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Los 11.000 arquitectos de Madrid eligen decano y futuro en las urnas: estos son los candidatos y sus propuestas

Los aspirantes coinciden en algunos problemas como los bajos honorarios, el intrusismo y el reto de rentabilizar la actual sede

Patio del Colegio Oficial de Arquitectos de Madrid (COAM) Jaime García
Sara Medialdea

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El Colegio Oficial de Arquitectos de Madrid ha convocado a sus colegiados para elegir a quien ocupe el decanato los próximos tres años. ABC ha hablado con los cuatro candidatos. Coinciden en el diagnóstico: problemas como los bajos honorarios, el intrusismo y el reto de rentabilizar la actual sede.

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Ignacio Gil

Sigfrido Herráez: «Quiero un Colegio hacia afuera que haga recuperar prestigio a la profesión»

Llegó al COAM como decano hace año y medio, tras un terremoto interno que obligó al cese del anterior equipo. Quiere continuar la tarea iniciada con vistas a «defender la profesión a que amamos».

–Es el actual decano. ¿Porqué quiere continuar en el cargo?

–La idea fundamental de la candidatura es que tenemos una idea de Colegio y llevamos año y medio iniciando una serie de cuestiones que ahora queremos concluir. Un ejemplo es la Oficina de Rehabilitación, que hemos iniciado pero ahora firmamos con la Comunidad y empieza a echar una mano en esta materia a vecinos y arquitectos. Y como eso, hay otros ejemplos muy concretos de ayuda a los colegiados.

–¿Cómo quiere que sea el COAM?

–La idea que tenemos es un Colegio hacia afuera, hacia la sociedad, que haga recuperar el prestigio a la profesión. No falto a ninguna reunión o debate sobre la normativa regional y local; hemos hecho un catálogo para el ayuntamiento; estamos trabajando en la Ley de Patrimonio con la Comunidad de Madrid: en todo lo que las administraciones nos deja, porque soy proactivo, entramos.

–¿Qué ofrece?

–Gestión. Hay muchos tipos de arquitectos: el que tiene trabajo y visa; el que no tiene trabajo y está ahí pagando su cuota; el arquitecto municipal o de instituciones; el nuevo egresado, que es un grupo muy importante, el chaval joven que sale de la Escuela, y queremos que sea colegiado. En la junta de gobierno que encabezo llevo una representación de todos, e incluso en la lista llevo de cierre simbólico a personas como Rafael de la Hoz, Luis Cubillo o Luis Rodríguez Avial, gente a la que admiro, los maestros. Y ofrezco también concordia: llamo a que el arquitecto no sea el enemigo número uno del arquitecto . Ha extrañado que el compañero que se presentó compitiendo conmigo en la última elección vaya ahora en mi lista; el que se extrañe quiere o politizar o hacer algo en el Colegio que no es lo que queremos los demás.

–¿Qué deuda tiene el Colegio?

–Hemos devuelto ya 1,3 millones de euros de los 5 millones que todos los arquitectos de Madrid debemos por el cambio de sede.

–¿Qué se puede hacer para agilizar las licencias?

–La oficina de seguimiento de licencias: una de las preocupaciones de la administración es tener datos reales de cuánto se está tardando en tener licencias. Y eso, que no se había hecho nunca, se va a hacer. Y cuando un alcalde se dé cuenta que su municipio está cinco meses por encima de los que le rodea, va a decir: «Algo pasa». Y también estamos avanzando en visado, para lograr que se vise en 24 horas . Hemos hecho una simplificación y ha dado como consecuencia un acortamiento de plazos.

–¿Qué plazo hay ahora?

–Estamos en dos o tres días, y muchos casi en el día.

–¿Se aprovecha la sede?

–Hemos logrado, a través sobre todo de la exposición de Steve McCurry, que entraran aquí 30.000 personas en un mes. Eso nos ha puesto en el mapa cultural de Madrid.

–¿Qué hacer en formación?

