NARCOTRÁFICO
La lucha en los puertos españoles para intentar frenar las oleadas de cocaína
Los narcos se valen de las rutas marítimas 'calientes', que conectan Latinoamérica con Europa, para colar esta droga de forma masiva. Guardia Civil, Policía y Aduanas tratan de proteger las costas españolas de esta avalancha
Las mafias extranjeras ya compiten en Galicia con los narcos locales

Agentes del Servicio de Vigilancia Aduanera y de la Guardia Civil se disponen a abrir en el puerto de Vigo tres contenedores que tienen marcados como sospechosos. El buque que los ha traído procede de Ecuador, una ruta 'caliente' usada con frecuencia por los ... narcotraficantes para colar cocaína en Europa. Los agentes comprueban los precintos, abren las puertas de uno de los containers y enfocan la mercancía con las linternas: decenas de bolsas de plástico que deberían de contener, supuestamente, lomos de atún congelado.
Lo que hacen los agentes esta mañana en la terminal de contenedores viguesa es comprobar si alguna organización criminal los podrían haber usado para introducir el polvo blanco a través de una técnica conocida en el argot policial como gancho ciego: meter, en los puertos de origen o en alguna escala, la droga camuflada entre mercancía legal a espaldas tanto de la empresa importadora como de la exportadora. Este método necesita que otra organización se encargue en destino de recuperar la droga, infiltrándose en los puertos o con algún trabajador de compinche. Un 'modus operandi' que requiere de cierta logística.
El gancho ciego consiste en camuflar una partida de droga entre mercancía legal a espaldas de las empresas importadores y exportadoras
Esta mañana, en el puerto de Vigo, los agentes no sólo inspeccionan la carga de los tres contenedores que, en principio, deberían transportar únicamente lomos de atún: también escudriñan los circuitos de refrigeración de los contenedores, porque a veces sirven de escondite. «Pero, en este último caso, la cantidad que podría transportar en los circuitos de refrigeración no serían más de 30 o 40 kilos, no cabría más, pero que si va oculta entre la propia carga podría llegar a los 200 kilos». Lo explica a ABC Laura Piñeiro, jefa de Vigilancia Aduanera en el puerto vigués, mientras uno de los agentes sube a una escalera de mano, abre las tapas del circuito de refrigeración y apunta al interior con la linterna.

Estas eran, a grandes rasgos, las cifras que se movían hasta no hace mucho. Pero el puerto de Vigo no es ajeno a la avalancha de cocaína que en los últimos tiempos llega a Europa, derivada de la sobreproducción del polvo blanco en Latinoamérica. Se multiplican las incautaciones, pero también el volumen de las mismas. Más operaciones, y de más envergadura. En Galicia, el volumen de incautaciones en 2024 se situó entre 12 y 15 toneladas de cocaína, según los cálculos de la Fundación Galega contra o Narcotráfico, un balance que también computa la droga intervenida en origen o en alta mar pero cuyo destino probable era Galicia. Y el tráfico de contenedores a través de los puertos son una de las vías predilectas para hacerlo.
Cada vez son más frecuentes las incautaciones de cuatro dígitos, muchos alijos se miden ya en toneladas. El último gran golpe en el puerto de Vigo fue la intercepción, a principios de enero, de 1.250 kilos que llegaron a bordo del Cape Citius, un buque con bandera chipriota. Igual que el barco que ha traído los contenedores de lomos de atún que esta mañana los agentes supervisan por si pudieran haberse usado para un gancho ciego, el Cape Citius procedía también de Ecuador. El gancho ciego fue, también, la técnica por la que optaron lo del Cape Citius. Una decisión muy arriesgada por parte de la organización, pues camuflar más de una tonelada de droga entre mercancía legal roza la temeridad. «La organización estaba trabajando en otros puertos donde igual es más fácil introducir esas cantidades, pero aquí cuando intentaron esa logística fueron detectados rápidamente», relata la jefa de Aduanas en Vigo.
Un alijo y un secuestro
Fue una operación conjunta de Policía Nacional y Vigilancia Aduanera, que también contó con importante colaboración internacional. Los investigadores llevaban tiempo siguiéndoles la pista, porque habían detectado intentos de los capos de contactar con gente local para estudiar la viabilidad de usar el puerto gallego para el alijo. Intentaron un primer envío en junio, pero un desajuste de los narcos a nivel interno condenó la operación al fracaso. Estaban implicadas bandas de diferentes nacionalidades y los destinatarios de la droga eran de origen belga, pero intermediaron holandeses y turcos. En ese popurrí de nacionalidades empezaron a desconfiar unos de otros y esas suspicacias acabaron en un secuestro. «Nos permitió a nosotros seguir con las investigaciones», añade Piñeiro a este diario.
Los belgas decidieron entonces cambiar de intermediarios. Contactaron con una organización de albaneses y serbios, que sería la encargada de rescatar los 1.250 kilos de cocaína llegados al puerto vigués. Fue el momento elegido por los investigadores para desplegar el operativo: nueve detenciones en total, algunas practicadas en la estación de tren viguesa a la que habían llegado para rescatar la droga. El juzgado envió a todos a prisión.

