La confianza de los ‘tabernarios’ madridistas, con el aforo limitado
En los los aledaños del Bernabéu, no tienen duda: «Que sí, que ganamos la Liga»
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Iniciar sesiónMadrid es, en la víspera de Neptuno/Cibeles, una teoría de bares y de bufandas. Las caras de jindama en unos, el pánico en otros y sobre los atléticos sobrevolando eso que Jorge Valdano, con su psicología de baratillo, llamó el miedo escénico. La ... Liga ha sido larga, y pandémica . Y en esos mismos bares, previo pago por emisión, los parroquianos han visto esos estadios vacíos, el eco del VAR (sic) y un croma complejo para dar la vaga sensación de que hay público. El vacío de los estadios, sí, pero también el rugido de las tascas y de los «tabernarios» que dice Tezanos en su compleja relación con la quiniela y las previsiones. Tabernarios vikingos y colchoneros , en otra cita con la Historia de la ciudad, esa Historia que pasa y viene pasando por las tascas. Mucho antes del fútbol.
La taberna, como concepto, es indisociable del fútbol. Vean, si no, el Bar Nilo de Nápoles, donde se custodia un pelo de Diego Armando Maradon a como si fuese una reliquia sagrada. Precisamente hace un sol napolitano en las obras del Santiago Bernabéu y sobre los garitos de la previa chapados, en su mayoría, por el Covid y el fútbol profiláctico. Un sol que pasa hoy por la rodilla ‘viejoven’ de Sergio Ramos , por las dudas metafísicas y galas de Zinedine Zidane (y Ramos) sobre el futuro. Por lo que pueda hacer el Villarreal en el Chamartín distópico de Valdebebas y por esa tarde de los transistores, hoy mismo, que pasa también por el campo de la pulmonía, el Nuevo Zorrilla, donde el Valladolid depende de la carambola y de la diplomacia paralela para sobrevivir. Por eso el hijo del mítico Losco, en su Can Patas, andará con la radio infartándose mientras que Pepe Domingo Castaño, nos anuncia por WhatsApp un «sábado, sabadón». Eso mismo.
Con su retórica, marca de la casa, también José María García advierte de lo que va a vivir hoy Madrid entero, España entera: «A caballo regalado no se le mira el diente... Cholo, Zidane y un tapado, RONALDO el gordo». Igual la maldición de Tenerife tiene su anverso en este año como de posguerra.
La familia
También habrá rivalidades, cañas sin cobrar, reproches amados y cruzados en el Bar Marathon, en la trasera de la Paloma , donde tras la barra hay un madridista y un atlético, José y Ángel, familia política, que representan la dualidad de esta ciudad que no para. Y una reproducción de la Paloma encima de la máquina de tabaco que verá cómo a la atardecida habrá felicidad madrileña. Que eso es seguro. Con las célebres revolconas y el televisor con dos bufandas de cada equipo.
En realidad, todo este jaleillo de tascas y fútbol no es más que la vuelta a la vida, con todas las mascarillas y todos los geles que se quiera. Pero vuelta a la vida. Y consígnese que si no hay merchandising madridista o atlético, el bar es menos bar. Al menos en esta ciudad. Háblese también de dos bares muy especiales, enemigos íntimos, que se tocan en La Elipa : el bar Los Amigos y su némesis próxima, Los Enemigos. Y ahí andan, o felices o requemados por lo de las Champions.
Y vayamos a lo que los redichos narradores deportivos llamábamos «los aledaños». Los aledaños del Santiago Bernabéu. Vayamos concretando y entremos en este viaje al Akí Madrid , donde atiende Paula con una camiseta firmada y no le duelen prendas en decir que sí, «que ganamos la Liga», y que al Atlético le entrará su sempiterno bloqueo psicológico de las horas trascendentales. Paula tiene todo reservado , que las reservas son la nueva normalidad de los hinchas y de los bares. Paula también pone desayunos a los ‘currelas’ de las obras del Bernabéu y corrobora una sospecha: los del andamio, «andaluces y extranjeros», son merengones. Paula cuenta que hay muchos arquitectos jubilados que hacen fotos del estadio y que se ha colgado un vídeo en Youtube.
Butragueño en México
La trasera del templo, en obras, tiene algo desolador. Negocios que no abren, y los que abren, con las imposiciones, ya no ponen el fútbol. Es lo que opina José, de Casa Puebla, entre retratos de un Carvajal –el otro– que es fotógrafo taurino y a dos metros de un lienzo del estadio donde salen todos: piperos y gente de bien. José no va a poner el partido . «Total para qué, aquí entraban 80 o 90 y ahora hay que sentar a la gente con un aforo de 30». A José se le promete una foto de Juanito toreando, que no vemos en su negocio , pero sí que se ve una camiseta firmada y un póster de Butragueño . Cuando el ‘Buitre’ jugó en el Atlético Celaya y mirando de frente a dos instantáneas taurinas: una de Curro dando un pase de pecho a un toro lejano, otra de Espartaco besando un pitón.
En la televisión donde se deberían ver los partidos cruzados, ahora resuena el canal de los documentales canallas. L a parroquia de Casa Puebla se reitera en «que somos del Madrid coño, pero no saques fotos». Un platazo de berberechos, de los berberechos que refuta Carmen Calvo, salen a 16 euros según reza un azulejo. Dan boquerones de Málaga y Raúl, con la camiseta de Teka, manda a callar a la verita de Zidane cuando el gol de Glasgow. Los bares, como se decía, andan «todos a punto a rebosar». Todo lo que se pueda rebosar una barra que no es barra en los estertores de la pandemia.
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