Felipe VI se enfrenta a una nueva situación inédita en democracia

A partir del 17 de agosto, el papel de Don Felipe será clave para deshacer este entuerto y conseguir que en España se pueda formar Gobierno. Ese día, a las diez de la mañana —mientras la Princesa Leonor ingresa en la Academia Militar de Zaragoza—, en Madrid se constituirán el Congreso y el Senado, y el futuro Presidente del Parlamento acudirá a Zarzuela para presentar una lista al Rey con la composición que adopte la Cámara Baja. Desde entonces y hasta el 22 de agosto, deberán estar constituidos los nuevos grupos parlamentarios.

Será entonces cuando el Rey inicie la ronda de consultas con los portavoces de los distintos grupos para explorar la viabilidad de una investidura para la Presidencia del Gobierno. Tal y como dice la Constitución en su artículo 99, Don Felipe, «previa consulta con los representantes designados por los grupos políticos con representación parlamentaria, y a través del Presidente del Congreso, propondrá un candidato a la Presidencia del Gobierno».

«Lo normal hasta ahora es que a la sesión de investidura vaya primero el líder del partido más votado, si es que quiere ir. Pero en las conversaciones con los partidos el Rey puede ver que el segundo suma y optar por él», explica un experto en Derecho Constitucional a este diario, al tiempo que desliza que «se avecina lío seguro». En este sentido, tras las reuniones en el Palacio de la Zarzuela, Don Felipe se encontrará, en principio, con dos candidatos dispuestos a ser el nuevo presidente del Gobierno.

Estará Feijóo, por un lado, como representante del partido que ha sacado más escaños; y Sánchez, que, con menos escaños, tiene mayores posibilidades de pactos. El PP tendría que pactar con Vox para poder gobernar, aunque no suman mayoría absoluta, mientras que el PSOE lo haría con Sumar y, además, con los independentistas. Si Feijóo o Sánchez no facilitan la investidura del otro, tendrá que ser el Rey quien desbloquee la situación proponiendo al candidato que crea más conveniente para la presidencia de España.

Es la segunda vez que el Rey tiene un papel así de importante en Democracia. Se trata de una situación nueva y un papel inédito, que Don Felipe deberá asumir como Rey constitucional. La primera fue en 2019, cuando Mariano Rajoy —siendo el candidato más votado, pero sin tener mayoría absoluta—, le comunicó en la Zarzuela que no iba a presentarse a la investidura. Ante esta situación, Don Felipe expresó su preocupación desde su despacho en la Zarzuela. «Para esto nadie me ha dejado apuntes», lamentó. En ese momento se produjo el primer bloqueo político de España: sin una votación de investidura, no se podían convocar elecciones. En ese momento, el Rey propuso a Sánchez como candidato para que hubiera investidura.

Para los resultados del 23J, el Rey tampoco cuenta con una hoja de ruta como referencia. Pero a lo largo de estos más de nueve años de reinado no hay día que no tenga presente unos principios que mantiene desde su discurso de Proclamación: «La independencia de la Corona, su neutralidad política y su vocación integradora ante las diferentes opciones ideológicas, le permiten contribuir a la estabilidad de nuestro sistema político, facilitar el equilibrio con los demás órganos constitucionales y territoriales, favorecer el ordenado funcionamiento del Estado y ser cauce para la cohesión entre los españoles».