el garabato del torreón
El derecho al descanso
Si un bocinazo nocturno desvela a un minino o impide los apacibles sueños del chucho familiar, que se prepare el infractor: no arregla la sanción con 500 euros
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Iniciar sesiónEn medio del reciente torbellino electoral se entiende que los periódicos hayan pasado como de puntillas sobre la noticia del arresto y traslado (engrilletada, por supuesto: lo ordena el protocolo) a dependencias policiales de una vecina de La Coruña que tuvo la osadía de reclamar ... su derecho al descanso nocturno.
No estamos, dicen las crónicas, ante un caso más de discordias vecinales ni de gamberros latosos ni de vándalos que se pasan de copas. Eso es cosa de todos los días. En el trance que nos ocupa quien se salta la 'Directiva sobre Ruido Ambiental' y, en consecuencia, se pasa por el forro, así, de golpe, la Directiva Europea sobre Ruido Ambiental, la Ley del Ruido y los artículos 43 y 45 de la Constitución, que engloban en su alcance la protección contra la contaminación acústica, es, ni más ni menos, que el Concello de La Coruña, que autoriza (y a lo mejor hasta exige) que las obras de renovación del firme de algunas de sus calles se realicen a partir de las doce de la noche.
Quienes sepan del ruido que camiones, taladradoras y martillos neumáticos producen uno por uno pueden imaginar cuántos decibelios alcanza su acción simultánea.
Estamos seguros de que la señora Rey, alcaldesa de La Coruña, es conocedora de la Ley de Bienestar Animal, de estricta observancia para el censo canino y gatuno empadronado en el municipio. Si un bocinazo nocturno desvela a un minino o impide los apacibles sueños del chucho familiar, que se prepare el infractor: no arregla la sanción con 500 euros.
Pero si a quien no se deja pegar ojo es un contribuyente que tiene que levantarse a las siete de la mañana, entonces que se encomiende a los tapones de silicona, al lorazepam y a San Mateo, que es protector de los oídos y al que, por cierto, hasta hace poco, le hacían romería en Monforte de Lemos. Ahora, quizá no. Esto de las romerías y los ayuntamientos serios pasó de moda.
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