–El Colegio tiene que servir para que los arquitectos hagan BIM y todos los lenguajes que tienen que ver con las nuevas tecnologías, y se tienen que formar aquí. Hace año y medio cogimos el Instituto de Formación en cero, y ahora hay 2.500 estudiantes que han pasado por las distintas iniciativas de formación. Hemos firmado 36 convenios, entre ellos con todas las universidades, queremos hacer un master específico para arquitectos...

–¿Se fomentan los concursos?

–Se había desmantelado la Oficina de Concursos; más a cero, era imposible. Hemos logrado ahora que la EMV firme concursos, o el área de Obras, y otro con la Universidad Rey Juan Carlos. Ha eclosionado y sé que eso es un motivo de ilusión para los arquitectos. Queremos que las administraciones vean que hay ventajas en los concursos.

–Hábleme de la defensa del patrimonio.

–Es una lucha desigual, es un muro contra el que vamos continuamente. Hasta nuestros propios compañeros no creen que el Colegio defienda el patrimonio cultural arquitectónico construido. Pero ahí están los ejemplos de la pelea que hemos tenido en la Serrería Belga, en Clesa, en las Torres de Colón... Tenemos nuestro punto de vista que tiene que ser respetado: sabemos qué es una protección estructural, no nos lo puede discutir un compañero, que es el primero que lo hace. Hemos logrado que el Ayuntamiento de Madrid nos pida colaboración no sólo en la Comisión de Patrimonio, sino también en el catálogo, hemos metido en los elementos a catalogar los de la segunda mitad del siglo XX, que no estaban en el PGOU del 97. E igual está pasando en la Ley de Patrimonio, estamos volcados, la Comunidad nos ha pedido trabajar en todos los pueblos de la región y lo vamos a hacer a través de nuestras guías.

–¿Cómo conseguir más recursos para el Colegio?

–La idea es que se colegie mucha más gente. El ser arquitecto es ser colegiado; gente que ha terminado su formación y se dedica a diseñar muebles también tienen que estar en el Colegio. Esa financiación son cuotas; queremos llegar a los 20.000 arquitectos. Y luego hay otras fuentes de financiación que tenemos que explorar: la sede puede ser un horror, porque vale 2 millones de euros abrirla al año. O puede ser una ventaja, si logramos que tenga unas finalidades relacionadas con nuestra profesión y acordes, como exposiciones, reuniones, conferencias, presentaciones de libros... En 2021 se ingresaron 366.000 euros por espacios. En 2022 ya llevamos 310.000; vamos a ir a 620.000, que es el doble del año pasado. Y no hay que descartar nuevos servicios a los colegiados. Hay que prepararse para que en un momento dado el visado no tenga el protagonismo que ahora está teniendo: ahora, la mitad de los ingresos son por visado.

–¿Hay un problema con los honorarios de los arquitectos?

–Hemos dado un paso en este año y medio: hemos publicado los honorarios recomendados por Segipsa (la Sociedad Estatal de Gestión de Patrimonio). Yo no entiendo que me suba un taxi y tenga unos precios aprobados por una institución, o que vaya al mecánico y me ponga la hora de mecánico cuanto vale. Y sin embargo, el arquitecto no: es un hombre extraño que no tiene que tener una hora de valor de su trabajo. Es un error; creo que Europa ya está volviendo. Mucho de lo que está pasando con nuestra profesión ahora tiene que ver con ese mercadeo, una especie de prostitución para ver quién lo hace más barato. Y, ¿cómo abaratas los costes? Pues malpagando a las personas que están en tu estudio.

–¿Hay un problema de intrusismo?

