Diez principios de la propaganda de guerra: el caso práctico del discurso de Sánchez
Como si nos encontrásemos en plena contienda, el discurso pronunciado el lunes por el presidente dibuja la hoja de ruta sobre cómo vender la acción contenciosa a los suyos y, de paso, al enemigo. A los primeros para alentarlos, a los segundos para desmoralizarlos. ¿Guerracivilismo dialéctico involuntario o deliberado aviso a navegantes?
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La historiadora belga Anne Morelli, en su monografía 'Principes élémentaires de propagande de guerre' (2021), daba forma al que podría ser el decálogo sistematizado de la propaganda bélica, basado en los análisis y enunciados del británico Arthur Ponsonby en su clásico publicado en ... 1928 'Falsehood in Wartime' (Falsedad en tiempos de guerra). Curiosamente, el discurso con el que el presidente del Gobierno Pedro Sánchez anunciaba el lunes que permanece al frente del Ejecutivo (sin preguntas ni respuestas) cumple, punto por punto, con ese esquema propagandístico.
Como si nos encontrásemos en plena contienda. Diez pasos, diez, que dibujan la hoja de ruta sobre cómo vender la acción contenciosa a los suyos y, de paso, al enemigo. A los primeros para alentarlos, a los segundos para desmoralizarlos. ¿Guerracivilismo dialéctico involuntario o deliberado aviso a navegantes?
Nosotros no queremos la guerra, sólo nos defendemos
El responsable de una situación indeseable y perniciosa como la actual no es él, que se ha visto obligado a defenderse, contra su voluntad, frente al «ataque indiscriminado a personas inocentes». Él rechaza el conflicto, es un hombre de paz que cree en el diálogo pero, harto ya de aguantar lo indecible, no queda otro remedio que defenderse con firmeza. Por eso, explica, «mi mujer y yo sabemos que esta campaña no parará. Llevamos diez años sufriéndola. Es grave, pero no es lo más relevante. Podemos con ella». Y se presenta como víctima de lo que ocurre. Que no haya duda de que en este conflicto hay un agresor y un agredido con desigual responsabilidad. Y no debemos caer en la injusticia de «exigir resistencia incondicional a los líderes objeto de esa estrategia» porque sería «poner el foco en las víctimas y no en los agresores»
Nuestro adversario es el único responsable de esta guerra
El adversario, uno indefinido pero que es el agresor y culpable, es el único responsable de lo que está ocurriendo, de esta situación injusta y perjudicial para todos. Por eso deben defenderse (paso 1) frente al «ejercicio del odio, de la insidia y de la falsedad hacia terceras personas», de que «las mentiras más groseras sustituyan el debate respetuoso y racional basado en evidencias». Porque «por muy alto que sea, no hay honor que justifique el sufrimiento injusto de las personas que uno más quiere y respeta, y ver cómo se intenta destruir su dignidad sin el más mínimo fundamento». Es el otro, el que piensa diferente, quien ha forzado esta situación.
El líder de nuestro adversario es intrínsecamente malvado
De señalar al líder de la oposición, para optimizar el odio y dirigirlo certeramente cumpliendo con el punto tres, se encargaba el ministro Óscar Puente, que declaraba estar firmemente convencido de que Feijóo «está detrás de la estrategia para socavar la vida personal de Pedro Sánchez». En el discurso en La Moncloa se identifica al grupo al frente del cual se encuentra, «un movimiento reaccionario mundial que aspira a imponer su agenda regresiva mediante la difamación y la falsedad, el odio y la apelación a miedos y amenazas que no se corresponden ni con la ciencia ni con la racionalidad». Maldad pura, el diablo mismo. Cero humanidad frente a la bonhomía.
Defendemos una causa noble, no intereses particulares
Pese a admitir, desde la humildad y el sufrimiento (persona antes que presidente, víctima que no agresor) que «es cierto que he dado este paso por motivos personales», no son estos motivos ajenos a cualquiera. «Todo el mundo puede entender y sentir como propios», dice, «porque responden a valores troncales de una sociedad solidaria y familiar como es la española. Porque esto no es una cuestión ideológica». Es mucho más que eso, es un bien superior y común. Su fin último es tan loable como mostrar al mundo «cómo se defiende la democracia» y acabar con «este fango de la única manera posible: mediante el rechazo colectivo, sereno, democrático, más allá de las siglas y de las ideologías, que yo me comprometo a liderar con firmeza como presidente del Gobierno de España». Esto, en definitiva, «no va del destino de un dirigente particular. Eso es lo de menos. Se trata de decidir qué tipo de sociedad queremos ser». ¿Y quién no querría la mejor de las sociedades?
