Entrevista al delegado del Gobierno en Galicia
Besteiro: «No me arrepiento de nada de lo que hice, ni le pongo vallas al futuro»
Regresa a la política activa para poner en valor la gestión del Gobierno, sin descartar una eventual candidatura socialista a la Xunta
Análisis: Besteiro, Candia y el juego de quién imputa a quién
LA CORUÑA
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Iniciar sesiónNo ha perdido 'punch', a pesar de los siete años de ostracismo voluntario. José Ramón Gómez Besteiro (Lugo, 1967) regresa a la política tras enterrar el calvario judicial al que lo sometió Pilar de Lara, y aunque reconoce que está todavía aterrizando, pisa el ... campo como el futbolista que no se olvidó de cómo se jugaba. No en vano José Manuel Lage lo comparó con Messi. El nuevo delegado del Gobierno parece llamado a mayores retos en el PSdeG, pero de eso ahora no toca hablar, dice.
—Vuelve a la primera línea siete años después. ¿Por qué?
—Siempre dije que hasta que no se archivaran las causas contra mí yo no iba ni a hablar ni iba a hacer nada de participación activa en política. Confluyó en este momento cuando recibo el encargo del presidente del Gobierno de incorporarme a la política activa, pero en el puesto de delegado del Gobierno. Fue una confluencia de todo.
—¿Lo echaba de menos?
—No especialmente. Durante siete años hice la vida de un abogado, de un autónomo. He visto la realidad y la política desde otra perspectiva, pero a mí la política siempre me gustó, y estos siete años la he seguido viviendo de forma distinta, con percepciones y desde una situación personal diferente. La política es como todo, si te gusta de verdad la vives toda la vida.
—Irse, irse, nunca se fue del todo porque ha mantenido una cierta influencia en la sombra en su partido.
—Influencia no, contacto, diálogo, compartir muchísimas cosas sí, eso es cierto. He compartido ideas, proyecto con muchos compañeros. Ese diálogo no es dentro del ámbito de la influencia. Eso no he dejado de mantenerlo.
—¿Cómo ha sido este tiempo? ¿Por qué este silencio autoimpuesto?
—Cuando no hay nada que decir lo mejor es estar callado. También va en la forma de ser de cada uno. Mi profesor y amigo López Orozco siempre fue más de hablar, de comentar. Somos personalidades distintas. La mía me produce una situación de autorreflexión, de ver que para mí y para lo que yo había representado en el partido era la mejor forma de actuar y de compartir. No quería hacer ningún tipo de declaración y comentarios públicos porque consideraba que hasta que ese proceso no estuviera cerrado no resultaba procedente hacerlo. A lo mejor, por mi propia condición de exsecretario general de un partido, pues sabía perfectamente cómo hay que corresponder: apagar y esperar.
—¿Habría vuelto a la política activa si el secretario general del PSdeG no fuera Valentín González Formoso?
—No lo sé, el caso es que lo es. Es un amigo y es mi secretario general, al que respeto y con el que además tengo una relación muy personal, de muchísima intimidad y de una amistad muy profunda. Quien hoy abre las puertas a que yo vuelva a la política es primero Pedro Sánchez, coincidiendo que en Galicia hay un secretario general que también quería que yo volviera. No lo condicionaría tanto a quién es el secretario general, aunque felizmente coincide que es Valentín.
—¿Este calvario judicial que ha sufrido estos años va a salir gratis?
—Bueno, yo creo que hay dos tipos de repercusión. La personal, en la que estoy reflexionando y pensando sobre las acciones a emprender. Estoy en un momento en el que no excluyo tomar cualquier tipo de acción sobre esa situación judicial. Y hay una repercusión pública general de que todo lo que aconteció no puede volver a pasar nunca y en ningún caso. Estamos en una situación social distinta, no es la de hace siete años, pero hoy hay una jueza que ha sido sancionada por la administración de justicia y en ese sentido creo que gratis ya no salió. También hay una reflexión conjunta de toda la sociedad, incluidos los medios de comunicación, sobre lo que se puede y no se puede hacer y sobre si realmente estas cosas se pueden volver a tratar como se trataron entonces. Todo no se hizo bien. Creo que la sociedad en su conjunto también tiene una lección aprendida de todo esto.
