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Cifuentes acabará con la interinidad del PP de Madrid en pleno puente de San José

Debe dejar la gestora antes del Congreso Regional, que será del 17 al 19 de marzo

La presidenta regional, Cristina Cifuentes, a la entrada del Metro de Madrid COMUNIDAD DE MADRID
Sara Medialdea

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Cuando falta un mes para el Congreso Nacional del PP, y dos para el regional -que será, según se supo ayer , los días 17, 18 y 19 de mar zo-, las tensiones internas afloran en el PP. El partido conservador lleva casi un año dirigido por una gestora, que preside Cristina Cifuentes , desde que dimitieran la presidenta regional, Esperanza Aguirre. La situación de interinidad de Cifuentes llega a su fin, lo que inquieta a algunos sectores del partido, que han aprovechado su propuesta de aplicar la fórmula «un militante, un voto» a la hora de elegir al líder nacional -propuesta que hoy será avalada por la g estora- para cargar contra ella, recordándole que «no representa al PP todavía», ya que no está legitimada por una elección en congreso.

«Hay malestar», señalan dirigentes populares madrileños, que consideran «frívolo» que Cifuentes plantee sus enmiendas «en nombre de un partido que no dirige». Incluso algunos recuerdan que «debe dimitir ya como presidenta de la gestora», porque de lo contrario «estará jugando con ventaja», al «utilizar el Congreso Nacional para entronizarse».

Pero esta opinión no es compartida por todo el partido; de hecho, hay quienes creen que cuando finalmente anuncie su intención de presentarse como candidata a presidir el partido -lo que no está previsto hasta después del Congreso Nacional del 10 de febrero-, «en Madrid, Cifuentes tiene todo ganado» y presentarse contra ella «sería hacerse el harakiri». Recuerdan que desde su posición ha actuado «con inteligencia», contando con muchas personas del partido para las distintas responsabilidades autonómicas.

La «fórmula Pío»

Hay en el PP madrileño quien añora los tiempos en que se utilizaba la «fórmula Pío» -por el nombre del presidente regional de aquel momento , Pío García-Escudero - para repartir el poder interno en el partido y evitar la acumulación del mismo en las mismas manos. Esta fórmula se basaba en que la persona que dirigía el partido y la que presidía el Gobierno regional -cuando gobernaba el PP- fueran distintas.

Pero fue Esperanza Aguirre la que, al convertirse en jefa del Ejecutivo autonómico, reclamó para sí la presidencia del partido en la región, alegando que este era el modelo que se repetía en el resto de comunidades. Ruiz-Gallardó n -alcalde madrileño por aquel entonces- lo intentó impedir, con la candidatura alternativa de Manuel Cobo -su hombre de confianza- para dirigir el PP, pero la operación concluyó en fracaso y Aguirre ocupó ambos cargos.

Diferente reacción

Por encima de este debate de fondo, el detonante de la tensión acumulada en el seno popular ha sido la enmienda sobre la elección directa del líder nacional por los militantes, algo que llevan años planteando diversos sectores del PP -en Madrid lo hizo Íñigo Henríquez de Luna ya para el Congreso Nacional de 2008 - y que ahora hay quien critica por considerar que «se hace como una moda, por tacticismo».

Un argumento que otros rechazan por considerar que esta forma de actuar «es lo normal en una democracia abierta», y sólo se oponen a ella «los que tienen miedo ». Desde la gestora incluso apuntan: «Cifuentes siempre lo ha defendido, y nadie ha contestado jamás, ni ha puesto ningún reparo».

«Cifuentes siempre ha defendido la fórmula "un militante, un voto", y nadie ha contestado jamás, ni ha puesto ningún reparo»

La propia secretaria general del PP, María Dolores de Cospedal, ha templado la polémica, al calificar la propuesta de la presidenta madrileña como «dentro de la normalidad», y apuntar que se podría llegar a «una transaccional» -negociar algunos cambios en la misma- para aprobarla. La misma idea en que insistían desde la Dirección Nacional del PP. Cifuentes ha agradecido estas palabras de Cospedal, y ha defendido la posibilidad de negociar y también la de votar si no se consigue llegar a acuerdos, para que sea la mayoría la que tome las decisiones, «como tiene que ser y siempre ha sido».

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