–Le pongo un ejemplo: a la Ciphan, la comisión de patrimonio donde van los edificios que están protegidos en Madrid, hace una semana, se presenta un proyecto visado por el Colegio de Físicos. La ley dice que hay que estar formado para actuar sobre un edificio que tiene protección. Hay un físico, que no tengo duda que tiene vocación, pero yo puedo tener vocación en la anatomía de una rodilla, pero no puedo operar si no he pasado por la Facultad de Medicina. Bueno, pues eso en Arquitectura no va. Ahora, con el tema de la rehabilitación energética de fachadas, llegan sobre todo ingenieros que nos dicen que saben intervenir. Sí, pero, ¿qué aspecto va a tener esta fachada a la que le pones un tratamiento de sate, esos paneles de aislamiento acústico-térmico, encima de un ladrillo que podría tener algún valor? Eso es un horror, se puede eliminar la arquitectura de ladrillo de las ciudades de España. Imagine el revoco madrileño... Nadie puede intervenir en patrimonio si no ha pasado por unos cursos donde estudiamos historia de la arquitectura, estética y composición, etc.

–Resuma en una frase su principal propuesta a los arquitectos.

–Defender la profesión que amamos. Nuestra profesión, por nuevas titulaciones y otra serie de cuestiones, está muy acosada. Tenemos que ser muy fuertes dentro del Colegio para defender con fuerza la profesión.

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Ignacio Gil

Jaime López-Amor: «Tendríamos que ser BIC y estar subvencionados»

Sus dos pasiones son la arquitectura y el deporte. En el primero triunfó con apenas 14 años, y a los 19 ya tenía la Medalla al Mérito Deportivo. Con 20 lo dejó para centrarse en la arquitectura. Pero aprendió algo: «Que no es mejor el que gana, sino el que mantiene el espíritu de juego limpio».

—¿Cómo decidió presentar su candidatura a decano del COAM?

—A mis 82 años, sigo en activo como arquitecto. Creo que no podemos jubilarnos: yo no he visto que un poeta, un pintor o un escultor se jubile. La vida de un arquitecto que trabaja por libre es como un electrocardiograma: tiene momentos altos y otros en que tienes que pedir 14 créditos. Unos compañeros me ofrecieron presentarme y, tras pensármelo un poco, acepté.

—¿Qué se puede hacer para rentabilizar la sede del COAM?

—Cuando nos vinimos a ella, yo me opuse: Barquillo era Barquillo, y esto me parece que es como tener una casa en La Moraleja cuando la mitad de los arquitectos vivimos en pisos de 100 metros cuadrados. Y, además, es muy difícil de mantener. Hay que buscarle rentabilidad. Y, además, es que el Colegio siempre está vacío. Podemos alquilar salas, crear despachos de arquitectura... Buscar temas económicos que, sin desvirtuar lo que es el Colegio, nos sirva para mantenerlo.

—¿Cómo son las condiciones laborales de los arquitectos jóvenes?

—Está pasando una cosa lamentable: el mayor número de falsos autónomos de España lo tiene arquitectura. Se ha discutido la nueva ley laboral, y ni el Colegio de Arquitectos de Madrid ni el Consejo Superior de Arquitectos ha dicho nada. Sin embargo, el mundo de las cafeterías, el de la agricultura..., han pedido que se mantengan los contratos temporales. Aquí hacen falta también.

—Pide más beligerancia.

—El Colegio de Arquitectos defiende los intereses de sus colegiados, pero también los de la sociedad: las casas, los pisos, las calles, como está todo hecho... Y, sin embargo, el Colegio acompaña a la administración. Y creo que cuando la administración no funciona, hay que denunciarlo. No podemos estar calladitos viendo las cosas que se están haciendo, y que no nos llamen nunca para pedirnos opinión; es que tenemos que exigir estar ahí, porque la Ley de Colegios Profesionales obliga a la administración a eso.

—Se mantiene el problema eterno con las licencias, que se eternizan.

—Es una lucha que llevamos años con ella. Nosotros tenemos un visado que nos complica muchísimo la vida, y es la mayor fuente de ingresos del colegio. Ahora se ha hecho una oficina del visado, pero sigue siendo una lata. Y si el visado sirviera para que te den la licencia, perfecto, pero es que luego estamos perdiendo hasta siete y ocho meses esperándola. Y eso perjudica a la sociedad, a la economía y al arquitecto. Hay que enfadarse con el ayuntamiento, y si tienes que denunciarlo a la prensa, lo haces. Porque la culpa no la tiene muchas veces el arquitecto municipal , que a lo mejor tiene más trabajo del que puede. Y además, en muchos casos, no nos está revisando el proyecto el arquitecto, sino el aparejador. Que yo no tengo nada contra ellos, pero son más listos que nosotros y nos están comiendo el camino bastante. Y los Ingenieros de Caminos también.

