el garabato del torreón
Las mascotas, primero
«Eiquí xaz o caniche Antoñito, exemplo de elegancia, fidelidade e intelixencia». Epitafio en acero inoxidable sobre mármol de las canteras de Pacios o de As Sasdónigas. Allí podrá usted visitar sus cenizas, llevarle flores y encomendarlo al santo de Asís
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Iniciar sesiónSi usted vive en la muy noble, leal, eucarística y amurallada ciudad de Lugo y tiene la desgracia de que se le muera el hámster de la ruedita, el gato (aunque sea el gato negro de Poe), el perro, el conejo, el lorito o ... el canario, está usted de enhorabuena.
Quiero decir que, aun considerando lo doloroso del trance y una vez guardado el luto prescripto, usted podrá enterrar a su mascota en la zoonecrópolis que el Ayuntamiento lucense —siempre tan receptivo a cualquier animalada— ha decidido construir en el cementerio de San Froilán. «Eiquí xaz o caniche Antoñito, exemplo de elegancia, fidelidade e intelixencia». Epitafio en acero inoxidable sobre mármol de las canteras de Pacios o de As Sasdónigas. Allí podrá usted visitar sus cenizas, llevarle flores y encomendarlo al santo de Asís.
Ya quisieran similar atención para sus padres y abuelos los hijos y nietos de cuantas personas fueron fusiladas, paseadas, exterminadas, en la ciudad de Lugo («yo creía que en mi ciudad no había asesinos«, escribió Pimentel) durante los tres años negros y los cinco años oscuros. Gentes, muchas de ellas, liquidadas (¿para qué buscar otro verbo más leve?) sin incoación de causa ni pliego de imputación y con la sola aplicación del código de venganza personal o acusación anónima.
Muchos de estos desdichados yacen hoy no se sabe dónde, porque a sus familias ni siquiera se les concedió el derecho de identificación y sepultura. Hay un artículo de Fole que habla de aquellos asesinatos y de las contraseñas del terror.
Los representantes lucenses de la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica llevan años pidiendo la colocación, en el cementerio municipal, de un modesto túmulo que honre a aquellos ciudadanos enterrados sin tumba. Una sencilla columna donde sus familiares puedan al menos tener el alivio de dignificar su recuerdo.
Pero el Concello lucense parece tener las cosas claras: primero, las mascotas.
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