«Hay una falta de conciencia del riesgo en la sociedad»

Alude al hecho de que, de los seis chicos -primera infracción- que viajaban en el coche siniestrado en Xove el 1 de abril, solo dos llevaran puesto el cinturón de seguridad. Una de esas «normas que están ahí de siempre y que no se cumplen», lamenta Picard. «Educación vial no es solo conocer las señales y las normas, es un comportamiento responsable, de respeto, de solidaridad, de convivencia», abunda. Al menos, celebra, «por fin» se imparte en Secundaria y Bachillerato, cuando antes «era lo último, si había un poco de tiempo». El problema, opina, es que esos «valores sociales de comportamiento, que debemos tener todos cuando nos movemos, no los asociamos a la carretera», resopla elocuentemente. «Nos subimos al coche y nos transformamos, y pensamos que no va a pasar nada».

La pandemia, para Picard, acabó siendo un espejismo. «Todos pensábamos que íbamos a salir buenas personas», ríe ante lo que ve como una ironía, pues considera que «hemos salido peor». «Con ganas de divertirnos, ganas de jugar, ganas de adrenalina. Esto se nota: ha aumentado la siniestralidad vial». Lo confirman las cifras de la Dirección General de Tráfico. De acuerdo con el informe sobre 2022, divulgado el pasado mes de enero, el año pasado se registraron 1.145 fallecidos en vías interurbanas, un 14% más que en 2021; aunque la comparativa más fidedigna, porque descuenta el efecto Covid, es con 2019: con respecto a este año, el aumento es del 4%. Siempre contrastando con el 19, en el 22 aumentaron un 5% los fallecidos en carretera convencional. Esta casuística, la que corresponde al siniestro de Xove, absorbe el 73% de víctimas mortales, un punto porcentual más. En salidas de vía, el salto fue notable: un 13%; así perdió la vida el 42%, por un 39% tres años antes. El incremento en turismos fue del 10%, algo más, un 11%, cuando este tipo de vehículo circulaba por carretera convencional. Adicionalmente, la DGT constata que aumentó el volumen de víctimas que no usaba el cinturón, del 24% al 25%.

Yendo al caso concreto de Galicia, los 89 decesos del 22 suponen uno más que en el 19, y 12 más que en el 21; lejos, todavía, de rebasar el centenar como en los años recientes más negros (117 en 2012). En cuanto a este 2023, las últimas cifras que ofrece la DGT, a 4 de abril, reflejan, en toda España, un descenso del 8% en fallecimientos globales, pero un incremento del 6% si excluimos autopistas y autovías, que es donde se dan menos víctimas. En Galicia no hay grandes cambios, pese a los cuatro decesos de Xove: los siniestros mortales bajan de 22 a 19, pero con idéntico número de fallecidos, 23.

La Comunidad, cuando se habla de siniestralidad vial, cuenta con un hándicap, recuerda Picard: la dispersión. «Ese es el gran problema que tienen los jóvenes», comenta, especialmente en zonas no urbanas, donde se recurre más al coche para desplazarse, sobre un segmento de la población que tiende a infravalorar más el riesgo, y que también busca compensar las restricciones del confinamiento. El «cóctel» se vuelve aún más peligroso si se introducen alcohol y otras sustancias, o el uso del móvil al volante. «Tienen derecho a divertirse, pero con seguridad. Tenemos que ayudarles», reivindica Picard.

Ribadeo, y por toda extensión Galicia, «llora la pérdida de cuatro jóvenes llenos de vida y proyectos», y «eso no se puede admitir, tenemos que movilizarnos, a nivel de sociedad», de «autoridades», demanda. «Es una responsabilidad compartida de todos». Cita como ejemplo «un transporte público adecuado».

«No podemos llorar, tenemos que actuar», insiste. Pero ella, que perdió un hijo en la carretera, no puede sino empatizar, y ofrece la ayuda de STOP Accidentes. «Aunque sabemos que esto no se supera. Una pérdida de un ser querido, de un hijo, no se supera», repite con voz tomada. «Se aprende a vivir, y es lo más difícil». De ahí su llamamiento a que accidentes como el de Xove no vuelvan a producirse.