—¿Han abusado los partidos del populismo con las causas judiciales?
—Yo no lo sé. En todo caso, yo nunca abuse de esa situación. Y nunca hice política con ese tipo de acusaciones. Si los partidos lo utilizaron o no, creo que, en todo caso, es un error. Hacer política en los juzgados siempre acaba mal, bien porque provoques actuaciones judiciales o bien porque consideres que lo que no se discute en unas elecciones y en la contienda legítima política se puede ventilar a través de los juzgados. Eso no es positivo. Ventilar cuestiones políticas en el ámbito judicial me parece absurdo, una pérdida de tiempo y sobre todo una falta de respeto al ciudadano.
—¿Cómo se convive con la indefensión?
—La mayor fortaleza procede de cómo yo afronto este problema y cómo lo afrontan también mi familia y mis más allegados, es la fortaleza de la inocencia. Si no eres y no te sientes culpable la vida cambia en unos aspectos, pero en otros no. Yo nunca me he encontrado un ciudadano que me reprochara nada. He podido andar por la calle con la cabeza bien alta. Y eso creo que también es bueno.
—Siete años después, con todo sobreseído, si hubiese ido al Senado se habría aforado, y el Supremo seguramente habría sido mucho más ágil que la Audiencia de Lugo o que el juzgado. ¿Se arrepiente de no haber acortado estos pasos?
—Yo tengo mi teoría. Recuerdo que en el año 2015, cuando dejé de ser presidente de la Diputación y ya era secretario general del partido, en un primer momento había una fecha señalada en el Parlamento para votar. Y después se cambió esa fecha para, creo recordar, 10 o 12 días más tarde. En el medio apareció la petición de una imputación exprés por parte de una entidad mercantil en Lugo y una jueza que diligentemente entendió que había causa suficiente para una imputación. Posteriormente, la posibilidad de ir al Senado fracasó o no se pudo realizar porque estábamos en el momento en el que las imputaciones eran condenas. No fue una decisión personal mía, sino que los acontecimientos se encadenaron de tal manera que se hizo imposible ir.
—¿Siente que le han hurtado siete años de carrera política?
—Yo, por este tipo de decisiones, estuve siete años en el banquillo y no pude salir a jugar. Yo estaba jugando en un equipo en el que me gustaba, en una liga en la que disfrutaba, pero que por esa decisión tuve que estar siete años en el banquillo. Yo quería jugar, yo quería ser titular y es cierto que por las circunstancias y por el momento no fue posible.
—Le he leído en alguna entrevista que está usted a disposición del partido, pero estar a disposición también precisa algo de hambre, algo de ambición, ¿la conserva?
—Totalmente intacta, y la motivación también. La primera pregunta que me hace el presidente del Gobierno cuando me hace esta propuesta es si estaba motivado, con ganas de trabajar y si me sentía fuerte. A esas preguntas hay que responder afirmativamente, no puede ser de otra manera. Uno no puede estar aquí por un pasar, sino que tiene que implicarse, ponerse el traje de faena y trabajar.
—Pero una cosa es ambición para ser delegado del Gobierno y otra cosa es ambición para mayores encargos.
—Esa ambición sana, correcta, medida, nunca desapareció. Yo creo que además es necesario, es parte de ese combustible de la acción política.
—¿Formoso y usted son un tándem político en el PSdeG?
—Somos la misma moneda, representamos lo mismo. Yo así lo siento y yo creo que Valentín también.
—Las primarias para la Xunta parece que van a ser en el verano, después de las municipales. ¿De qué depende que usted se presente o no?