—¿Cómo pueden mejorarse los concursos públicos?

—Están mal diseñados, parten de unos costes de producción que son mentira y de unos honorarios que son vergonzosos, que se dan a la baja. Y con unas limitaciones de tener obra ejecutada parecida en los últimos 5 años. Bueno, pues yo que tengo más de 500 obras hechas, no me he podido presentar; te pilla en un momento en que llevas años sin hacer un proyecto –he estado arruinado varias veces–, y no puedes presentarte. ¿Quién se presenta? Asociaciones que tienen arquitectos.

—Están bien considerados los arquitectos?

—Creo que nosotros, el Colegio, tendríamos que ser Bien de Interés Cultural y estar subvencionados, porque nuestra misión, nuestra cultura y nuestra educación vienen de años, de siglos. La arquitectura forma parte muy importante de la ciudad, y una labor del Colegio es mantener eso, como defensa de la cultura. Pero nunca se ha luchado por eso; el Colegio es endogámico, vive para dentro.

—Resuma en una frase su propuesta estrella.

—El Colegio es para los arquitectos. A mí no me gusta este Colegio, no me gusta nada. Entro, veo el mostrador y me parece que estoy en un supermercado. Me gustaría venir con un cliente y tomarnos un café, que tuviese vida. El Colegio está anticuado en sus formas. Si somos 11.000, ¿cuántos votan, 1.000? El 10 por ciento. Ese 90 por ciento que se queda aparte, no viene al Colegio. Y si viene, ¿con quién habla, si los que están llevando el Colegio te quitan la posibilidad de que tu puedas votar en ningún lado? Yo no creo en los movimientos asamblearios, pero hay que buscar que el COAM se vea representado por sí mismo.

—¿Ofrecen formación a arquitectos?

—Ahora mismo, quien mantiene el Colegio es el visado y las cuotas colegiales. El arquitecto al que le gusta ejercer su profesión está mas solo que la una, y por eso hay que defender al arquitecto que ejerce por libre. Y hay que intentar, tanto en la Escuela como después, formar a la gente, enseñar a un chico qué es un proyecto, dando becas para que estén trabajando en estudios, o estudios que se pongan en contacto con el Colegio para formar a gente, o que grandes profesionales puedan dar cursos. Porque cuando terminan sus estudios, la gente no sabe qué hacer, pero tienen que comer, y hay que intentar que por comer no se esté jugando la vida, o les estén explotando malamente. Y que sepan que no es malo saber de instalaciones y de estructuras, porque por eso no se es menos arquitecto. Hay que cuidar mucho la formación.

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Ignacio Gil

Vega Méndez-Navia: «Proponemos colegiación universal, gratuita y nacional»

La única mujer entre los candidatos a decano del COAM quiere «un Colegio profesional; la cultura es también importante, pero lo primordial es que sea una herramienta útil para el ejercicio de la profesión».

–¿Cuál es el principal problema del COAM?

–Que el Colegio está vacío: lo ves cuando entras, te cruzas a tres personas. Antaño era un hervidero, todo el mundo hacía los trámites presenciales. Ahora que ya son todos telemáticos, al Colegio vienes casi nada. Además, hay una desafección total. Ese es el principal problema: sólo se colegia gente que necesita visar proyectos, o los tasadores, que necesitan estar colegiados: salvo que tu ámbito profesional te lo requiera, la gente no se colegia porque lo que sienten es que el Colegio sólo sirve para visar . La sociedad nos percibe como un gremio de artistas, pero se olvida que tenemos una de las formaciones más completas, que aúna la técnica y las humanidades. Luego, resulta que la técnica siempre son los aparejadores, los ingenieros, porque se han sabido posicionar y nosotros les hemos dejado. Hay que decirle a la sociedad que nosotros sabemos de infraestructuras, de instalaciones... Los arquitectos son los únicos que tienen competencia para diseñar sus casas, su día a día, y nos tienen como algo accesorio, y que hay que pasar por él para hacerse una casa, pero luego se fían más del ingeniero, el aparejador sale más barato... No somos un colectivo potente, no estamos en las administraciones ni en las instituciones, y necesitamos ser un colectivo brutal, con muchísimo peso. Hay 11.000 arquitectos colegiados, y votan mil y pico. ¿Qué es eso?

