Crimen en Chapinería: una herramienta y sangre en el sofá, claves para detener a África y «El Loco»
La Guardia Civil los detuvo ayer, tras tenerlos desde el principio de la investigación en el punto de mira
Cruz Morcillo y Carlota Barcala
África y Emilio se conocieron hace tan solo nueve meses. Pronto se fueron a vivir juntos y hace treinta días decidieron mudarse a casa de Marisa, la madre de África, en Chapinería, pero la felicidad les duró poco. Dos semanas después de su ... llegada, la hija y su novio terminaron, presuntamente, con la vida de la septuagenaria, a la que mataron, descuartizaron y enterraron en un encinar de la localidad. La Guardia Civil los detuvo ayer, tras tenerlos desde el principio de la investigación en el punto de mira.
En torno a la una de la tarde se produjo el primer arresto, el de Emilio, apodado como «El Loco», tras hallar evidencias en su contra durante el registro de la vivienda y ante el riesgo de fuga. Era el principal sospechoso. A pesar de que hacía dos días que había abandonado la vivienda, los agentes del grupo de Homicidios de la Guardia Civil lo tenían localizado. Tras su detención, fue trasladado a los calabozos de la Comandancia de Tres Cantos.
Cinco horas después, una vez concluyó la inspección ocular, engrilletaron a África. La acusan de ser la coautora del asesinato. La primera versión que dio, antes de ser arrestada, es que el 25 de julio los tres estuvieron bebiendo alcohol por el pueblo. La «fiesta» se trasladó de noche al chalé, ubicado en el número 2 de la calle del Pozo Airón. Según su versión, entrada la madrugada se fue a dormir, y Marisa y «El Loco» continuaron en la planta baja. No sabe qué pasó después. Al día siguiente, cuando no vio a su madre, pensó que se había ido de la vivienda. Las desavenencias eran constantes, por eso ni siquiera la llamó. Su hermana, Marisa, fue la que se inquietó al no tener noticias de la progenitora y presentó una denuncia por desaparición el 30 de julio.
Las más de diez horas de registro dieron sus frutos cuando los investigadores encontraron sangre en la tela del sofá, que alguien había intentado cambiar. También hallaron una herramienta con restos biológicos que, a falta de los análisis, podría ser el arma del crimen. De momento, por la poca sangre que había, descartan que la vivienda fuese el escenario del descuartizamiento . Esto encajaría con la versión de los vecinos, que aseguraron que la última noche que vieron con vida a Marisa su hija la llevaba agarrada y la metió en su coche. «Pensábamos que se encontraba mal o que había bebido más de la cuenta», contaron a este diario. Los tres tendrían problemas de adicciones.
El macabro hallazgo, a solo 500 metros a pie de la vivienda familiar, se produjo este martes por la noche, alrededor de las nueve. Fue un vecino, que paseaba a su perro por el encinar del Camino de las Maderas, el que descubrió un pie que sobresalía de la tierra, al lado de unos matorrales. Inmediatamente dio la voz de alarma. Hasta el lugar se desplazaron, en un primer momento, agentes del cuartel de Navas del Rey y, finalmente, el grupo de Homicidios de la Benemérita. Los agentes encontraron más restos, entre los que no está la cabeza, repartidos por el terreno y envueltos en bolsas de plástico.
El avanzado estado de descomposición del cuerpo, casi sin tejido epitelial, dificultó la identificación. Fue una de las nietas de la finada la que el miércoles se desplazó al Anatómico Forense para tratar de decir si era su abuela. Los trabajos de la autopsia se centraron en intentar conseguir huellas dactilares a través de la poca piel que le quedaba en las extremidades.
La relación de Marisa con sus hijas era tensa. En el chalé en el que residió durante veinte años, hasta el final de sus días, se sucedían las peleas. Otros moradores aseveran que las discusiones, gritos e incluso amenazas de muerte ya no les sorprendían. Ahora, la Guardia Civil trata de dilucidar el móvil del asesinato, aunque todo apunta a un asunto económico. «Juro por Dios que no tengo nada que ver con la muerte de mi madre», dijo África, sin poder contener las lágrimas, a Telemadrid horas antes de ser detenida.
Frente a las cámaras explicó que sospechaba «de todo el mundo», incluso de «El Loco», al que calificó como su exnovio y sobre el que, según ella, pesaba una orden de alejamiento. Este extremo no ha sido confirmado por la Guardia Civil. «No sé lo que le ha podido pasar a mi madre. No tenía casi relación. Siempre he estado fuera y las tres nos llevábamos fatal. Ella bebía mucho y tomaba muchas pastillas», intentó justificar África. Las lágrimas que derramó resultaron ser de cocodrilo, a tenor del resultado de la investigación.
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