Resignificar los recuerdos manchados de barro
El proyecto de la Academia de Cine y la Universidad de Valencia 'Las capas de la memoria' devuelve el relato a fotografías dañadas o irrecuperables tras la dana
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La catastrófica dana del 29 de octubre dejó 228 muertos, incalculables daños materiales y el riesgo de que una parte de nuestra memoria colectiva desapareciera para siempre. Durante los primeros días tras la tragedia, alguien advirtió de que las familias afectadas por la barrancada ... estaban tirando a la basura los álbumes familiares que encontraban mojados y cubiertos de lodo.
La alarma llegó al Área de Patrimonio de la Universidad de Valencia, que puso en marcha la iniciativa 'Salvem les fotos'. Esas imágenes de bodas, comuniones o bebés dando primeros pasos empezaron a llegar en bolsas a los distintos laboratorios habilitados para ser tratadas. La estampa de instantáneas tendidas al sol para extraer la humedad se tuvo que repetir en varios puntos de la provincia ante la cantidad de recuerdos -más de un millón- por reconstruir.
Rizando el rizo, de ese programa nació otro, 'Las capas de la memoria'. Tras recoger esos pedazos de pequeñas historias, había que darles vida de nuevo, sobre todo a aquellos que habían sido imposible recuperar y habían quedado reducidos a manchas. Y en ello se involucró la Academia de Cine. Se seleccionó a quince alumnos de Comunicación Audiovisual, Sociología, Periodismo e Historia del Arte de la misma universidad.
Tutorizados por los directores Nuria Giménez, Sergio Oksman y Víctor Serna, han ido trabajando el lenguaje audiovisual y las técnicas del documental desde mayo para mostrar aquello que les evoca el material cedido por sus propios protagonistas. «Viendo una foto de una familia acabas identificando a la tuya», explica una de las participantes en el taller. «En ellas nos vemos todos. Somos capaces de empatizar por lo que puede significar la pérdida de esa identidad», recalca Marisa Vázquez de Agredos, impulsora de su recogida.
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De esa empatía ante el retrato costumbrista de una sobremesa que podría ser la de cualquier domingo en nuestra casa, han emergido ocho 'cápsulas' documentales muy distintas entre sí. Una de ellas juega a imaginar dónde estaba una foto colocada el día de la dana y la vida cotidiana que ocurría a su alrededor hasta que el agua se la llevó por delante.
Otras ficcionan, a partir de fotos de niños, la infancia de una persona o devuelven el relato -a través de una voz en off- a aquellas que han quedado reducidas a un simple papel en blanco, pues «aunque no veamos nada, siguen viendo lo que ya no está». Uno de los grupos decidió grabar la reacción de una afectada por la riada mientras repasaba por primera vez el álbum de su boda, tras ser recuperado por los especialistas, con anécdotas de aquel día.

La presentación del documental que visibiliza el arduo proceso de trabajo de los restauradores y las piezas sirvió ayer como colofón a la cuarta edición del Campus de Verano de la institución, en colaboración con Netflix y el Ayuntamiento de Valencia. En el Castillo de Alaquàs, donde precisamente se ubica uno de los laboratorios de campaña que trata las imágenes rescatadas, se reivindicó también el papel de los jóvenes en la reconstrucción de la zona cero.
«La pérdida de patrimonio fílmico, sea profesional o doméstico, es una de las tragedias añadidas a la catástrofe», señaló el presidente de la Academia de Cine, Fernando Méndez-Leite. «Un proyecto como este es colectivo, es una red colaborativa impulsada por nuestros jóvenes, que fueron el modelo. Este patrimonio olvidado, el de las familias, es muy importante. Por eso, rescatar estas fotografías no es sólo rescatar objetos, es hablar de las personas. Queda mucho por recuperar y proyectos como este lo hacen posible», subrayó Ester Alba, vicerrectora de Cultura y Sociedad de la UV.
«Otra mirada»
Tanto Giménez como Oksman, directores del taller, destacaron la «entrega y motivación» de los alumnos, algunos de ellos de los municipios afectados, que calificaban la experiencia de «increíble». «Nos preguntamos: ¿van a volver a querer esos recuerdos?», indica Lucía Ferradas, sobre el impacto que la tragedia había dejado en ellos. Pero pronto llegaron a la conclusión de que el reto que tenían por delante era «ofrecerles otra mirada» y devolver a las futuras generaciones la posibilidad de revisitar esa memoria.
Todas las instantáneas rescatadas tienen una capa común, más allá de la familiar y la social: la huella del barro del 29 de octubre. Pero desde ahora también lanzan otro mensaje. El cine puede dar vida hasta a un material deteriorado y a priori inservible.
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