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Juan Soto - El garabato del torreón

Carro Martínez o la discreción

Antonio Carro Martínez lo fue casi todo en el franquismo. Pero en honor a la verdad hay que decir que pasó por la dictadura más como un servidor del Estado que como un fanático del régimen

A Antonio Carro Martínez lo vemos, en una calurosa mañana veraniega, haciendo el recorrido inaugural de una de las rondas que dieron paso al moderno (y altamente discutible) urbanismo lucense. Empezaba a desempeñar el cargo de ministro de la Presidencia, después de haberse ... fogueado en una carrera política con muchos éxitos aunque no exenta de algún que otro fracaso, como el que significó su inopinada retirada, casi a pie de urnas, de la contienda electoral de la que saldrían elegidos procuradores en Cortes por Lugo Antonio Rosón y Eduardo Urgorri: demasiada presión azul para un contrincante un tanto tibio a la hora de las adhesiones inquebrantables. Daba sus últimas boqueadas el franquismo y Carro mostraba sospechosas reticencias hacia la política cuartelera. Los más veteranos lectores tal vez guarden memoria del revuelo causado por la intervención de Carro en la toma de posesión del secretario general de su Ministerio, unos meses antes de la muerte de Franco: «Seremos inconscientes si no nos vamos preparando para una Monarquía social, representativa y democrática». Desde Fuengirola, Girón pidió la cabeza del insolente ministro.

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