El día que el 'procés' hizo aflorar masivamente la Cataluña leal
A los seis años de la histórica marcha de 2017, Societat Civil Catalana vuelve a convocar, ahora contra la amnistía
Como entonces, los socialistas ni secundan ni apoyan la manifestación que sí respaldan PP, Vox y Ciudadanos
El PP se moviliza pero sin despojarse del estigma de la 'foto de Colón'
El constitucionalismo catalán se activa contra la amnistía
Barcelona
Societat Civil Catalana (SCC) ha convocado para el próximo día 8 una manifestación en Barcelona bajo el lema inequívoco de 'No en mi nombre. Ni amnistía ni autodeterminación', una protesta que, por coincidencia de calendario y gravedad del momento político, vuelve a ... cargar de significado la histórica concentración que otro 8 de octubre, pero de 2017, desbordó las calles de Barcelona.
Cataluña vivía de lleno en aquellas fechas la fase más crítica del otoño negro catalán. La manifestación no pudo parar lo que vino después, pero sí fue un grito cívico, una señal de advertencia de que había, hay, una Cataluña que no se resigna. De manera masiva y por primera vez, la ciudad se llenó de banderas españolas, una concentración de tono festivo pero con una profunda carga política, sabedores las decenas de miles que llenaron el centro de la capital catalana que era mucho lo que estaba en juego.
Societat Civil convoca una manifestación de rechazo a la amnistía que Sánchez negocia con Puigdemont
Daniel TerceroLa entidad, que lideró la respuesta cívica contra el 'procés', recupera la fecha icónica del 8 de octubre, seis años después, para mostrar la «preocupación» por la cesiones del PSOE al independentismo
El arquitecto Mariano Gomà (Foro España) presidía SCC durante los acontecimientos de 2017. En conversación con ABC recuerda la importancia y el significado de la manifestación constitucionalista de aquel domingo de octubre. Había transcurrido una semana del referéndum ilegal del 1 de octubre, cinco días del discurso del Rey y en el horizonte ya se dibujaban unas semanas que iban a ser cruciales. Aquella marcha, entre otras muchas cosas, demostró que «'els carrers també eren nostres'» («las calles también eran nuestras»), explica Gomà, dando la vuelta a la consigna con la que se resumía el hasta entonces monopolio 'indepe' de la movilización callejera.
«El día 8 la gente descubrió que podíamos salir a la calle, exhibir banderas sin complejos, abrazarnos... fue una sensación de completa libertad», rememora Gomà sobre una manifestación que abrió los ojos a muchos dentro del mundo constitucionalista, pero también, y de manera muy significativa, a la parte independentista de la población que descubrió asombrada que había una parte de Cataluña, hasta ese momento silente, que no se iba a quedar de brazos cruzados. Es decir, que si llevaban adelante los planes de ruptura unilateral, esto se haría en contra y con la oposición de una parte de Cataluña. «Rompimos el mito del 'un sol poble'» («un solo pueblo»), resume.
Decorado demográfico
De hecho, hasta el propio Carles Puigdemont no pudo obviar a quienes se habían manifestado «masivamente a favor de la unidad de España» el día 8. Fue durante su intervención en el pleno del Parlament de dos días después (10 de octubre) en el que proclamó la independencia para luego suspenderla de inmediato, 'la república de los ocho segundos'. La mención de Puigdemont a la masiva concentración de Barcelona sorprendió, en tanto que hasta entonces la Cataluña constitucionalista venía a ser un fantasma que no existía, una no presencia, tan solo un decorado demográfico.
La génesis de aquella protesta la resume Gomà al recordar que SCC ya venía madurando la posibilidad de realizar una manifestación, «pero el 1 de octubre se nos echa encima». Es el lunes 2, el día siguiente al referéndum ilegal, y con Cataluña parcialmente paralizada por la llamada «huelga de país», cuando la junta de SCC acuerda convocar una marcha. Era una novedad, y las dudas sobre su éxito existían.
El apoyo de PP y CS fue completo, no del PSC, ninguno de cuyos líderes, a excepción de Salvador Illa (entonces cuadro medio), acudió a la marcha. El partido, que dio libertad a sus militantes para acudir, tuvo que cambiar de criterio, y tras el éxito del acto del día 8, sí se sumaría con Miquel Iceta a la cabeza a la segunda manifestación constitucionalista, también masiva, del día 29 del mismo mes en paseo de Gracia, dos días después de la declaración unilateral del día 27 y ya con el 155 aprobado.
Antes que eso, y para la marcha del día 8, las dudas iniciales sobre la capacidad movilizadora en seguida comienzan a disiparse cuando llegan señales desde la ciudadanía. Algunos ejemplos: el martes se convoca la manifestación, el miércoles por la mañana se crea en Facebook el grupo Movimiento 8 de octubre, el jueves por la noche ya tiene medio millón de seguidores. «Nos dimos cuenta de inmediato que eso se estaba desbordando». La historia es más o menos conocida: gente que se manifestaba por primera vez en su vida, personas llegando de toda España, un entusiasmo palpable, la sensación de estar haciendo historia..., banderas españolas en las calles de Barcelona, lo nunca visto. En el escenario, palabras de Mario Vargas Llosa, Josep Borrell... La Guardia Urbana cifró en 350.000 los asistentes.
«Más grave»
Seis años después de todo aquello, de nuevo una convocatoria. Gomà lo tiene claro: «La situación ahora es mucho más grave que entonces». Lo resume el expresidente de SCC señalando que «si en 2017 era Cataluña la que había enloquecido, ahora es el conjunto del Estado», apunta en relación al momento político actual y la disposición del PSOE de apoyarse en el independentismo para seguir gobernando.
«No hay otra explicación, cuando el Estado está débil, el independentismo se envalentona. Entonces asistimos a un intento de ruptura, ahora lo que hay es un plan de demolición de las instituciones, de la Monarquía, de todo lo que edificamos sobre el pacto de la Transición. La situación es más complicada, es España en su conjunto lo que pende de un hilo», añade.
Es por esta razón, añade Gomà, que la convocatoria del próximo día 8 en Barcelona tiene una trascendencia mayor, ya que «apela» a toda España: «Barcelona será el detonante de todo el malestar acumulado en nuestro país».
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