Desescalada en Barajas: los vuelos no alcanzarán el 85% de los niveles precovid hasta febrero de 2021

Desde Aena confían en la buena marcha del proceso y continúan implementando diferentes medidas al ritmo que marcan las autoridades sanitarias y de movilidad. En ese sentido, cuentan ya con las guías de recomendaciones de la Comisión Europea y el «Protocolo de Seguridad Sanitario», redactado por la Agencia de Seguridad Aérea de la Unión Europea (EASA) y el Centro Europeo para la Prevención y Control de Enfermedades (ECDC), para homogeneizar las acciones en el sector aeronáutico a nivel europeo.

Además de las tareas de limpieza y desinfección, el uso obligatorio de mascarilla, la distancia de seguridad de 1,5 metros, los medios de protección, señalización e información y la adaptación de procesos e infraestructuras, el gestor aeroportuario constituyó en abril el Grupo de Recuperación Operativa (GRO), en el que participan también las compañías aéreas, con el objetivo de que, «en el momento en que se levanten las limitaciones a la movilidad y siempre con las condiciones estipuladas por Sanidad, las operaciones se puedan recuperar de forma ágil y segura y generen confianza en los pasajeros y trabajadores».

Concentrada la actividad en la T4, Aena solo permite el acceso a la base a empleados y viajeros, que deben despedirse de sus acompañantes en la puerta, salvo casos especiales como las personas con movilidad reducida o menores. «Ante todo, prima el sentido común», asegura el gestor. La Torre de Control Norte continúa funcionando al ralentí, con solo una posición de vigilancia abierta . No obstante, en caso de registrarse algún pico estos días, se abriría una segunda e, incluso, una tercera, si las necesidades del tráfico así lo demandasen.

La plantilla de controladores, repartida hasta ahora en dos bloques estancos, de dos turnos cada uno (día y noche), y seis profesionales en total, aumentará en junio a más de 15 operarios , que desempeñarán su labor en tres franjas horarias, explican desde la Asociación Profesional de Controladores de Tránsito Aéreo (Aprocta). Las cuatro pistas del aeropuerto siguen al 50%: dos operativas y dos sin uso, aunque disponibles para entrar «en cualquier momento» en funcionamiento.

Mientras, el trasiego de pasajeros es muy reducido. La mayoría de operaciones responden a vuelos de carga, repatriaciones y comerciales que cumplen con las excepciones de movilidad marcadas. Precisamente, son los destinados al transporte de material sanitario los que mayores cifras han registrado: 278, entre el 1 de abril y el 28 de mayo. Por su parte, los destinados al traslado de ciudadanos extranjeros a sus países de origen, así como los de regreso de españoles varados en el exterior, han alcanzado los 231.

Es en este segundo grupo donde se encuadran viajeros como Guadalupe Castillo, natural de Sevilla, pero asentada en la isla de Mallorca. Después de casi tres meses en la paradisíaca isla de Ko Pha Ngan (Tailandia) , esta mujer de 44 años ha tenido que regresar a España para incorporarse a su puesto de trabajo como chef de barco privado. «Para volver, he tenido que coger un avión en Bangkok, otro en Ámsterdam y ahora estoy esperando el enlace en Madrid para llegar casa», cuenta sonriente.

Tanto a ella, como a Arturo Coro, cubano de 67 años y recién llegado desde Miami tras extender su viaje un mes obligado por las circunstancias, les han tomado la temperatura nada más pisar la base. Los dos han viajado en sus respectivas rutas ataviados con mascarillas; si bien, no todos los vuelos han sido de la misma manera: «El último desde Ámsterdam iba bastante lleno», añade Guadalupe, aún maravillada por el alargue «forzoso» de sus vacaciones.

Situación opuesta es la de Héctor Valdivia, sin dinero y sintiéndose abandonado por la aerolínea chilena que le tenía que haber llevado de vuelta a su país el pasado 15 de abril. Provisto de su guitarra y varias maletas, espera junto a una amiga el ansiado retorno: «El último mes lo hemos pasado de albergue en albergue». Los pocos aviones, como el suyo, que despegan o aterrizan en Barajas, contrastan con las numerosas naves estacionadas a lo largo de los más de 42 kilómetros cuadrados de superficie de la base.

De hecho, el aeropuerto madrileño se ha convertido, junto al de Estambul (Turquía), en el mayor aparcamiento de estos aparatos, según datos de Eurocontrol. A mediados de abril, la cifra ascendía a 177. En marzo, Aena decidió aplazar el pago de las tarifas de estacionamiento durante seis meses, a fin de aliviar el duro trance en el que se encuentran inmersas las compañías.