—Bueno, no depende de nada en concreto, lo que significa es que el secretario general tendrá que decidir primero cuándo abre ese proceso. A ese proceso se puede presentar todo el mundo y tendrá que hacerlo aquel que esté especialmente motivado, que quiera dar ese paso al frente.
—¿Es su caso?
—Yo, a día de hoy, no. Apenas llevo aquí quince días, tomé posesión el día 3. Quiero hacer un buen papel como delegado del Gobierno.
—¿Le queda la espinita clavada en su carrera política de no haber podido probarse en unas autonómicas?
—No, no voy a perder el tiempo mirando para atrás diciendo lo que pudo haber sido y no fue. Yo miro para adelante. No me arrepiento de nada de lo que hice, tampoco miro para atrás pensando en lo que pudo ser y no fue, y tampoco le pongo vallas al futuro, porque nos deparará no se sabe muy bien qué.
—Miñones ministro. Imagino que le habrán dado las gracias a Adriana Lastra, que parece que no quiso serlo...
—Ni lo sé ni me compete, como comprenderá son decisiones del presidente del Gobierno. Ha nombrado a una persona muy capaz que va a hacer un papel muy bueno, relacionada con el mundo de la sanidad, de la ciencia, que ha sido un gran delegado del Gobierno y un magnifico alcalde. Todo en apenas dos años. Creo que es un premio a una buena acción política y a una enorme capacidad. Ya verá como va a hacer un papel de Ministro de Sanidad fantástico. Es un nombramiento que le da además una enorme fortaleza al Partido Socialista en Galicia.
—A ese ritmo de crecimiento, lo siguiente es ser candidato a la Xunta...
—Podría ser perfectamente. Muchas de las cosas que se han hecho en el PSdeG están cuajando en este 2023, un año después de ser secretario general Valentín González Formoso. Y esa forma de hacer política a veces es en silencio. Y ya verá cómo Galicia tiene también un enorme protagonismo en el semestre de presidencia europea. El nombramiento de Miñones no es extraño, ni está exento de la labor que hace Valentín.
—¿Por qué el 'gobierno de la gente', el 'gobierno más social de la historia de España', no remonta en las encuestas, excepción hecha del CIS?
—Este es un gobierno que ha tenido que enfrentarse a una pandemia sin precedentes y sin experiencia en la gestión de la administración en los últimos 120 años, la guerra de Ucrania, el volcán en las Islas Canarias. Le pasó de todo, y aún así está ahí, haciendo creíble lo que algunos vaticinaban que iba a ser un desastre. A lo mejor algo tiene que ver con la caída del 'efecto Feijóo', que esperaba que el año 2023 fuera el año del desastre económico universal. Pues este gobierno ahí está, con política económica, siendo respetado en todos los foros económicos, con una previsión de crecimiento de las más altas de la UE, según distintos organismos. Ahora se confirma que hay partido para este año. El presidente del Gobierno aparece a los ojos de los ciudadanos como una persona que no escapa de los problemas.
—Salvo que haya que votar la Ley del 'sólo sí es sí'...
—Se han detectado problemas en la aplicación de esa ley y se ha corregido de inmediato. Y también ha votado el PP. Por tanto el presidente corrige los errores. A pesar de que se le pueda criticar como a cualquier otra persona, creo que la inmensa mayoría de los españoles reconocen que este es un presidente que cuando nos hace falta, ahí está, y cuando hay algún problema, no escapa. Recuerde aquellas épocas en las que los problemas eran como darle una patada hacia adelante, ya se solucionará. Bueno, eso no va con el presidente del Gobierno y yo creo que cada vez más españoles lo valoran. Se ve mejor en esa percepción y lo veo también por el propio PP. Hace siete meses, ocho meses se frotaban las manos de que esto iba a ser una maravilla, de que la inflación se iba a cargar a este Gobierno y ahora los veo flojos. Algo está pasando ahí.
—¿Los trenes Avril tienen una fecha cierta de llegada?
