Illa se lanza a catalanizar España y los riesgos del efecto Sabadell
Con el president de gira española, Sánchez Llibre hiperactivo, Murtra en Telefónica, el PSC expandiéndose por el IBEX y Puigdemont irrelevante hay una conclusión indiscutible: Cataluña ha vuelto
Illa y Pradales se conjuran para que «las naciones sin Estado» tengan más presencia en Europa
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Iniciar sesiónSalvador Illa es hoy el hombre fuerte de sanchismo, que es lo mismo que decir que el PSC es el partido fuerte del socialismo. Esta realidad viene fraguándose desde los mismos inicios del asalto a La Moncloa, cuando Pedro Sánchez entendió que el crecimiento de ... esa frágil y contradictoria mayoría que le dio el poder en 2018 con la bandera de la ejemplaridad y la lucha contra la corrupción debería apoyarse en algo más. Y ese algo más era demoscópicamente la sociedad catalana.
Cataluña vive hoy una suerte de efecto placebo, de calma después de la batalla, y Sánchez e Illa se lo atribuyen en exclusiva. Obvian que hay tres elementos previos: la aplicación del artículo 155 y la sentencia del 'procés', que establecieron el marco de relación para el futuro, y el agotamiento de una sociedad necesitada de un tiempo muerto. Sobre esta realidad, lo cierto es que Salvador Illa ha conseguido con notable éxito que esa calma se asocie a su imagen, a pesar de que los líderes independentistas 'posprocés' siguen siendo Carles Puigdemont y Oriol Junqueras. O tal vez, precisamente, por eso: la incapacidad del independentismo para renovarse ha dejado el camino expedito a Illa, que lo recorre susurrando y sin estridencias a pesar de las permanentes cesiones del PSOE a ERC y Junts. La conclusión es desgaste para Sánchez, éxito para Illa, que a la vez es bueno para Sánchez. Así es la política española hoy.
Nada es casualidad, y el president combina una estrategia con movimientos paralelos. El primero es la política de gestos, que es educadamente rupturista con lo anterior: desde que llegó al Palau ha ido al Palacio de la Zarzuela para una audiencia con el Rey; a los actos del 12 de octubre, día de la Fiesta Nacional; a la ceremonia de entrega en Oviedo de los Premios Princesa de Asturias; al Congreso en el Día de la Constitución y, esta semana, a la Feria Internacional del Turismo (Fitur), en Madrid. Esto último es relevante porque nunca antes la Generalitat había participado, la mejor prueba de que ha sido Cataluña quien en los últimos cuarenta años ha querido vivir de espaldas a España. Hasta hoy, y por eso el ministro Jordi Hereu, que fue alcalde de Barcelona, gritaba el miércoles en la Fábrica de Tapices de Madrid –el sitio de moda de la capital– ante todo el poder catalán: «estamos aquí, Barcelona en Madrid, en España». De repente, y éste es el mérito de Illa, los intereses de la política catalana no son independizarse de España, sino influir en Madrid. Así ha sido siempre, desde el siglo XIX, y así está siendo ya. Cambio de paradigma.
El siguiente paso de Illa es una gira por todas las comunidades autónomas españolas, empezando este viernes con el presidente Fernando Clavijo en Canarias. Que la Cataluña oficial, hace un lustro supremacista, quiera entablar relaciones amables con el conjunto de la España diversa es un cambio digno de aplauso. La Generalitat lo explica así: «El objetivo de este viaje es normalizar... En el fondo las comunidades autónomas tienen agendas comunes, materias compartidas y se trata de afianzar lazos. Y también la idea de escuchar y ser escuchados en una España plural, diversa... Cataluña quiere estar ahí. Son tiempos nuevos y hay muchos temas que abordar de forma conjunta con otras comunidades autónomas». Será a lo largo de un año y ofrecerá momentos interesantes: el encuentro con Andalucía, ese contrapeso a los sueños de la razón independentistas, o el encuentro con Isabel Díaz Ayuso. La estrategia es buena para Cataluña y para España y, más allá de las intenciones de Illa, el presidente del Gobierno cree que es buena para mejorar sus diezmadas posiciones demoscópicas. Su problema es que para gobernar España sigue necesitando a los independentistas, y su enorme debilidad ha quedado en evidencia esta semana en forma de importantísimo batacazo parlamentario. ¿Quiere esto decir que Sánchez está perdido? No, y si la oposición hace esa lectura de nuevo se equivocará.
Cuando un Gobierno languidece, baja los brazos y va a la deriva. No es el caso. Sánchez no puede legislar y ya ha asumido que no habrá Presupuestos Generales del Estado, pero eso no es sinónimo de que esté paralizado. Muy al contrario, en las últimas semanas ha acelerado drásticamente su actividad y como consecuencia está recuperando la iniciativa. En esta estrategia hay dos personas esenciales porque lideran los dos ejes principales de la reactivación gubernamental posnavideña, y ambos son de hablar bajito: el mencionado Salvador Illa y Félix Bolaños Desplazada María Jesús Montero a Andalucía, y en su triple condición de ministro, Bolaños gana peso en el diseño de la estrategia (Presidencia), en el lanzamiento de reformas para apuntalar el ataque a la Judicatura (Justicia) y en la batalla declarativa para culpar al PP de sus derrotas parlamentarias (Relaciones con las Cortes). Tras el varapalo parlamentario reprochó la votación de Alberto Núñez Feijóo y lo dijo así: «El PP, en compañía de otros». No citó a Vox, ni a Junts. Significativo, no vaya a ser que Puigdemont se enfade aún más cuando, además, ha asistido como un convidado de piedra a la vuelta del Sabadell a Barcelona, un hito relevante que adelantó ABC y que Junts celebra en privado pero no en público porque los presenta como irrelevantes.
Aún así, Illa no las tiene todas consigo. En la Generalitat confían en que se produzca un efecto arrastre a otras empresas, pero insisten en que ellos no pedirán a nadie que lo haga ni que no lo haga, simplemente trabajarán para poder crear las condiciones adecuadas. En este punto se abren dos incógnitas que ya están manejando en Barcelona: el primero es que la vuelta del Sabadell tiene ventajas e inconvenientes para el Govern, y así se comenta en los círculos de poder catalanes. Si la OPA del BBVA fracasa, es «entre bueno y neutro» para Illa; pero si la OPA triunfa, «no es lo mismo que el BBVA absorba al Sabadell siendo una entidad catalana que una entidad alicantina». La segunda incógnita está en el efecto sobre La Caixa. «Esa será la siguiente batalla», explican desde la ciudad condal: «El movimiento del Sabadell ha evidenciado que ya no hay un castigo inversor a las empresas. La Caixa en un margen de tiempo razonable puede volver. Si no hay coste para el Sabadell, como parece de momento, ¿qué va a hacer La Caixa? No vaya ser que los catalanes compren eso de 'vámonos con el Sabadell, que ha sido valiente y ha vuelto'». Sea lo que sea, con Illa de gira por España, Sánchez Llibre en hiperactividad en Barcelona y Madrid para favorecer la normalización empresarial y económica de Cataluña, Marc Murtra en Telefónica, el PSC expandiéndose por el IBEX y Puigdemont en fuera de juego hay una conclusión lógica e indiscutible: Cataluña ha vuelto, y eso tiene derivadas políticas, económicas y sociales. Ja sóc aquí.
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