Nebraska y otros establecimientos con historia que se despiden de Madrid

Antes, siguieron sus pasos la cervecería Santa Bárbara; Manila; el Café Comercial ; Riofrío; Zahara; California ... Nuevos dueños, la crisis económica, la inviabilidad de los proyectos o el ser locales de renta antigua influyeron en ello. Tiendas de telefonía o de moda rápida han sido, casi siempre, los sustitutos de los viejos cafés de antaño con solera por los que han pasado desde personajes ilustres hasta anónimos, cada uno de los cuales han ido dejando su impronta.

El Grupo Nebraska tuvo seis establecimientos, de los que mantenía abiertos cuatro – Bravo Murillo, Gran Vía, Goya y Alcalá – hasta el pasado martes. Con ellos, al igual que gran parte de los locales que nos han dicho adiós, trajo un aire de modernidad a la vetusta y gris capital de España. La cadena, que se fundó en 1955, impuso una nueva forma de decoración en las que destacaba la luz, el escay de los asientos que hacía que se quedaran pegadas las piernas al levantarse, las lámparas ahumadas, el acero...

Los p erritos calientes y las hamburguesas con sus salsas especiales se convirtieron en el santo y seña de esta casa a lo largo de sus 61 años de vida. Tenía un público fiel que acudía a merendar habitualmente y que ayer no daban crédito al cierre. En la cafetería más emblemática, la situada en el número 55 de la Gran Vía, en varios carteles pegados de forma improvisada, se leía: «Local cerrado al público de manera temporal», sembrando aún más la incertidumbre entre la clientela y entre los trabajadores. A muchos de estos últimos, que acumulan cuatro décadas de trabajo a sus espaldas entre las mesas y sillas o detrás de la barra, la noticia les había amargado un año apenas comenzado a pocos años de la jubilación. Se enteraron el lunes, la víspera de que la cafetería dejara de servir cafés para siempre.

Y todo ello, unas semanas después de que la sociedad propietaria, Nebraska Blanco Hermanos , fuera adquirida por el fondo Corpfin Capital Real Estate, dedicado a la inversión y gestión inmobiliaria. Sus dueños consideraron «inviable» la continuidad del negocio, alegando varios años de pérdidas, según informaron ayer.

La adquisición se produjo en diciembre y la compañía desembolsó 14,48 millones de euros en dos fases. En la primera, con un coste de 9,9 millones, se compraron los locales de Alcalá y Goya ; en la segunda, con 4,6 millones, se incorporó el negocio de Gran Vía. El de Bravo Murillo quedó excluido ya que era alquilado.

Los trabajadores fueron informados de la compra de los locales seis días después de su venta. La semana que viene conocerán el resultado de las negociaciones que mantienen con la propiedad. Esta, Corpfin Capital, aseguró ayer que la firma «seguirá analizando la situación del grupo de restauración » y las posibilidades que le ofrecen estos locales, que «podrían cambiar su uso al negocio comercial». Este grupo inmobiliario se dedica a la compra y remodelación de locales en zonas céntricas para alquilarlos posteriormente.

A finales de agosto fue la emblemática cervecería Santa Bárbara la que cerró el grifo sin dar explicaciones, en el edificio de estilo neomudéjar que proyectó el arquitecto Julián Marín a finales del siglo XIX, situado entre las calles de Goya y Alcalá. El mítico local, que ocupaba desde 1947 la Casa de las Bola s, hacía caja y no le faltaban parroquianos.

El edificio de estilo neomudéjar que proyectó el arquitecto Julián Marín a finales del siglo XIX, destacaba y atraía por sus cañas bien tiradas de cerveza de grifo y el marisco hicieron las delicias de clientes no solo del barrio sino de cualquier punto de la ciudad o turistas españoles y extranjeros a lo largo de sus 69 años de historia. Luis Sánchez Polack, el insuperable Tip , era uno de sus clientes más afamados, al igual que El Fary . «Me parece desastroso que lugares tan entrañables estén desapareciendo. La ciudad está perdiendo su esencia», decía entonces a ABC Isabel.

Lo mismo ocurrió con el mítico Café Comercial de la glorieta de Bilbao en julio de 2015, cuando sirvió su café más amargo tras 128 años de historia. Frecuentado por Antonio Machado , que tenía su mesa propia, al igual que Francisco Umbral , su historia estuvo ligada a la literatura, al cine y a las tertulias. Sus dueñas dijeron de un día para otro que no querían seguir con el negocio y se marcharon. El ambiente del local reflejaba el de la obra «La Colmena», de Camilo José Cela , y era el café más antiguo de Madrid. Ahora se anuncia su reapertura como bar-restaurante para este año. Sus nuevos propietarios van a reformarlo, pero al ser un inmueble protegido deben preservar gran parte de su arquitectura.

La última cafetería de las palmeritas, la cadena Manila, situada en La Vaguada, echó el cierre meses antes, en enero de 2016, ante lo elevado del alquiler después de 33 años: «40.000 euros al mes». La cadena aterrizó en Madrid hace 60 años, e introdujo las tortitas con nata, los sandwiches mixtos y los platos combinados, imponiendo un estilo neoyorquino de merienda.

En noviembre de 2014 Riofrío , en Colón, cerraba por culpa de la crisis. Famoso por sus pasteles y sus cristaleras pertenecía a la estirpe de los locales grandes y era muy frecuentado por periodistas, políticos y jueces y fiscales, debido a su situación.

Otro histórico que dijo adiós en febrero del año 2010 fue la cafetería Zahara , también en la Gran Vía, tras medio siglo de vida.