—Este año, sin lugar a dudas. Estamos pendientes del proceso de homologación. No hay ninguna decisión política pendiente en relación con eso. Ahora lo que queda es primar el proceso de homologación que finalice y, sobre todo, primar la seguridad que aquí en Galicia sabemos que es un valor que no debemos perder de vista.
—¿La ley del litoral usted también cree que es «casi una declaración de independencia»?
—Lo que considero es que si ahora nos ponemos usted y yo a pensar cuántas transferencias se llevan producido en los últimos años no recordamos ninguna. Tampoco creo que haya que tenerle miedo a hacer ninguna modificación estatutaria, digo por buscar puntos en común de acuerdo. Lo lógico es hablar entre dos administraciones que son adultas, que tienen un marco constitucional claro y sobre los que se puede hablar de todos los temas. Yo no entiendo por qué eso no se lleva a las mesas de transferencias, que es donde se debe llevar.
—El ministro Escrivá prometió al presidente Feijóo la transferencia del ingreso mínimo vital a Galicia. ¿Hay alguna fecha prevista para que se materialice?
—Fecha inmediata no, pero está en la agenda del Gobierno. Esas transferencias que ahora urgen tanto deben tener un plazo para su tramitación.
—¿Cómo le va a ir al PSdeG en las municipales?
—Estoy convencido de que le va a ir bien. Somos un partido profundamente municipalista, que no es otra cosa que pensar que somos muy próximos a los problemas de los ciudadanos. La experiencia municipal nos enriquece muchísimo a todos. Es la verdadera escuela. Habrá localidades en las que se suba, otras en las que se baje, pero en general al partido le va a ir bien en las elecciones.
—¿Vamos a verle en campaña?
—Sí, sí. Yo, como siempre dije, nunca dejé de ser militante el partido, y como un militante más y al margen de la tarea institucional, como no puede ser de otra manera y sin confusión entre una cosa y otra, me puse a disposición para lo que el partido considere en esta campaña de municipales.
—¿Va a condicionar el resultado de las generales lo que pase el 28M?
—Los ciudadanos cada vez más distinguen los procesos electorales. Al final lo que les van a preguntar el 28 de mayo es quién quieren que sea su alcalde los próximos cuatro años, qué programas municipales van a respaldar. Y a finales de año les preguntarán quién quieren que gobierne España. No veo relación entre procesos, y cada vez los veo más autónomos. De hecho el PP ya no plantea las municipales como un referéndum sobre Pedro Sánchez. Lo acaban de decir hace apenas 15 días, y eso no es lo que decía en octubre.
—Desde que se fue usted el PSdeG es tercera fuerza en Galicia en autonómicas. ¿Qué ha pasado?
—Esto de ser primeros y segundos es la foto fija en un momento determinado. Coincido en que somos tercera fuerza en el Parlamento, pero si utilizamos el parámetro de población somos el primer partido en el campo municipal. Y somos primera fuerza en el Gobierno de España. Dentro de un año y pico, cuando sean las autonómicas, espero que tengamos una posición mejor. Pero eso de ser primero o segundo... Algunos partidos tienen tendencia a decir que son los que más se parecen a Galicia, otros que son el que mejor defiende a los gallegos... Lo esencial es ver quién es el primero resolviendo los problemas de los gallegos. Y el PSOE está en esa senda. Aquí lo importante es rendir cuentas.
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—¿Cuando se fue hace siete años pensaba que algún día volvería?
—Yo viví esa situación con cierta normalidad de espíritu, y sabiendo que la vida no se acaba aquí, de una forma muy optimista, sobre todo basado en la inocencia. La inocencia es un medicamento esencial en este tipo de situaciones. Si uno es inocente y se siente inocente —y yo me sentía muy inocente—, te da fortaleza para decir que todo pasará. Aunque, la verdad, no esperaba que pasaran siete años; yo creía en el sistema y que éste depuraría esta situación con más rapidez. No fue así, pasaron siete años. Pero siempre vi el futuro con optimismo.
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