–Por eso su propuesta más rompedora.

–Sí, la colegiación universal y gratuita, y nacional, algo que se planteó en el Consejo Superior de Arquitectura y hubo una votación con todos los colegios de España y lo frenaron los pequeñitos, porque tenían miedo de los grandes. Hay que despolitizar los colegios y centrarnos en el ejercicio profesional. Proponemos que todo arquitecto titulado pueda ser colegiado del COAM gratis. Y luego, 'pay per use', que vaya pagando por los servicios. Ahora no es atractivo eso porque la gente no sabe qué servicios tiene.

–Por eso propone servicios gratuitos al principio.

–Claro, un bono de dos o tres consultas a la asesoría jurídica, a la fiscal. La gente no sabe que aquí te pueden ayudar a hacer la declaración de la renta, o que cuando vas a firmar un contrato con un promotor o una empresa, tienes un asesor jurídico que te dice lo que debes firmar o no. Queremos también que haya un servicio para los que comienzan en la profesión, que les diga cómo plantear su negocio, qué posibilidades hay de diferentes ámbitos... En la Escuela nos formaron para la visión idílica, y anticuada y obsoleta, de la profesión: sales, montas tu estudio y te dedicas a hacer concursos. Pero, ¿quién vive de los concursos? No sé si llegarán al 1 por ciento. Otros olvidados son los tasadores, no tienen representación en el colegio, ni los temas de Real State... Hay que atraer a muchos arquitectos que trabajan en otros ámbitos diferente al proyectista puro y duro, y que no se sienten representados aquí.

–Pero si la colegiación es gratuita, ¿cómo mantener el Colegio?

–Quintuplicando los colegiados, y luego con el 'pay per use'... Hemos hecho el ejercicio de cómo podríamos financiar el Colegio, cuya sede está infrautilizada: hay espacios grandes que se podrían compartimentar para 'coworking'. Tenemos formas de autofinanciar.

–¿Aumentaría la formación?

–En nuestro grupo tenemos expertos en distintas materias que dan cursos en el Colegio de Aparejadores. Los arquitectos se matriculan en cursos de aparejadores, en masters de aparejadores, que aquí no hay ninguno, porque dicen que son los mejores profesores. También tenemos a gente que da clases en Industriales y Caminos. Hay gente preparadísima. Tenemos también a gente en contacto con empresas de 'software' y 'hardware' que nos han ofrecido licencias BIM gratuitas por cinco años, cursos prácticamente gratuitos, y era una forma de ingresos para el Colegio.

–Les tachan de falta de experiencia.

–No es así: varios miembros de la candidatura entramos en 2009 en la junta de representantes. Somos conocedores a la perfección del funcionamiento del Colegio, hemos visto pasar juntas de gobierno, terremotos… Tenemos experiencia, un presente activo brutal, y además todavía tenemos décadas de futuro. ¿Qué otra candidatura llega a eso? Ninguna.

–¿Qué es el 'visado bueno, automático y con seguimiento de licencias'?

–Significa que es un visado de calidad. El arquitecto, con su titulación, está capacitado para realizar sus proyectos. ¿Porqué tiene que revisar el proyecto? Habrá que ver si tiene toda la documentación que señale que está completo, pero debía ser automático, que hubiera un 'check-list' y te lo dieran automáticamente. Y que fuera garante de que luego las licencias las dieran. Habría que hacer una ECU (Entidad Colaboradora de Urbanismo) en el COAM, como ya tienen los aparejadores y otros colegios, de manera que una vez pasado ese visado automático, desde el Colegio ya puedas tramitar esa licencia, que no tenga que haber luego otro técnico en el ayuntamietno que te haga ese seguimiento, otra vez esa revisión.

