elecciones gallegas 18f
Mañueco pide votar «en masa» al PP y enviar «un mensaje claro» a Sánchez
El presidente de Castilla y León llama a lograr una «victoria rotunda» ante el «ruido» que «tenemos enfrente»
Rueda, arropado por segunda vez por un barón popular, se postula como el único «a favor de todos» los gallegos
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SANTIAGO
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Iniciar sesiónAlfonso Fernández Mañueco no es Juanma Moreno. No tiene el gracejo y la soltura del presidente andaluz en el atril. Pero es amigo y aliado, y comparte muchas de las reclamaciones al Gobierno que formula Galicia. Tienen en común la despoblación, el envejecimiento, el coste ... de los servicios públicos. Y a Pedro Sánchez. Por la ausencia de respuesta a sus demandas. De ahí que la suya siempre sea una presencia de las que suman en una campaña electoral. Para pedir, como hizo este lunes, «mandar un mensaje claro desde Galicia» el 18F, frente a «todo lo demás que tenemos enfrente»: «incertidumbre, confusión y ruido, mucho ruido». No nombró a Sánchez y sus socios; tampoco hizo falta.
«El próximo domingo tiene que haber victoria clara, una victoria rotunda, hay que ganar con contundencia (…), votando en masa», apeló Mañueco. Quien se quede en casa, alertó, estará dando un «apoyo indirecto al multipartito», cuyos integrantes estarán «encantados y felices». «Sólo se vota el domingo, el lunes no puede ser un día de lamentos», incidió. Y volvió a pedir emitir una «voz alta y clara» con una «movilización grande». Porque «Galicia y España se juegan mucho en estas elecciones». Un multipartito con nacionalistas/independentistas y la izquierda de muleta; o la estabilidad política« que »solo lo puede ofrecer Alfonso Rueda«. »Eso yo no lo quiero para Galicia« como vecino y como presidente castellanoleonés, »eso no lo quieren los gallegos«, remachó.
Mañueco sumó a la causa de Rueda desde O Barco (Orense), ante 600 personas que llenaron el Teatro Laura Olmo. Como ya es «tradición», los presidentes de Xunta y Junta, mano a mano en Valdeorras en campaña. En territorio 'neutral', a 40 minutos en coche de Ponferrada —no faltó su alcalde—. El Alfonso pontevedrés se sumó al Alfonso salmantino después de comenzar en Vigo, con desayuno informativo; encabezar a mediodía en Pontevedra un minuto de silencio, por los guardias civiles asesinados en Barbate —crimen al que aludieron ambos presidentes en O Barco; Rueda enfatizó que «el BNG no fue capaz de condenar» el doble asesinato, «una auténtica vergüenza», añadió por la noche en Lugo; y «el PSOE lo condenó vergonzantemente». «Me presento para frenar a esta izquierda insolidaria, soberbia y con tanta chulería, que no es como somos los gallegos», apostilló—; y parar de camino a reponer fuerzas con un bocadillo de calamares y una cerveza.
Incendios de 2022
No hubo grandes novedades en el discurso de Rueda. Difícil a estas alturas. Hasta sería mala señal, quedando tan poco margen. Por aquello de estar donde estaba, y con quien estaba, sí introdujo una mención a la reparación del viaducto de la A-6, que avanza con la velocidad de «las pirámides». Y rememoró el día que coincidió con Sánchez, él casi estrenado en el cargo, en 2022, precisamente en la comarca de Valdeorras, arrasada aquel verano por el fuego. Sánchez, contó, llegó «enfurruñado» como el BNG, de «mala gana», a visitar una de las zonas devastadas. Y que le echó la culpa al cambio climático cuando acudió con siete coches y en helicóptero. Además, afeó Rueda, la Xunta empezó a abonar ayudas a los tres meses, y las del Gobierno, «la mayoría, por no decir todas, siguen sin pagarse».
Por supuesto, no faltaron los dardos al BNG. Y Rueda pidió el voto contraponiéndose a todos sus rivales. Defendiendo que su «motivación» es «servir a Galicia y que siga mejorando», no como los candidatos de la izquierda, que quieren adoctrinar, impedir que gane el PP o buscar una «salida personal». Ironizando con los Consellos de la Xunta de un gobierno multipartito, viendo que todos sus cabezas de cartel quieren ser presidente o reservan cargos, pero «nadie habla de lo que quieren hacer». «Yo quiero ser el presidente de todos los gallegos, sin excepción»; no va «en contra de nadie», reivindicó, sino «a favor de todos». Recordó que, a partir del 19 de febrero, «hay que gobernar para todo el mundo», «dejar atrás» la «obsesión» divisoria de sus contrincantes.
Parada final en Lugo, crucial —«aquí va a estar la clave»—. 1.000 personas en Veterinaria. Chascarrillo con el «gobierno que no va a ser» de Pontón: que cree una consellería de «adoctrinamiento e imposición lingüística» y otra de «asuntos exteriores», para sus «amigos» de ERC y Bildu. Pero, sobre todo, mensajes para cargar de moral a los suyos, quizás a modo de enmienda a una encuesta del CIS que el PP no se toma para nada en serio. La izquierda, dijo, busca desbancarles con un pacto de «perdedores»; pero «¡no nos derrotan ni de broma!. Una izquierda «desesperada», «que quiere hacer ver que está de moda», cuando sabe que «va a pasar lo de siempre: que el PP va a ganar», y con mayoría para gobernar, afirmó. «¡Que somos más, que somos más fuertes, y tenemos que demostrarlo!», arengó.
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