El enemigo comete atrocidades a propósito, si nosotros cometemos errores ocurrió sin intención
Por ejemplo, «confundir libertad de expresión con libertad de difamación», lo que es «una perversión democrática de desastrosas consecuencias». Mientras tanto él, de cometer un error, ha sido el de mostrarse vulnerable. Sabe que «la carta que les envié pudo desconcertar, porque no obedece a ningún cálculo político. Y es cierto. Soy consciente de que he mostrado un sentimiento que en política no suele ser admisible. He reconocido ante quienes buscan quebrarme, no por quien soy, sino por lo que represento; que duele vivir esta situación, que no deseo a nadie». ¿Con quién se identificaría usted? ¿Con el que pretende conscientemente pervertir la democracia o con el hombre sensible capaz de mostrar, sin pretenderlo, sus debilidades ante el enemigo?
El enemigo hace uso de armas ilegales
Mientras él se atiene a las reglas del juego. Porque uno, ante todo, es noble. Incluso en el peor de los escenarios. «Estamos hablando de respeto, de dignidad, de principios que van mucho más allá de las opiniones políticas y que nos definen como sociedad». Porque «esto nada tiene que ver con el legítimo debate entre opciones políticas. Tiene que ver con las reglas del juego». Con respetar la legalidad y no salirse de esta. Civilización o barbarie. «Si consentimos que los bulos deliberados dirijan el debate político, si obligamos a las víctimas de esas mentiras a tener que demostrar su inocencia en contra de la regla más elemental de nuestro Estado de derecho. Si permitimos que se vuelva a relegar el papel de la mujer al ámbito doméstico, teniendo que sacrificar su carrera profesional en beneficio de la de su marido. Si, en definitiva, permitimos que la sinrazón se convierta en rutina, la consecuencia será que habremos hecho un daño irreparable a nuestra democracia».
Nosotros sufrimos pocas pérdidas, las del enemigo son considerables
Es necesario mantener alta la moral de las tropas. Somos más y somos mejores, estamos en el lado bueno de la historia. Por eso, vamos a por ellos. «Solo hay una manera de revertir esta situación: que la mayoría social, como ha hecho estos cinco días, se movilice en una apuesta decidida por la dignidad y el sentido común, poniendo freno a la política de la vergüenza que llevamos demasiado tiempo sufriendo». Una encuestita de Tezanos apuntando que remontamos y que ellos se hunden redondeará este punto. Lo fija y le da esplendor.
Intelectuales y artistas reconocidos apoyan nuestra causa
Almodóvar se conmueve, Marisa Paredes alza el puño y llama al guerracivilismo, el director del Instituto Cervantes se olvida de toda responsabilidad y neutralidad institucional y proclama su adhesión a la causa. Periodistas de los medios afines firman un manifiesto exigiendo más control a la prensa, límites a la libertad de expresión. El mundo de la cultura, sea eso lo que sea, claman por la lealtad. Así, «lo importante, lo verdaderamente trascendente» de todo esto es que el líder y su esposa quieren «agradecer de corazón las muestras de solidaridad y de empatía que hemos recibido, de todos los ámbitos sociales».
Nuestra causa es sagrada
Por eso se justificará cualquier acción futura. Porque, por cuestionable que pudiera llegar a ser, será importante y necesaria. Él se ve obligado a «seguir con más fuerza si cabe al frente del Gobierno de España. Esta decisión no supone un punto y seguido, es un punto y aparte. Lo garantizo. Por eso asumo ante ustedes mi compromiso de trabajar sin descanso, con firmeza y con serenidad, por la regeneración pendiente de nuestra democracia y por el avance y la consolidación de derechos y de libertades». Se hará lo que se tenga que hacer. Y quien se oponga será un colaborador necesario del enemigo. Lo que nos llevaría al punto número diez.
Quien pone en duda nuestra propaganda ayuda al enemigo y es un traidor
«Llevamos demasiado tiempo dejando que el fango colonice impunemente la vida política, la vida pública, contaminados de prácticas tóxicas inimaginables hace apenas unos años. Apelo, en consecuencia, a la conciencia colectiva de la sociedad española. Una sociedad que, desde el acuerdo generoso, supo sobreponerse a las terribles y profundas heridas del peor de sus pasados». ¿Quién podría estar en contra de algo así? Solo los traidores y los enemigos. La más mínima discrepancia será señalada como deslealtad y perfidia. Por eso es responsabilidad nuestra y obligación mostrar adhesión, despejar toda duda. Hay que mostrarse unido, movilizarse y «ser ejemplo, inspiración para un mundo convulso y herido». Y quién querría estar contra el mundo entero. Solo un bellaco y un felón.
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