Así trabaja para reconstruirse un pueblo destruido por la DANA

Si bien es complejo trazar un mapa general de cómo avanzan las labores después de la riada, pues el área afecta a casi un tercio de la provincia de Valencia, a nivel local Benetúser es uno de los pueblos que más progreso experimentan en la zona l'Horta Sud. Al estar próximo al centro de la capital fue el primero en recibir la ola de solidaridad y la organización puesta en marcha en este municipio ha sido elogiada por oficiales del Ejército.

Según trasladan fuentes policiales a este periódico, lo primero que se hizo tras la catástrofe fue comprobar el estado de la población. Como en la mayoría de pueblos que recibieron el impacto directo de la ola llegada desde el interior, ésta era catastrófica. Fueron unos primeros momentos de confusión, en los que las historias heroicas, de particulares y trabajadores locales se repiten una tras otra. De hecho, algunos efectivos de Protección Civil se lanzaron al agua cuando el agua todavía corría, al igual que decenas de vecinos para salvar su vida y las de quien estuviera en peligro. También hubo pillaje y robos, aprovechando el descontrol generalizado.

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Tras éste primer estadio, el mando coordinado entre la Jefatura de Policía y el Ayuntamiento trabajó en la localización de espacios que se hubieran salvado y en su planificación. En este caso, el colegio Blasco Ibáñez ha sido el punto donde se han centralizado las tareas de acopio y redistribución de suministros. Desde comida y agua, hasta medicamentos, material de limpieza o incluso atención médica, psicológica y veterinaria. También sirven comidas para todo aquel que colabore.

Una gestión, supervisada por la corporación local, pero cuya toma de decisiones concretas (como es el caso de la entrada y salida de furgonetas) está recayendo en muchas ocasiones sobre los hombros de vecinos de la zona, que no han parado un momento, ni siquiera para tratar de abordar los dramas que viven de forma particular en sus casas. «Yo tengo medio palmo de fango en el coche y es el único que se ha salvado en la familia», comenta uno de ellos que lleva más de diez días allí.

Es por esto que la carga mental entre ellos empieza a pesar. Su reacción les ha llevado a asumir responsabilidades que nunca habían ejercido, por lo que se contempló que fuera el propio Ejército quien se pusiera al frente del mando. Sin embargo, según trasladaron oficiales que visitaron el recinto, ellos no pueden hacerse cargo del control de los suministros, al no tener competencias policiales. Algo que sí podrían hacer de declararse un Estado de alarma, como en la pandemia del covid19.

Así, la vista de pájaro necesaria para resolver el complejo problema logístico derivado de la riada está en los ojos de los responsables municipales. Además del Blasco Ibáñez, el centro de Salud ya ha reabierto y se han dispuesto otras zonas de interés como un descampado que funciona como cementerio de coches y desperfectos, que se han ido retirando para dejar las vías libres y que entre la maquinaria pesada. Manejan el mapa de toda la zona desde el día cero y en su evolución se perciben el cambio de color del rojo al verde a nivel generalizado. Una realidad que se percibe también a pide de calle.

De acuerdo con la información que trasladan a ABC fuentes policiales esto no parece que vaya a cambiar. «Vienen y se ponen a nuestras órdenes», afirman sobre la coordinación entre los responsables del nivel local y de las Fuerzas Armadas.

De hecho, de cara a las lluvias intensas que se esperan mañana, ya se está trabajando en la prevención. Las ingentes cantidades de fango que se han ido retirando, y que todavía permanecen en muchas calles de municipios como Massanassa o Catarroja, han terminado en el alcantarillado. Se teme que, al estar éste obstruido, la lluvia pueda volver a provocar inundaciones. «Llegaremos a tiempo para que cuando vengan las aguas vuelva a fluir», explican los responsables al mando de la limpieza y desatranque de las cañerías, que advierten del peligro para los bajos, que podrían volverse a anegar de agua.