El auge de las plataformas VTC deja en Madrid un ‘rally urbano’ con aparatosos accidentes
El uso excesivo del GPS y la falta de experiencia de algunos conductores, entre las principales causas
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Iniciar sesiónTres jóvenes aguardan a las puertas de La Riviera la llegada de un Uber que nunca llegará. Quedará cerca de la popular discoteca, aunque no servirá de nada. El pequeño cochecito que circula por la ‘app’ del teléfono móvil entrará en escena tras el paso ... del conductor por el puente de Segovia. Pero algo saldrá mal, cuando, lejos de doblar por el paseo bajo de la Virgen del Puerto, el negro vehículo gire a la derecha 50 metros antes por uno de los márgenes peatonales del río Manzanares. Y ahí ya no habrá marcha atrás. «No me lo puedo creer. Me descojono. Nuestro Uber se ha quedado atascado en las escaleras, ‘bro’», gritarán entonces los afectados, con el turismo, claro está, encallado al fondo.
Este singular accidente es uno de los últimos registrados en los que se han visto vehículos de alquiler con conductor (VTC) involucrados. La semana pasada, otro de estos coches, multiplicados en la capital tras la explosión de plataformas como Uber y Cabify, tenía que ser rescatado por los Bomberos del Ayuntamiento de Madrid al pasar por encima de un bolardo en el barrio de Argüelles. Y en la madrugada del sábado al domingo, sin ir más lejos, dos de estos automóviles colisionaban en plena Gran Vía, con tal virulencia que uno de los afectados terminaría volcado sobre un costado en la calzada. Pese a la gravedad del impacto, no hubo que lamentar heridos.
La encrucijada, coinciden las fuentes de tráfico consultadas, es notoria. El crecimiento desmedido de licencias VTC ha provocado un efecto dominó: a más vehículos, más demanda y más percances en extrañas circunstancias. «Son más aparatosos que lesivos», añaden las mismas fuentes, conscientes del riesgo que entraña conducir siempre al dictado del GPS. Desde Unauto VTC, la patronal mayoritaria de este tipo de empresas, se defienden. «El navegador sirve para ver el tráfico en tiempo real, no es necesario aprenderte el callejero como dicen los taxistas; de hecho, ellos también lo usan», explica su presidente, Eduardo Martín.
Cuestionado por los siniestros más recientes, el líder de esta asociación solo reconoce uno: el caso de un Uber que este verano se lanzó por las escaleras de la entrada principal del Hospital 12 de Octubre. Los bomberos tuvieron que acordonar la zona, al hundirse varios escalones, y remolcar el vehículo. Con todo, en Unauto tienen claro que «muchas de las imágenes publicadas en redes han sido previamente manipuladas». Martín advierte de la beligerancia de un grupo minoritario de taxistas que cargan contra el sector de las VTC cada vez que sale una noticia a su favor, y sostiene que los accidentes se producen «porque son coches que pasan muchas horas en la calle».
Una VCT de la plataforma Uber baja por las escaleras del Hospital 12 de Octubre
— SocialDrive (@SocialDrive_es) August 29, 2021
📹 Madrid pic.twitter.com/4HR9wpMtK8
Al otro lado del ring, el gremio del taxi apunta a la falta de profesionalidad de algunos conductores, a las elevadas jornadas de trabajo y al nulo conocimiento de los itinerarios. «Hay coches VTC con la letra ‘L’ y eso no aporta ninguna garantía», asegura el presidente de la Federación Profesional del Taxi de Madrid (FPTM), Julio Sanz, convencido de la necesidad de implantar exámenes similares a los que sus compañeros deben superar: «En el taxi es imprescindible al menos un año de antigüedad para tener la posibilidad de presentarse». Exámenes, añade, que no aprueban más allá del 35% de los convocados.
Críticas y contraataques
Respecto a las horas trabajadas, Sanz recalca que los conductores son la parte más débil de las VTC, «auténticos esclavos que pueden estar al volante un mínimo de 12 horas diarias». Declaraciones, todas, desmentidas por Unauto al catalogar de «bulos» las palabras vertidas. «En Madrid tenemos un convenio que fue aprobado por el Sindicato Libre de Transporte (SLT) y estamos trabajando en una nueva mesa de negociación con los conductores», rebate Martín, antes de pasar al contraataque. «Me sorprende que los taxistas hablen de trabajar muchas horas cuando en las VTC es muy fácil comprobar este dato. En cambio, ellos no tienen un sistema telemático que monitorice sus jornadas, cotizan por el mínimo, pagan a los trabajadores en negro, no abonan nocturnidades ni despidos...».
La seguridad de los vehículos es otro de los caballos de batalla. Mientras los chóferes tradicionales denuncian que no todos los VTC pasan la ITV anualmente (cada seis meses si el turismo tiene más de cuatro años), como están obligados al ser servicio público; en Unauto refutan esta acusación al considerarla parte de la estrategia de mentiras que difunden sus competidores. «Cumplimos con la normativa y es fácilmente demostrable», sentencia su responsable. A nivel local, la Policía de Alcorcón denunció el jueves a un conductor de VTC e inmovilizó su vehículo, tras observar el vasto desgaste de uno de sus neumáticos.
Más allá de los argumentos esgrimidos por uno y otro bando, lo cierto es que las extravagantes maniobras a manos de VTC no son una novedad en las calles de la capital. En enero de 2020, este periódico destapaba la controversia con los escalones ‘malditos’ de la plaza de Pedro Zerolo, en pleno corazón de Chueca. Entonces, un Toyota negro metalizado quedaba atrapado al final del pasillo peatonal que atraviesa el enclave por la cara norte. El vehículo, que había doblado a la derecha en el esquinazo de la calle de Costanilla de los Capuchinos y la propia plaza, como si de una vía de circulación más se tratase, tuvo que ser remolcado. Y no era el primero.
Cerca de allí, en la plaza del Dos de Mayo, al menos dos pilotos más también cayeron en barrena. En ambos casos, los afectados continuaron de frente al final de la calle de Ruiz (en lugar de girar a la derecha al llegar a la plaza) hasta toparse con las escaleras que bajan hacia el monumento dedicado a Daoiz y Velarde. De nuevo, los Bomberos y una grúa municipal tuvieron que emplearse a fondo.
Este particular ‘rally urbano’, frenado en seco tras la irrupción de la pandemia, parece haber vuelto por sus fueros a tenor de los últimos siniestros. Escaleras, bolardos, sendas peatonales o calles en dirección prohibida (como el último caso registrado el lunes de la semana pasada, cuando un automóvil accedía en dirección contraria a la calle de la Farmacia tras doblar por error desde Fuencarral) dibujan un abanico de situaciones insólitas, que no por surrealistas, dejan de ser peligrosas.
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