Crónicas atlánticas
La segunda plaza
Los cincuenta y tantos días que tenemos por delante van a ser apasionantes
«Galicia va a tener por primera vez una presidenta», «nosotros somos los únicos que podemos liderar un verdadero cambio» decían Ana Pontón y Gómez Besteiro respectivamente nada más saber que se convocan elecciones para el 18 de febrero.
El subconsciente los traicionó a ... ambos y sus primeros mensajes iban destinados del uno contra el otro. La primera plaza en la carrera está tan clara que la verdadera lucha es por la segunda.
Estos comicios son una prueba de fuego para Alfonso Rueda, que le puede dar la quinta mayoría absoluta consecutiva al PP, pero también una lucha encarnizada por el liderazgo de la izquierda. El Bloque subió como la espuma en 2020 aprovechando el descontento con las Mareas, pero los 19 escaños actuales no son de gallegos convencidos de que la autodeterminación es una prioridad y pendientes de lo que ocurra en los consellos de la UPG. Una parte importante del voto nacionalista es volátil y entre que vuelve Yolanda Díaz con fuerza y que el PSOE actual está tan cómodo con el nacionalismo… ya veremos si no se igualan las cosas.
Besteiro lo tiene a huevo para recuperar un electorado que se puede sentir tan cómodo en el PSdG como en el BNG, pero sus primeros pasos no han sido los correctos.
Desde que lo han nombrado candidato se ha convertido en una especie de delegado del gobierno bis que se encarga de presumir de logros de Pedro Sánchez, una estrategia arriesgada cuando tenemos sobre la mesa una ley de litoral que dinamita al sector mar-industria o parques eólicos suspendidos porque a un ministerio se le pasa el plazo.
El votante gallego, por muy de izquierda que sea, va a preferir un gobierno firme sobretodo en un momento en el que Cataluña y el País Vasco se lo quieren llevar todo.
Tal y como están las cosas no necesitamos un perro faldero sino un rottweiler.
Los cincuenta y tantos días que tenemos por delante van a ser apasionantes. Y ojo en el PP, su mayor peligro siempre es que los simpatizantes den el partido por ganado y acabar perdiéndolo por la mínima.