Ucrania: dos años después
¿Alcanzará Putin sus objetivos militares? Si así fuera, ¿se atreverá a seguir adelante?
Guerra de Ucrania
La caída de la ciudad de Avdiivka, mucho más que la de Bajmut el pasado año, ha devuelto a parte de la opinión pública europea los miedos de los primeros meses de la guerra. Quizá sea porque llueve sobre mojado después del fracaso del esperado ... contraataque ucraniano el pasado otoño. ¿Alcanzará Putin sus objetivos militares? Si así fuera, ¿se atreverá a seguir adelante? La mayoría de los analistas miran a Washington y a su Congreso, paralizado por la división política, tratando de encontrar allí una respuesta para tan inquietantes preguntas.
Creo que a todos conviene recuperar la perspectiva. Ucrania resiste. Rusia, es verdad, presiona a lo largo de todo el frente. Ha conseguido resolver, aunque solo hasta cierto punto, sus problemas de reclutamiento gracias a las atractivas primas que ofrece a los sectores más desfavorecidos de su sociedad. Ha adquirido, además, munición de artillería en Corea del Norte para reponer parte de la consumida en dos años de guerra mientras consigue incrementar su producción.
Sin embargo, el desequilibrio que percibimos en el frente, magnificado por el miedo, es solo marginal. Como en Bajmut, los avances rusos han sido protagonizados por la infantería, y solo después de la destrucción de las posiciones enemigas por la artillería. Hay un límite a lo que puede lograrse así, y está en las grandes ciudades, frente a las que Moscú ha fracasado siempre. Como ha fracasado en la maniobra terrestre. Las fuerzas mecanizadas rusas siguen siendo incapaces de sobrevivir en campo abierto y, sin ellas, es imposible romper el frente en profundidad. La teórica capacidad de maniobra que proporcionaban las fuerzas anfibias y aerotransportadas antes de la guerra se ha consumido en dos años de asaltos frontales, en su mayoría estériles.
Por cada carta que Putin pueda poner sobre la mesa, Ucrania y Occidente tienen una respuesta a su disposición. Pero nada puede hacerse sin sacrificio. Zelenski necesita movilizar a su sociedad para poner fin la superioridad numérica rusa. Sorprende que no lo haya hecho todavía. Europa, incluso si no lo hiciera Estados Unidos, debe asumir el desafío de incrementar la producción de munición de artillería y el de hacer que Ucrania gane la guerra de los drones. Son dos desafíos de naturaleza industrial, y ese es un terreno en el que deberíamos movernos bien. Si Europa está a la altura, evitará la posibilidad de que, más adelante, sea preciso tomar decisiones mucho más difíciles.
La guerra será larga y, como siempre ha ocurrido en las contiendas prolongadas, no se decidirá en el frente. ¿Quién aguantará más? Ucrania tiene una baza que suele ser decisiva: su pueblo, acorralado, no tiene donde ir. Pero el futuro no está escrito y, cuando tanto depende de la voluntad y la moral de los ucranianos, sería un grave error estratégico dejarlos solos.