–Son partidarios de utilizar ante las administraciones «la fuerza del colectivo, sin complejos».

–Si nos perciben como un colectivo potente y necesarios para la ciudad y las administraciones, será más fácil que tengamos peso en las instituciones. Nuestra línea es el cambio, romper con la continuidad, que es lo que nos ha llevado a esta situación.

–¿Hay que mejorar los concursos públicos?

–Es otro tema que hay que mejorar, ganemos nosotros o no, porque que se adjudiquen por honorarios a la baja... Y los requisitos dejan fuera a todos los arquitectos jóvenes porque te piden haber construido no sé cuánto, o haber tenido un ejercicio profesional el año anterior de X... No puede ser, hay que abrir los concursos a todos los colegiados. Lo justifican diciendo que es garantía de solvencia profesional; vale, pero no puede ser que eso condicione, porque entonces no vas a dejar nunca a los jóvenes, que tienen unas ideas bárbaras.

–¿Hay precarización entre los jóvenes?

–Total. La bolsa de trabajo no es ni mileurista. Yo creo que no se podría ni publicar en el COAM. Los jóvenes tienen una situación de precariedad brutal. Y hay mucho falso autónomo.

–¿Hay mucho intrusismo?

–Es total: los ingenieros presentaron el año pasado una propuesta para poder entrar ellos en el ámbito residencial. ¿Cómo se ha podido llegar a ese punto y que el Colegio no lo supiera? Y cuando te lo dicen, hay que ir al Colegio de Ingenieros, hablar con ellos, y también al Gobierno para decir que no puede ser. El intrusismo viene por la inacción nuestra . Los aparejadores, con las declaraciones responsables, nos han comido mucho terreno. Y como la percepción de la sociedad es que el aparejador lo va a hacer igual de bien y más barato, lo contratan antes a él. Contratan a una empresa constructora y a un decorador, y este no sabe nada de estructuras, no sabe si puede tirar un tabique...

–Dan mucha importancia a la digitalización.

–Hay mucho retraso en eso. En los ayuntamientos ya están pidiendo visados BIM (digitales), y aquí no tenemos. Y nuestro grupo lo dijo hace diez años. Para nosotros, la digitalización es fundamental.

–Quieren honorarios dignos.

–Tenemos un problema, porque antes había unos baremos que se publicaban en los colegios, orientativos, pero ahora no se permiten, por ley. Cuando hablamos de honorarios dignos, va a ser una consecuencia de ser ese colectivo potente y que la sociedad nos perciba como técnicos, como necesarios.

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Ignacio Gil

Jesús San Vicente: «El COAM es ahora como la orquesta del Titanic, un parque jurásico»

El candidato de NEXO denuncia la precarización del trabajo de arquitecto: «Jordi Évole tenía que hacer un día un 'Salvados' de arquitectos, igual que hace de los temporeros de la fresa de Huelva».

–Dice que la profesión y el COAM están muy desconectados.

–El COAM es ahora mismo como la orquesta del Titanic: está tocando una música mientras el barco ya está a la deriva y la profesión está en una crisis increíble. Los colegiados lo detectamos: esta institución es un puro anacronismo, es un parque jurásico. Está concebida como si fuera una patronal para defender los intereses de una élite, que es lo que era antiguamente la profesión, y ahora sin embargo la profesión está en un grado de diversidad, con gente que trabaja también en diseño de mobiliario, de moda, en la función pública... Y eso el Colegio no lo ha sabido atender. Eso es lo que crea la desafección actual, y se traduce en falta de colegiados: está una quinta parte de los arquitectos que están en la sociedad. Las otras cuatro quintas partes no están aquí porque el Colegio no les ofrece absolutamente ningún incentivo. Por eso nos llamamos Nexo: porque hay que conectar muchas cosas.

–En el caso de los concursos públicos, hablan de abuso de las administraciones.

–La arquitectura pública y los concursos deberían ser, y lo han sido siempre, los encargados de la innovación arquitectónica: los que han hecho los mejores hospitales, polideportivos, escuelas, viviendas sociales... Eso es lo que fue la arquitectura durante mucho tiempo. Ahora en Madrid ya no se producen concursos de ningún tipo de proyectos de arquitectura. Ahora se han convertido en un producto; la administración lo que quiere es contratar con una gestora que explote un campus de la Justicia o 5.000 viviendas sociales. Los arquitectos se tienen que integrar dentro de esa gestoras-constructoras. Nosotros en lugar de estar protegiendo los intereses de nuestros clientes, estamos trabajando como los empleados de esas gestoras inmobiliarias. Luego, los concursos tienen otro problema enorme: la Ley de Contratos del Estado obliga a una solvencia técnica muy difícil de conseguir para los arquitectos. No se da la igualdad de oportunidades. Y ahora vivimos en una especie de edad medieval, en donde hay una aristocracia que son los grandes estudios y las grandes consultoras, que pueden tener solvencia técnica para presentarse a esos concursos, y la gran mayoría de los arquitectos no se pueden ni presentar. Y otra cosa que ocurre es que la Administración, que no es nada inocente, se ha dado cuenta de que los arquitectos tenemos mucha necesidad de alimentarnos, y los honorarios y las bajas económicas que se plantean en esos concursos son absolutamente indignas. El concurso es el síntoma de cómo está de precarizada la profesión; nos presentamos muchos arquitectos en una especie de ley de la selva.

–Piden licencias rápidas.

–Una de las propuestas que llevamos es que el visado, el sello que te ponen en el proyecto y que es necesario para la licencia urbanística, es totalmente inútil, no vale de nada. Todos, los arquitectos mayores y jóvenes, queremos que desaparezca. Queremos que la oficina de visados se reconvierta en una oficina de agilización de las licencias urbanísticas, que al menos aseguren que el proyecto que estás presentando aquí tiene una viabilidad urbanística. Si ese informe de verdad nos lo asegura, a los ayuntamientos les vamos a facilitar mucho la vida. Y el visado no lo pagaría el arquitecto, sino el cliente, porque estaría deseando que le asegurase que con ese visado, la licencia va a ir rápido. También queremos que el visado de la calificación energética y la sostenibilidad del proyecto, su propio sello de calificación energética. Y ese sello lo pagarían también los clientes.

–¿Está precarizada la profesión?

–Nuestra actividad profesional se ha convertido en un tema cada vez más complejo, en que hay que hacer cada vez más cumplimiento de normativas de una complejidad que no te puedes imaginar. Cada vez tenemos más gastos y los proyectos son algo ingente de documentación y nuestros salarios son cada vez más bajos. Hay arquitectos trabajando en condiciones absolutamente precarias, y el Colegio no nos está defendiendo. La unión a través de esta institución podría dar algo de visibilización de la situación en que se encuentran.

–¿Cómo atraer a los arquitectos jóvenes?

–El COAM debería convertirse en una prolongación natural de la universidad, donde se dan conocimientos teóricos pero no prácticos. Aquí tenemos un Instituto de Formación que no funciona bien, porque da cursos que están dispersos durante la programación anual. Proponemos que haya un programa anual perfectamente coordinado con el momento en que los alumnos egresados terminan la universidad, para que puedan planificar su vida: si acabas la carrera y tienes unos cursos de formación práctica que te dice cómo se presenta un proyecto, cómo se hace la digitalización, cómo se gestiona una licencia urbanística, cómo se hace un informe de patologías o de rehabilitación... sería la manera en que le dijéramos a los recién egresados: «Venid al Colegio, que os vamos a dar el salvoconducto para entrar en la profesión».

–¿Qué propone hacer con la sede colegial?

