Madrid/
Los rincones artísticos de la Bolsa
El palacio de la plaza de la Lealtad atesora la historia de la economía de los últimos 120 años
María isabel serrano
No hay día que no abra los informativos y que no se vea su foto en la prensa nacional y extranjera. Son momentos de tensión y de incertidumbre. De un tal «riesgo» y de su «prima » que ... nos traen a maltraer. Cotizaciones que suben y bajan. Que nos hacen contener el aliento. El Ibex. Descalabros. Y una ración de esperanza. Aquí, en el Parquet, se respira hoy una sorprendente calma. Será la grandeza de un palacio que, impasible, sigue contando la historia financiera y bursátil de nuestro país durante los últimos 120 años. Sí, entramos en la Bolsa de Madrid .
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Desde la reforma de la Ley del Mercado de Valores de 1988 en este Parquet no hay corros, brokers ni toque de campanas . Pero está vivo porque las cotizaciones (en verde, rojo y naranja) siguen correteando por todo el anillo inferior del techo.
Los campanazos
Muy cerca, el panel de Ibex, que hoy anda como un yo-yó, y esa prima de riesgo volviendo a pasar de los 500 puntos básicos. Para echarse a temblar, aunque los «barandilleros» que acuden cada jornada al Palacio no tienen cara de mucho mosqueo. « Tranquilidad . Todo pasa», nos dice uno de ellos sin perder de vista los valores de Inditex, que sigue como un tiro.
«En este Parquet ya solo se toca la campana cuando hay una nueva salida a Bolsa», nos cuentan Ignacio López y Miguel Medondo, del equipo de marketing de esta institución madrileña. Con la crisis, desde julio de 2011 aquí no se ha escuchado ningún campanazo. «Este Palacio es un símbolo . El templo de la economía. Aquí no hay operaciones bursátiles. Se han trasladado a las oficinas en las Rozas porque el mundo de los valores ya está totalmente informatizado. Eso sí, es el corazón de la Bolsa», presume Miguel Menondo.
El Palacio de la Bolsa fue inaugurado por la regente María Cristina (su hijo, Alfonso XIII era aún muy pequeño), el 7 de mayo de 1893. Entonces, las operaciones bursátiles se realizaban en casas particulares, conventos o, incluso, en el circo ecuestre Paul (calle Barquillo) que, con los años, se transformaría en el Circo Price.
Se construyó, en 1886, el arquitecto Enrique María de Repullés que, como hijo que era de un agente de cambio y bolsa, quiso un espacio y una atmósfera basilical y luminosa para evitar nervios y estrés. Lo de los aspavientos se ve que no es de ahora. Diseñó este palacio con mucho vidrio al que, por pesado, le puso guías de hierro en lugar de madera, una idea que le vino de la Torre Eiffel.
(El reportaje íntegro sobre los tesoros de la Bolsa en nuestro ABC impreso)
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