Madrid usará como abono en parques los árboles arrasados por Filomena
Los restos de los 800.000 ejemplares afectados se convierten en compost para regresar a las zonas verdes
Esta funcionalidad es sólo para registrados
Iniciar sesiónMiguel Ángel Morales, de 42 años, luce un traje fosforito para elevarse a más de 20 metros del suelo. Es uno de los brazos ejecutores del Ayuntamiento de Madrid que en las últimas semanas (y en las próximas) se encaraman a los árboles de la capital heridos por Filomena ... . La cuadrilla de Miguel Ángel ha repasado en una larga mañana una decena de pinos piñoneros de una calle residencial del distrito de Moncloa-Aravaca. Un pulpo metálico recoge y carga en un camión los restos, que tienen un nuevo destino. Dentro de ocho meses, la madera caída regresará a las zonas verdes convertida en abono .
El legado de una nevada histórica ha sido un desastre histórico, más aún en una capital que ostenta la plata de las ciudades más arboladas del mundo. «Alguna vez sí ha habido mucho trabajo, pero nunca tanto y tan general; esto es algo excepcional», asegura Miguel Ángel, operario municipal desde hace más una década. Minutos después, corta con una motosierra una gruesa rama, que cae al suelo con un golpe sordo. «El peligro está abajo, por todo lo que puedes romper», señala Miguel Ángel. Su equipo forma parte de los 3.800 operarios dedicados a inspeccionar las más de 5.000 calles arboladas de Madrid. Su jornada termina a las tres de la tarde, pero el trabajo continuará varias semanas. «Queda, queda...», suspira Miguel Ángel.
Un tercio del arbolado madrileño, alrededor de 800.000 ejemplares , presenta algún tipo de daño tras el paso de la borrasca. «Desde una situación extrema e irrecuperable hasta pérdida de ramas, que con poda y arboricultura se puede recuperar el árbol en un plazo de entre 3 y 4 años», explica el subdirector de Conservación de Zonas Verdes y Arbolado, Antonio Morcillo. La nieve ha sido la tumba de las coníferas , especies de hoja perenne donde se acumula el manto blanco; sobre todo, del pino piñonero. Los franceses lo llaman «parasol», por su copa ancha y circular, una fisiología que sucumbió a Filomena.
Morcillo, ingeniero de montes, conoce al detalle el proceso que comienza con la detección de las heridas de cada árbol y confía en que solo habrá que sustituir el 10 por ciento de los ejemplares dañados. La segunda vida del resto, así como de las miles de ramas caídas, empieza en la planta de compostaje de Migas Calientes , donde el tránsito de camiones no cesa. «En un año normal recibimos por estas fechas 40 toneladas, ahora pasamos las 200 toneladas», calcula el responsable del complejo, Jon Chivite.
La transformación de los desechos vegetales en compost , un abono que solo requiere agua y el trabajo de millones de bacterias, consta de cinco fases, cada una de ellas orquestada por ruidosa maquinaria. Tras la recepción del material, una desfibradora reduce las ramas a astillas, que luego se amontonan durante meses. La mayor parte de los 14.000 metros cuadrados de Migas Calientes —la dimensión de casi dos campos de fútbol— está ocupada por montañas y montañas de tonalidades ocre. El olor atraviesa las mascarillas, «a bosque, a tierra mojada», describe Morcillo.
Agua, calor y bacterias
Algunos montículos expulsan pequeñas columnas de vapor de agua. El interior puede alcanzar los 65ºC. «La fermentación se obtiene con humedad y temperatura. Se añade exclusivamente agua y oxígeno a través de sondas en el suelo», señala Morcillo. Los microorganismos —se estima que hay entre 60 y 70 millones de bacterias en un puñado de tierra— hacen el resto.
Entre seis y ocho meses después, y tras superar una etapa de volteado —una máquina revuelve y oxigena el material— y maduración, el proceso culmina con la clasificación entre compost y «mulch». Una cribadora separa el grano fino del abono de otro mantillo más grueso, decorativo, que impide el crecimiento de malas hierbas. «Todo esto vuelve otra vez a los parques» , concluye Morcillo.
Migas Calientes produce cada año 3.000 toneladas de compost a partir de 7.000 toneladas de materia orgánica. Este 2021, no obstante, sobrará abono para repartir. «Ya llevamos 2.000 toneladas en un mes y terminaremos con 3.000», apunta Chivite, deseoso de que el Ayuntamiento retire cuanto antes las dunas ya listas y así poder liberar espacio para el resto de la producción.
Límite de sesiones alcanzadas
- El acceso al contenido Premium está abierto por cortesía del establecimiento donde te encuentras, pero ahora mismo hay demasiados usuarios conectados a la vez. Por favor, inténtalo pasados unos minutos.
Has superado el límite de sesiones
- Sólo puedes tener tres sesiones iniciadas a la vez. Hemos cerrado la sesión más antigua para que sigas navegando sin límites en el resto.
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete
Esta funcionalidad es sólo para registrados
Iniciar sesiónEsta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete