Negociando con jabalíes
Si se deja en paz a los dictadores como Putin, es de ingenuos pensar que ellos nos van a dejar en paz a nosotros
Almirante retirado
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Iniciar sesiónHace unos días leí en la revista Jara y Sedal un titular que me sonó extrañamente conocido: «Los ecologistas que lograron prohibir la caza en los parques nacionales se quejan ahora de que los jabalíes acaban con las aves protegidas de Doñana». No hace falta ... ser un experto para entender que los ecosistemas necesitan equilibrio y si se eliminan los predadores de los jabalíes —de los cuales el ser humano fue el más importante— alguien terminará pagando la factura. Incluso, andando el tiempo, los propios jabalíes.
La madre naturaleza no es tan amable como cabría pensar y, si en algún momento nos vemos obligados a sustituirla en sus responsabilidades, no podemos hacerlo con ingenuidad. Tampoco hay lugar para ingenuos en el campo de la geoestrategia, donde las tribus humanas compiten por la supremacía con modales no mucho mejores que los de los jabalíes de Doñana.
Si se deja en paz a los dictadores como Putin, es de ingenuos pensar que ellos nos van a dejar en paz a nosotros. Al contrario, no tardarán mucho en acabar con algo todavía más valioso que las aves protegidas de nuestro parque natural: la libertad de los pocos pueblos sobre la tierra que han sabido conquistarla.
Una manera de luchar por esa libertad es apoyar a Ucrania en su legítima defensa contra la agresión de la Rusia de Putin. Y eso es lo que acaba de hacer el Gobierno de España suscribiendo un acuerdo de seguridad con el presidente Zelenski que garantiza nuestro apoyo a Kiev durante los próximos diez años, prorrogables hasta que sea posible la entrada de Ucrania en la Alianza Atlántica.
¿Hay motivos para la crítica? Desde luego. La Defensa Nacional es política de Estado y un acuerdo a largo plazo como este debería haber sido negociado con la oposición. Pero hay muchos más motivos para felicitarse: en esta ocasión, España está donde debe estar, al lado de sus socios de la UE y de la OTAN, firme frente a los enemigos de Occidente. Ojalá fuera siempre así.
Es obvio que algunos de los partidos que apoyan a nuestro Gobierno no se sienten cómodos en tan buena compañía. Desaparecida la URSS, no terminan de encontrar su lugar en el mundo si no es frente a quienes derrotaron a la dictadura comunista que ellos defendieron y, quizá, todavía defienden. Son pocos, pero ruidosos. Como los ecologistas de Doñana, pero con menos ingenuidad y peores intenciones, quieren que dejemos en paz al presidente Putin. ¿Y si el aspirante a emperador termina provocando la extinción de las libertades en Europa? Los falsos pacifistas, impertérritos, fingirán que saben cómo prevenir que eso ocurra: hay que negociar con los jabalíes.
¿Con todos los jabalíes? No, y ahí se les ve el plumero. Con los jabalíes que no son de raza autoritaria no quieren negociación alguna. A esos hay que extinguirlos sin la menor vacilación. Como ellos mismos se jactan de repetir, desde el río hasta el mar.
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