crónicas atlánticas
El votante fiel
Una vez una mujer que había votado a Izquierda Unida toda la vida me dijo (refiriéndose a un alcalde del PP) que le caía bien porque no parecía de derechas.
Estos días me he encontrado con ciudadanos que meditan si votar PP o BNG en las municipales. ¿Centro derecha constitucionalista o soberanismo a la izquierda del PSOE? ¿Nos estamos volviendo locos o no nos hemos enterado de nada?
Seguramente un poco de cada cosa. Echando ... un vistazo a las redes podríamos pensar que la población está cada vez más ideologizada, con los algoritmos que nos empachan de lo que supuestamente nos interesa y nos ocultan el resto, pero mirando por la ventana nos encontramos con algo bien diferente: ciudadanos preocupados por llegar a fin de mes y por que los suyos estén bien. Los hay muy cafeteros, cierto, pero la gran mayoría no se casa con nadie y hay que conquistarlos en cada cita electoral.
Una vez una mujer que había votado a Izquierda Unida toda la vida me dijo (refiriéndose a un alcalde del PP) que le caía bien porque no parecía de derechas. No es que no tuviese ideología, sino que ponía por delante el sentido común y eso lo notaba hasta quien estaba en las antípodas. Por cierto, en estas elecciones ese hombre tiene opciones de ser alcalde.
La figura del votante fiel que no cambia su detergente ni aunque le regalen tres botellas de uno nuevo cada vez es más rara, y más en política local, donde basta con salir a dar un paseo por el barrio para saber si quien te gobierna lo está haciendo bien, mal o regular.
No sabré si la competencia para regular el litoral es de la Xunta o del Estado, pero sí quien me reclama todos los años la contribución y el impuesto de vehículos de tracción mecánica. Lo fragmentan para facilitar su pago, pero no lo perdonan.
El buen político sabe perfectamente cómo le va a ir el 28M porque las tendencias antes que en las encuestas se palpan en los bares y en la cola de la pescadería.
Abel Caballero en Vigo duerme tranquilo por ahora, Bugallo en Santiago sin embargo sabe que la calle está decepcionada. Rey Varela y Elena Candia tienen motivos para ilusionarse