«Me han robado los ahorros de toda mi vida». En total, unos 40.000 euros, según relató el afectado en sendas entrevistas publicadas por el diario Las Provincias y la radiotelevisión pública valenciana À Punt. Un dinero sustraído que, en un primer momento, su sucursal bancaria le comunicó que estaba retenido, pero que finalmente ha terminado por desaparecer al estar «ilocalizables» los titulares de las cuentas a las que fue traspasado.
«Lo hacen muy bien, ya que parece real que te llaman del banco», explica. La cronología de la estafa comenzó con dos mensajes SMS con un remitente identificado como ING, quien le avisaba de un movimiento sospechoso de 800 euros de su cuenta. No obstante, no pinchó en ninguno de los enlaces, pues desconfiaba pese a que se parecían a otras comunicaciones recibidas, estas sí, auténticas.
Lejos de quedarse tranquilo, Ignacio intentó ponerse en contacto con su sucursal, llamada en vano pues nadie le cogió el teléfono de atención al cliente. Inmediatamente después, en un alarde de estrategia criminal, los presuntos estafadores le llamaron haciéndose pasar por empleados del departamento de seguridad.
«Me preguntaron si yo había realizado alguna transacción desde Valladolid», a lo que Ignacio contestó de forma negativa, aunque ya estaba convencido de la «veracidad» de los primeros SMS y de que se enfrentaba a un problema grave y real.
El falso empleado se identificó, según relata a À Punt, como Iván Ramírez, quien le pidió que siguiera unas instrucciones que le mandaba por mensaje para verificar su identidad y evitar que desapareciera el dinero desde dentro de la aplicación móvil del banco. En ese momento, el timo marchaba sobre ruedas, pues mientras creía que permitía una «retrocesión» del dinero sustraído a su cuenta se estaba vaciando la misma. «Hice una transferencia detrás de otra hasta quedarme sin dinero», condena.
Tras cerciorarse del engaño después de terminar la llamada, Ignacio se puso esta vez sí en contacto con su banco quien en un primer momento le aseguró que el dinero estaba retenido, pero días después le comunicaron que los titulares de las cuentas destino estaban ilocalizables y que no se hacían responsables de tales transacciones.
Pero la cosa no queda ahí, pues según confesaba a Las Provincias, le explicó al estafador que tenía otra cuenta con Caixabank y ante el temor de que pudiera replicarse el fraude, repitió el mecanismo que terminó con el robo de unos 5.000 euros, después de que esta vez sí pudo paralizar los movimientos antes de vaciarla por completo.
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