La izquierda y el rearme
Mucho más que la extrema derecha que renace en Europa, es la izquierda irredenta la que mira al pasado y vive de sus mantras
Mucho más que la extrema derecha que renace en Europa, es la izquierda irredenta la que mira al pasado y vive de sus mantras. Así, mientras a muchos nos sorprende la entrega de los nacionalismos del Viejo Continente a la infalibilidad del dios Trump —más ... sangrante en el caso de España, porque el caprichoso magnate defiende en Groenlandia lo mismo que McKinley en Cuba y con parecidas razones— la izquierda nos aburre repitiendo consignas hace tiempo superadas.
La guerra de Ucrania —nos dicen los líderes de esa izquierda tuerta— obedece a los intereses de la industria de armamento de los EE.UU. Como, al parecer, todas las demás que padece la humanidad. Y, si es así, cualquier medida que tomemos para reforzar militarmente España o Europa supone, de una manera u otra, hacerle el juego a nuestro verdadero enemigo.
La insistencia de los líderes de la izquierda radical complacería a Goebbels. A algunos llegará a parecerles que dicen la verdad. Sin embargo, todavía no habíamos descubierto América cuando Julio Cesar invadió las Galias. ¿Cuál fue la causa de aquella guerra? ¿Los intereses de los herreros de Roma, que vieron aumentada su producción de espadas y lanzas? ¿La seguridad de la República, como en su día defendió el caudillo romano y hoy le plagia un Putin mucho menos imaginativo? ¿O quizá fue la insaciable ambición de un hombre hambriento de poder?
Sobre la campaña de las Galias los historiadores suelen estar de acuerdo: Julio César necesitaba celebrar un Triunfo en las calles de Roma para cimentar su poder y lo buscó donde podía encontrarlo. Y este patrón se repite una y otra vez a lo largo de la historia… hasta que, según esa izquierda incapaz de dejar atrás el pequeño pero fiel caladero de votos del pacifismo a cualquier precio —mientras lo pague otro, claro—, en algún momento indefinido de nuestro pasado debe de haber cambiado la naturaleza de la guerra. Del sufrimiento de Ucrania ya no cabe culpar a la ambición de Putin porque, sin siquiera saberlo, el criminal ruso es solo un peón de los intereses de las empresas norteamericanas.
Alguien dirá que el de la izquierda es un juego peligroso. Que, con la que está cayendo, apostar al desarme pone en riesgo nuestro futuro. Cierto, pero no el suyo. Si Europa cede, si Ucrania es derrotada militarmente y nos arrastra a la irrelevancia política en un mundo que se repartirán los poderosos, ellos se alinearán detrás del vencedor. También lo hicieron detrás de un Stalin que solo se vio obligado a invadir Finlandia en defensa de la paz. Porque ¿quién no habría hecho lo mismo ante la amenaza que los fieros fineses —aún no se había inventado lo del complejo militar industrial de los EE.UU.— suponían para San Petersburgo?
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