El depredador sexual que sembró el terror durante meses al atacar a niñas en portales

El sujeto, con antecedentes penales (delito continuado de agresión sexual en grado de tentativa, delito continuado de abuso sexual intentado, delito de agresión sexual), por los que, en total, pasó cinco años entre rejas, en dos temporadas, se trasladaba a La Coruña y « aprovechando el horario de salida del colegio de niñas que se dirigían andando a sus respectivos domicilios», iniciaba un ritual de caza, según detalla la Fiscalía, para atender a sus pulsiones.

Así, una vez elegía a su víctima, de forma aleatoria, bajo la premisa de que siempre «caminaba sola», la seguía hasta el portal de su docimilio. Una vez allí, «entraba detrás de ella y dentro del edificio le realizaba tocamientos para a continuación darse a la fuga ».

El escrito de la Fiscalía da cuenta de la voracidad del sujeto. El 19 de junio, por ejemplo, atacó a dos menores en tan solo media hora: a las 13.50 y las 14.20; lo mismo sucedió el 1 de diciembre (13.30 y 14.00). El 17 de octubre, otros dos ataques en un lapso de una hora. El 10 de diciembre llegó a cometer cuatro ataques en una sola tarde: a las 17.30, 18.00, 18.10 y 18.20. Un furor que no volvería a repetirse, aunque todavía se prolongarían las agresiones. En total, se da cuenta de 13 ataques.

Su modus operandi consistía en realizar tocamientos, preferentemente en las nalgas . Si era necesario, valiéndose de la fuerza, aunque habitualmente actuaba con rapidez y, con la misma presteza, se daba a la fuga. En alguna otra ocasión fue más allá: pecho y vagina. No siempre consiguió su propósito: hubo niñas que lograron zafarse.

Su caída se produjo el 18 de enero de 2019. Ese día, como había hecho hasta entonces, siguió a una menor hasta el portal, le levantó la falda y le tocó las nalgas por encima de la ropa interior. Pero no contaba con la reacción de su víctima, quien lejos de aceptar este papel, «salió tras él» . Y, además, contó con ayuda: «Unos chicos lo agarraron y lo retuvieron hasta la llegada de la Policía». La actuación solidaria de los jóvenes, sumada al arrojo de la pequeña, propició el arresto del depredador sexual.

Aunque ninguna de las menores sufrió secuelas psicológicas importantes, «a raíz de estos hechos la casi totalidad tuvieron problemas de insomnio y conductas de hipervigilancia con miedo a salir solas a la calle», detalla la Fiscalía. Salvo la última, que fue capaz de sobreponerse, como demuestra el hecho de que, gracias a ella, fuera identificado y detenido el acusado.

Éste, si se atiende a la petición de la acusación, podría pasar una larga temporada entre rejas.