El del Cape Citius fue el último de una sucesión de golpes policiales con epicentro en el puerto de Vigo que acabaron en incautaciones que se miden por toneladas. Hasta 2023, las aprehensiones en este puerto solían ser de decenas de kilos, o de centenares, como mucho. Pero se ha dado un salto cualitativo. Fue en diciembre de ese año 2023 cuando se produjo una aprehensión que rompió todos los registros: 7.500 kilos de cocaína intervenidos en una nave de un polígono industrial de Cambre (La Coruña), que habían entrado por Vigo entre lomos de atún congelado; es decir, el mismo tipo de mercancía que esta mañana supervisan las linternas de los agentes de Aduanas y Guardia Civil por si camuflan algún fardo de cocaína.
Las organizaciones del Este cada vez están más presentes y el gancho ciego es uno sus 'modus operandi' favoritos. Son itinerantes, lo que dificulta las investigaciones, y algunas se atreven ya a probar métodos hasta ahora reservados a las organizaciones autóctonas: a principios de año, intentaron colar 2,2 toneladas de cocaína en una lancha por la enrevesada ría de Arousa, copiando así a los capos gallegos que habituaban a alijar la droga en las playas tras recogerla en algún barco nodriza.
Pero, volviendo a Vigo, que en este texto sirve como ejemplo de una realidad que sufren los grandes puertos europeos y, por supuesto, entre ellos los españoles. El vigués, por donde entran el 75% de los contenedores que llegan a Galicia, es el sexto puerto español en volumen de mercancía (legal) importada, por detrás de Valencia, Algeciras, Barcelona, Las Palmas y Bilbao. Los tres primeros son también, por una cuestión estadística, los puertos españoles por los que más cocaína se cuela. Pero no sólo influye el volumen, sino también cuáles sean las rutas. Eso hizo, por ejemplo, que en 2024 entrase más cocaína por Barcelona, que es el cuarto puerto en volumen, que por Valencia, que es el primero.
Ecuador y Brasil
En el caso de Vigo, el riesgo de que se introduzca cocaína por sus instalaciones se ha incrementado, no sólo porque su tráfico ha crecido por encima de la media española, sino por haber asumido nuevas rutas. Y hay dos de ellas que se consideran calientes: la que llega los martes de Ecuador, y la que atraca los jueves procedente de Brasil. Básicamente, cargan fruta y pescado congelado.
En todo caso, las organizaciones son itinerantes, van probando de un puerto a otro. «Tenemos que olvidarnos de que es un mal de un puerto determinado, van cambiando y probando», corrobora la jefa de Aduanas en Vigo. «Esto no deja de ser el juego del ratón y el gato, ellos van delante, nosotros atrás, cambian su metodología, nosotros cambiamos la nuestra», añade Piñeiro.

«Es el juego del ratón y el gato, ellos van delante, nosotros atrás, cambian su metodología, nosotros cambiamos la nuestra»
Laura Piñeiro
Jefa de Aduanas en Vigo
Las tácticas de investigación evolucionan, se modernizan –no conviene entrar en detalles para no dar pistas– y se van adaptando a un narcotráfico cada vez más sofisticado y global. «Por eso, la colaboración policial internacional es sin duda fundamental», reconoce Piñeiro. En todo caso, pueden distinguirse dos grandes tipos de inspecciones en los puertos: las derivadas de causas judicializadas, donde se trabaja ya con abundante información previa, y las que tienen como germen los análisis de riesgo que llevan a cabo los propios agentes de las zonas portuarias. Aquí se encuadraría la apertura de puertas que esta mañana realizan los agentes de los tres contenedores de lomos de atún congelado.
No se abren todos los contenedores que llegan, eso sería inviable y un lastre para el comercio. Pero eso no quiere decir, recalca la jefa de Aduanas en Vigo, que no se controlen: «No se abren todos, pero se analizan todos, esto es importante». Los agentes disponen de otros métodos menos invasivos, como el análisis documental o los escáners. En los tres contenedores de lomos de atún congelado que esta mañana han abierto los agentes de Aduanas y los de la Guardia Civil, por cierto, y por suerte, no había un gramo de droga.
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