El rural 'despega' y se reinventa para 25 mujeres

El curso lo pone en marcha Fademur y comprende dos apartados, uno en línea y otro presencial, enmarcados en 80 horas. De impartir la formación se encarga la experta Carlota Nieto, que cuenta con una década de experiencia manejando drones y está al frente de la escuela de pilotaje DroneDoing. Su transcurso lo detalla en una conversación con ABC.

«Para pilotar los drones, actualmente, debes contar con un carné similar al de conducir. En función de cuál tengas, podrás hacer unas operaciones más avanzadas o más simples». Lo compara también con el carné «de moto» porque, tras obtener «el primero, más básico», a este se le van «sumando especialidades». Durante seis semanas, las alumnas realizan la parte 'online' de la formación, en la que se incluye la obtención de las titulaciones –en creciente dificultad– A1/A3, A2 y STS. Cuando llegue el momento de examinarse, el día 12 de este mes, las estudiantes deberán «ser capaces de realizar unas maniobras que exige la AESA, igual que cuando vas a hacer el examen de conducir te exigen [otras]. Desde el inicio hasta el final del día, tienen toda la jornada para practicar».

Noelia, una de sus alumnas, supo que había aprobado su segundo examen minutos antes de charlar con ABC. Trabaja en un laboratorio de cosmética clínica y desde el principio vislumbró el potencial práctico de la titulación. En su día a día, «no solo hay un trabajo interno dentro de cuatro paredes, sino toda una labor de estudio de plantas medicinales, cultivo, recolección... estoy mapeando desde donde vivo hasta donde está el laboratorio (...), en la comarca de A Ulloa», relata. Por eso, optará por la especialización en agricultura de precisión que, además, ofrece una certificación en fotogrametría, que proporciona las técnicas para obtener mapas y planos de grandes extensiones de terreno por medio de la fotografía aérea.

«Me he recorrido A Ulloa entera paseando», cuenta, por las «condiciones muy específicas» en que proliferan algunas especies y la dificultad de distinguirlas. Contar con un dron augura una vuelca de tuerca sobre esta metodología. «Tienen software que traducen los datos que recogen a mapas cartográficos», explica, algo muy útil para no tener que repetir su tarea. Yolanda, por su lado, también se dedica a la cosmética natural y al cultivo de medicinales. «Acabo de comprar un viñedo y me viene genial», asegura, «aprender» cómo manejar un dron para monitorizarlo con un simple vistazo desde las alturas.

Desde el momento en que se planteó el curso le «pareció interesante, claro», por la posibilidad de empezar a «trabajar de otra manera». Pero también aprecia su ayuda para nutrir una marca personal; cuenta la buena experiencia de un amigo suyo, veterinario, que usa drones para crear galerías y vídeos promocionales. Y su aplicación se extiende a sectores como la ganadería: al captar la señal térmica de los animales, se facilita localizarlos si se escapan y sirve de alerta cuando alguno entra en parto. El aprovechamiento es transversal.