COLONOS
Jimmy Barnatán: «En Madrid tú eras del bar donde estabas»
En este artista plural, renacentista entre algunos cócteles y cueros y anillos, se dan los mejores resabios de tres ciudades diversas. Su Santander de nacimiento, su Madrid de residencia y el Nueva York de sus amores. Barnatán, hijo de escritores, lo mismo se arranca por un blues que monta un show en Clamores con la temática del barman que quiso ser
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Iniciar sesiónEn este artista plural, renacentista entre cócteles y cueros y anillos, se dan los mejores resabios de tres ciudades diversas. Su Santander de nacimiento, su Madrid de residencia y el Nueva York de sus amores. Barnatán , hijo de escritores, lo mismo se arranca ... por un blues que monta un show en Clamores con la temática del barman que quiso ser. Hay quien lo ha visto en no pocas películas, y cuando quiere le da inspirado a la pluma. La coctelería es en él un viaje y un hogar, un 'no lugar' cálido. Aprecia otros tiempos de Madrid cuando «las desigualdades» no eran tan patentes. Ama y odia a Madrid y a sus otras ciudades según las horas del día. Aunque esta Capital, como él mismo confiesa con sonrisa golfa, sea una ficción .
¿Cómo es su Madrid?
Es la ciudad donde he crecido, con mis viajes largos a Santander y Nueva York. Es donde he ido al colegio, donde me he enamorado y donde me he casado. Es mi residencia. Es una ciudad afable que ha tenido momentos mejores más allá de lo político. Creo que ha tenido épocas más acogedoras que ahora, pero desde luego sigue siendo una de las grandes ciudades europeas. Y tiene un pedazo de mi corazón conquistado. Madrid también es la noche; es la noche desde la adolescencia. Es el Colegio Aldecoa, el Instituto Fortuny, Madrid son mis grandes amigos. Me pasa lo mismo con Santander y Nueva York. Las amas a algunas horas del día y también las odias. Son monedas metálicas. Tienen su doble cara. Hay veces que la odias y hay veces que las amas.
¿En qué año llegó?
Llevo toda mi vida en Madrid. Llegué de Santander con días. Mis ventrículos son santanderinos y mis aurículas neoyorquinas. Imagino que Madrid está en el hígado. Parte de mi corazón desde luego está en Madrid, si no sería absurdo vivir aquí sin querer a esta mujer porque, insisto, mi relación con las ciudades es casi de pareja. Madrid es el matrimonio que tengo, y Nueva York es mi amante, y Santander es el amor de la infancia. Ese amor que queda en un recodo de la memoria, precioso, que cuido y que a menudo llamo para ser feliz.
¿Dónde cree que Madrid afina?
Afina precisamente en la mezcla. Hubo un tiempo que nadie te preguntaba de dónde eras. Tú eras del bar donde estabas.
¿Esa época ha pasado ya?
Sí, lamentablemente. Sigue conservando ese espíritu. Pero ha pasado. Te miran raro si dices que eres de no sé dónde.
¿Y dónde desafina?
Veo una desigualdad muy exagerada y me da miedo que llegue a los índices que tiene Nueva York. De repente hay una brecha mucho más visible. Eso no me gusta, ver a gente inmensamente rica y gente lamentablemente pobre. Y notarlo en calle. Eso creo que a nadie le debe de gustar.
¿Qué trocito de la ciudad es el más suyo?
El Dry Bar en la calle del Pez. He de decir que estoy muy cómodo porque me recuerda a otros lugares: eso es una virtud que tiene Madrid y en eso se parece a Nueva York. Tú puedes estar como en este caso en Londres tomándome un cóctel excelente preparado por Alberto o te desplazas un poco al barrio de Salamanca y estás en París, o paseas por algunas traseras de la Castellana y puedes estar en Buenos Aires. Es una de las grandes virtudes de Madrid. Mi rincón es el Dry Bar.
Hablemos de su show, el 'Bar Natán'.
Desde que era pequeño quería tener un bar. No preguntes por qué, la vida del hostelero es muy sacrificada y yo siempre he sido muy cómodo. Empezó siendo un podcast para la SER, empezamos con Luis Alberto de Cuenca, O'Dogherty, con Belén Cuesta y Nat Simons, y fue tan bien que decidimos hacer un espectáculo. El Bar Natán es un bar que va donde tú quieras que vaya. En Madrid en la sala Clamores. Suena blues, saben lo que quieres beber tú, lo que bebo yo, hay un whisky Sackman, que está hecho en España; el Bar Natán es el templo donde me gusta ir a beber. Es lo que tienen los bares: son los nuevos templos, donde hay conversación, donde el barman es un padre para las almas solitarias, que hay mucha gente sola en Madrid. A mí es lo que más miedo me da es la soledad. En el Bar Natán consigo mitigar ambas cosas. Tengo muchos amigos, desde David Summers a Pablo Carbonell, Johnny Burning… han sido incontables. Con Summers cantamos boleros. Tengo la parte buena del hostelero. Es una ficción, como yo, que también soy una ficción.
¿Madrid es una ficción?
Sí. Y merece la pena porque las conversaciones son muy particulares.
¿Cómo suena Madrid?
A blues, a jazz , a tango… A un tango castizo. Madrid suena muy bien, suena a rock, a Los Burning .
¿En Madrid se puede ser feliz?
Por supuesto. En Madrid soy razonablemente feliz. Las ciudades tienen una velocidad que genera algo de ansiedad, que también provocan las redes, la publicidad… eso acaba con la felicidad de todo el mundo. Y también está generando muchos fracasados mentales. Tienes que conseguir tus sueños, pero es que son sueños. Yo quería ganar un Óscar... cómo voy yo a ganar un Óscar. A lo mejor tú quieres correr la banda como Gento, 'come on'.
¿A qué sabe Madrid?
En este momento, a Campari, a Martini y Jack Daniel’s… Sabe a victoria, muchacho. Sabe a algún cóctel rico que tenga bien de grados.
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