación, insistió en la necesidad de proteger las antiguas entrañas de la Red de San Luis. El hartazgo también derivó, en octubre de 2020, en la creación de una cuenta de Twitter bajo el nombre ‘¿Cuánto lleva cerrada Gran Vía?’ . Su dueño ha seguido el avance del proyecto a diario y hace una semana arrancó la cuenta atrás. El tuit de este jueves, que informó del «retraso de 824 días respecto a la previsión inicial», concluía: «Mañana es el Gran Día de Gran Vía». La cuenta que siguen 3.600 personas abandonará este viernes su actividad.
Sin embargo, la larga espera ha resultado en la estación más moderna de los 294 kilómetros y de las más de 300 paradas que vertebran el Metro de Madrid. La empresa pública prevé un tránsito de 66.000 personas cada día en Gran Vía, que ya era una de las 25 estaciones más concurridas del suburbano, con una afluencia diaria de 44.000 viajeros y unos 16 millones de usuarios anuales. «Para que nos hagamos una idea, equivale a la población de Andalucía y Cataluña conjuntamente, y supera a la de países como Bélgica, Portugal o Grecia», destacó Ayuso. En toda la red han llegado a moverse más de 2,7 millones de personas en un solo día.
La resurrección de Gran Vía es un paso más hacia un suburbano inigualable en todo el planeta . «Tenemos un Metro solo comparable a las grandes ciudades del mundo», remarcó la presidenta. Según trasladan desde el ente, posee más estaciones que la red subterránea de ciudades tan importantes como Londres, Nueva York, Shanghái y París. Es más extenso que los circuitos que recorren Seúl, Moscú y Pekín, donde viven, respectivamente, 3, 5 y 15 millones más de habitantes que en la región madrileña.
Futurismo y accesibilidad
La ambiciosa reforma ha alumbrado una nueva arquitectura que se articula alrededor de un eje de conexión con 13 escaleras mecánicas monitorizadas desde el puesto de control de Metro. Este pozo vertical, que tantos quebraderos de cabeza ha dado a los ingenieros, une los tres niveles de la estación. En el primero se abre un vestíbulo con una superficie de 2.000 m², 1.100 m² más amplio que el anterior. El segundo acoge una hilera de vitrinas, un pequeño museo a partir de los restos arqueológicos desenterrados durante las obras. El tercer nivel y el último al que podrán acceder los usuarios conecta con la línea 5 y el túnel subterráneo que lleva a la estación de Renfe Cercanías de Sol.
Desde las seis de la mañana, los andenes de Gran Vía vuelven a estar operativos. «Nos toca celebrar que hoy tenemos un punto más en el corazón de Madrid que es un tesoro urbano», alabó este jueves Ayuso, «conjugando patrimonio con la modernidad volveremos a ser referencia a nivel mundial». Esa modernidad impregna la estética futurista de las 14 nuevas máquinas de venta de títulos de transporte, con grandes pantallas, pago sin contacto, mejoras en el diseño del interfaz y la posibilidad de acceder al servicio de atención al cliente a través de videollamada. También en los 17 tornos de entrada —técnicamente, equipos de control de validación de Indra— distribuidos en dos vestíbulos, con iluminación led y pantallas más intuitivas.
La tercera pata de esta atmósfera de ciencia ficción es la accesibilidad . Seis tornos están destinados a personas con movilidad reducida, que disponen de tiras antideslizantes en escaleras fijas, etiquetas braille en los pasamanos, señalización de elementos de accesibilidad, pasamanos a doble altura, interfonos de comunicación adaptados y pavimentos de tacto visual cerámico para facilitar sus desplazamientos. Y, por supuesto, de cuatro nuevos ascensores , de forma que Gran Vía forma parte del 70% de estaciones que cuentan con estos elementos. «Sabemos que no es suficiente y aspiramos a más, a llegar al 83%, a 250 estaciones», anunció Ayuso, que pretende instalar más de 100 nuevos ascensores en la red. Por ahora, existen 558 distribuidos en 206 instalaciones.
Viaje al siglo XX
La metamorfosis de Gran Vía brinda un salto al futuro y un viaje al pasado. El reconocido Antonio Palacios diseñó el templete cuya réplica decora el final de la calle Montera, así como la escalera y el ascensor que discurrían bajo el acceso y que descubrieron las excavaciones. En mayo de 1949, por un ‘cinquito’ (cinco céntimos) se podía utilizar esta boca de entrada, que se mantuvo hasta 1970. Un mural de azulejos que estampaba el escudo de Madrid en uno de los túneles de la Red de San Luis y una ristra de cabezas de leones que enmarcaban el hueco del ascensor son otras obras de Palacios que descansan ahora en el nivel intermedio de la estación, visibles al público.
En uno de los vestíbulos, frente a un mural de cerámica de Miguel Durán-Loriga , una reproducción de los años setenta y más de 6 metros de largo del templete original de Antonio Palacios, Ayuso se congratulaba de la reinauguración de la estación. La parada tiene «los contrastes que caracterizan a nuestra comunidad», «es una estación que habla con alma porque así es el Metro de Madrid, que hace ciudad y que hace región», es el reflejo de la «revolución económica y social que espera a Madrid en los próximos años». Después de tres años de parálisis, no cabía esperar menos.