–Nuestra sede colegial está en un sitio maravilloso, un lugar de paso para muchísima gente. Cuando voy a París o a Nueva York, lo primero que hago es ir al MOMA o al Thyssen para ver las cosas que se venden en su tienda de productos editoriales, de complementos de diseño, de ropa... Aquí se podría hacer una 'Concept store' donde hubiera una librería de los mejores libros de arquitectura, diseño, moda, antropología y donde se vendieran esas cosas que a los arquitectos nos encanta comprar, y también a la gente que viene de fuera que quieren un sitio donde esté esto concentrado. El problema de esta sede es que languidece culturalmente , pero a unos niveles increíbles. He estado viniendo a varias conferencias en que había más gente en las ponencias que en el público. Aquí no se producen actividades culturales que conecten con la sociedad. En esta ciudad están pasando con la arquitectura cosas tremendas: lo que está pasando con las terrazas, y que el Colegio no haya sido capaz de decir: «Señores, estamos destrozando el paisaje de nuestra ciudad con una proliferación de terrazas sin ningún tipo de control», esto estaría lleno de arquitectos hablando del paisaje urbano de Madrid.

El ayuntamiento no ha vuelto a sacar nunca más un concurso de proyectos de arquitectura de polideportivos, quedan ya en la paleontología de la arquitectura el gimnasio Maravillas de Alejandro de la Sota, el gimnasio de Montecarmelo de Fuensanta y Sobejana; el Vallehermoso de los hermanos Cano Laso... Ahora se hace un producto que es el polideportivo tipo, que lo realizan los arquitectos municipales y luego los ingenieros hacen el proyecto de ejecución... Es una sensación de abandono de nuestra profesión, de abandono de la calidad en la arquitectura... Nuestro equipo, que estamos todo el día bregándonos en las dificultades de nuestra profesión, tenemos el grado de hartazgo suficiente como para dar beligerancia a nuestras peticiones, lo que creo que no existe en el resto de las candidaturas. El resto lo que ha hecho es cerrar las puertas, hacer coaliciones entre ellas y decir: «Aquí estamos, vamos a seguir los de siempre». Nosotros vamos totalmente de 'outsiders', no hemos tenido nunca nada que ver con este Colegio, y lo que queremos es abrir las ventanas. Este Colegio no va a tener futuro si no entran las nuevas generaciones a tomar partido. Y creemos que este colegio está muy atado de pies y manos políticamente. Las coaliciones que se han hecho están significadas tanto por la derecha como por la izquierda, nos parece que eso va a producir un gobierno muy frágil. Ahora mismo el Colegio no necesita continuidad, sino osadía.

–Resúmame su propuesta estrella.

–Sería la beligerancia con las condiciones de indefensión y de abandono en que ahora mismo está la profesión.

–¿Hay superpoblación de arquitectos?

–Absolutamente. La facultad de Medicina se autorregula, hay 'númerus clausus' y solamente se producen los médicos que puede soportar el sistema nacional de sanidad. Aquí se produjo hace 20 años una eclosión de universidades privadas sin ningún tipo de control, y ahora mismo se están produciendo 3.000 arquitectos al año, a los que se lanza a un futuro absolutamente incierto. Esa superpoblación está produciendo, en una visión muy neoliberal, decir: «Competid entre vosotros, comeros entre vosotros y hacer que vuestros honorarios cada vez sean más baratos».

–Es la única candidatura con referencia a la arquitectura y el género.

–Tenemos tres madres jóvenes en nuestro equipo de gobierno. Las mujeres, en las universidades, son la más brillantes, hay más mujeres que hombres, y he ido viendo en mis 30 años de docencia cómo las mujeres tienen un talento para la arquitectura con mayúsculas. Luego, en la incorporación al mundo profesional, se reproducen todos los micromachismos y las situaciones de desigualdad: cobran menos, son mucho más dóciles en aguantar condiciones de trabajo por cuenta ajena o convertirse en falsas autónomas, tienen que introducirse en una profesión, la construcción y el inmobiliario, llena de hombres. Tenemos una propuesta, el 'Metoo' del COAM: la única manera de superar los problemas de machismo y conciliación en la profesión es compartirlos y visibilizarlos, por eso hemos hecho una plataforma para ello.

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