Madrid, sin cenas: «Toca apretar los dientes y sobrevivir estas dos semanas, que serán duras»
Los restaurantes de la región estrenaron ayer nuevo horario de cierre, a las 21 horas, con preocupación y miedo a desaparecer
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Iniciar sesiónLas llamas de las estufas iluminan la decena de mesas que Raúl tiene instalada en la plaza del Dos de Mayo . Los clientes de su restaurante tratan de sentarse alrededor de ellas, al abrigo del fuego que los resguarde de las bajas temperaturas, ... mientras piden un refresco, una caña o el plato estrella del local: la pizza. Es el sitio más demandado en una terraza que, pese a ser lunes, se encuentra llena. En el interior, las comandas marchan a toda prisa para no hacer esperar a los clientes en la primera noche de las nuevas restricciones en la Comunidad de Madrid . Raúl, al igual que todos los hosteleros de la región, se ve obligado a bajar la persiana de su local y a levantar a los comensales de las mesas a las nueve. «Toca apretar los dientes, contener el aliento y sobrevivir estas próximas dos semanas , que serán muy duras. Lo estamos pasando muy mal y sin las cenas esto es casi una condena », afirma el responsable de la pizzería Sandos.
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El negocio familiar –regentado antes por sus padres y ahora por él y su mujer– se enfrenta a la que puede ser su peor crisis en los treinta años de historia y, a pesar de eso, Raúl se considera un privilegiado. «Debemos dar gracias a la ubicación y a poder tener una terraza, si no la tuviéramos estaríamos ya en la ruina, pero solo sobrevivimos, no estamos ganando dinero », indica tras la barra del negocio. Para intentar aguantar –su único propósito a día de hoy– han decidido «reinventar» el local, acoplar horarios (abriendo una hora antes) y, sobre todo, promocionar las pizzas. «Ya teníamos el servicio a domicilio antes de las nuevas limitaciones, pero los clientes debían venir a recogerlas. Ahora, nosotros también vamos a los domicilios y tratamos de hacer promociones . Todo por mantenernos», continúa el empresario.
La tarea no va a resultar sencilla. Tras meses cerrados el año pasado por el confinamiento domiciliario, el resurgir que veían se ha paralizado por el avance del coronavirus , trastocando sus planes. De sus seis empleados, uno está en ERTE de media jornada. Con pesar, si la situación se prolonga, ya se ha tenido que plantear el despido . «Haremos todo lo posible para que no suceda», dice. Sin el servicio de cenas estima que reducirá en un 30% su facturación diaria.
En el mismo enclave y una hora antes del cierre obligatorio , José, responsable del restaurante Cabreira, recorre el vacío interior con bolsas de basura en la mano. «Hay que recoger ya, tenerlo todo listo para echar la persiana a las nueve», explica. Entre las mesas de su terraza no hay ninguna libre. «Pero ya ves cómo está el interior. La gente tiene miedo a tomar algo dentro . Esta es la hora a la que salen del trabajo, la hora en la que apetece tomar una copa, y ya no vienen. Pero hay que aguantar, no podemos hacer otra cosa», concluye.
Ese «hay que aguantar» es la frase más repetida por todos los empresarios afectados, que todavía no asimilan cómo llegarán a final de mes, pagarán las facturas y harán frente a los sueldos de los empleados. José Antonio, dueño de La Fragua de Sebín, critica la falta de ayudas. «Han sido cero, pero los gastos, impuestos y facturas siguen siendo los mismas y los seguimos pagando», opina. Deja claro que, a día de hoy, ya no compensa abrir: «No podemos echar el freno, aunque sabemos que si no llega la normalidad no podremos aguantar mucho más . Lo hacemos por el cariño al negocio, que es el sueño en el que tanto hemos invertido ».
Yoanna, dueña de El Bigote del Greco, contiene el aliento. «Si llega un cierre mayor, para mí, supondría la desaparición », señala. «Tenemos un problema sanitario , que es la prioridad, pero no se entienden ciertas decisiones. ¿Cómo pagamos los mismos impuestos si se nos reduce la actividad?», se pregunta. «Ahora mismo solo arrastramos deudas , ni siquiera cubrimos los gastos», lamenta con impotencia.
La comida a domicilio tampoco es una opción para muchos, aunque les permitiría estar abiertos hasta medianoche . En una región que se ha vuelto fantasma pasadas las diez, solo el 25% de los establecimientos tienen implantado el servicio, según los datos de Hostelería Madrid. «Supone un pequeño parche , representa entre el 15 y el 10% de la cifra global de esos restaurantes», afirma Juan José Blardony, director de la asociación. El cierre parcial del sector sume a los hosteleros en un halo de nostalgia, recordando un pasado no tan lejano y con la vista en un futuro que parece no llegar.
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