Cartas al alcalde
Cuesta de Moyano, un puerto sin agua
Madrid no sólo no tiene playa, sino que no tiene un grifo para necesidad y alivio de los libreros
Un lector ojea un libro en un puesto de la Cuesta de Moyano
Alguna vez hemos escrito aquí, alcalde, que la Cuesta de Moyano es la calle de Preciados, pero al revés. Quiero decir que Preciados es un zoco de sastrerías de último trimestre, mientras que Moyano es un puerto de bibliómanos de siempre , donde ... Rubén Darío vale un euro. Pero ocurre que nuestro puerto primero y último de libros de la ciudad, la histórica Cuesta de Moyano, malvive sin agua, desde hace un año, con lo que Madrid no sólo no tiene playa, según ya sabíamos, sino que no tiene un grifo para necesidad y alivio de los libreros y los paseantes, según sabemos ahora, con estupor y escándalo.
Es grave lo del grifo, alcalde. El problema cumple un año y ya procede que se mueva quien proceda, en el ayuntamiento y también en el Canal de Isabel II , que también sostiene mano y culpa en esto de la grifería que no funciona ahí mismo donde un día paseara don Pío Baroja, echando el ojo crítico a la papelería editorial . Yo sé que durante la pandemia el ayuntamiento ha comprendido algunas desesperaciones de los pacientes libreros de este sitio, empezando o acabando por la asfixia fiscal , pero es inaplazable que la Cuesta de Moyano tenga unos baños de rigor, que ahora son naturalmente inútiles, por la falta de agua, y también una iluminación cabal, porque la iluminación de la calle sólo sirve para orientarse en el paso, y a veces ni eso.
Es más, yo creo, alcalde, que la Cuesta de Moyano, que es la calle más leída de Madrid, según la acuñación inolvidable y siempre vigente de Francisco Umbral , debiera tener un kiosco o café a modo, para componer ahí la tertulia espontánea, o no tanto, igual que los hay en el paseo de Recoletos, o en otros bulevares de la ciudad. Comprar un libro es una liturgia, y en la Cuesta de Moyano esta liturgia reúne tradición de oro, donde se cruzan paseantes que son poetas y libreros que son evangelistas del pensamiento , o la emoción, o la belleza, o todo eso junto. Igual lo del café hay que ir remirándolo con algo de demora, alcalde, pero lo de la grifería es urgencia del anteayer del abril pasado. El puerto literario de Madrid no tiene agua.
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