El Garabato del Torreón
Una jarra de cerveza
El nazionalismo enseña las herraduras sobre las que carga sus patas: fanatismo, ignorancia, odio y estupidez
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Iniciar sesiónFui lector de Camus. Lo soy menos. 'Amo demasiado a mi país para ser nacionalista': descreía de la mística de la nación. Sabía que la mezcla de intolerancia y supremacismo conduce a la cervecería de Munich. Aquí, en el noroeste, también lo sabemos: a diario, ... el nazionalismo, versión ibérica del nacionalismo, enseña las herraduras sobre las que carga sus patas: fanatismo, ignorancia, odio y estupidez.
Veamos. La alcaldesa (PSOE) propuso nombrar 'fillos adoptivos' de Lugo al médico Vega Barrera y al profesor Alonso Montero. El PP no tardó en adherirse a la moción: valoró los méritos de los propuestos, su arraigo lucense, su solvencia, su reputación profesional y sus servicios a la ciudad y a los ciudadanos (en el caso de Vega, a mayores, una inmolación disfrazada de consejo de guerra).
Fue, pues, la del PP, una determinación fundada en datos objetivos y ajena a afinidades políticas, bien conocidas de todos: Alonso Montero nunca abdicó de su compromiso comunista y nunca regateó esfuerzos a la causa de Galicia; Vega Barrera, presidente de Unión Republicana, siempre entregó su maestría de gran cirujano a quien precisó de ella: en pago, lo fusilaron.
Los compromisos de los concejales del Bloque van por otro camino. 'La venganza y el cangrejo de río se sirven en plato frío'. Se apresuraron a proclamar (otra vez) su irreductible inquina hacia Alonso Montero. No le perdonan que prestase sus muchos servicios a Galicia al margen del catecismo nazionalista. Ni que cuando presidió la RAG se atreviese a proclamar que el idioma gallego no era propiedad del Bloque ni de nadie, sino de todos.
Por cierto, la RAG salía entonces de una etapa en la que habían quedado derogados los méritos literarios en beneficio de la cotización partidista. Naturalmente, todo esto lo ignoran unos concelleiriños cuya fanática ofuscación les impide reflexionar sobre cuánto interrumpa el gozo de sus pajas mentales. A su lado, Ripalda era un anarcolibertario.
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