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La euforia de un concierto dentro, el silencio fuera: así evitará el Roig Arena los problemas del Bernabéu

El nuevo recinto deportivo y musical que se inaugurará en Valencia en septiembre cuenta con una tecnología que absorbe las diferentes frecuencias del sonido y evita que salgan al exterior

Los vecinos asisten satisfechos al simulacro acústico, pero advierten de que la magnitud del complejo obligará a adoptar otras medidas para evitar molestias

El Roig Arena contará con un restaurante de cocina valenciana, un ultramarinos y un 'gastromarket'

Imagen de un sonómetro midiendo los decibelios en el exterior del Roig Arena durante una prueba acústica MIKEL PONCE / VÍDEO: EFE
Toni Jiménez

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Dentro, dos salas sonando a 104 decibelios, la potencia máxima permitida por la normativa. Fuera, el ruido habitual del tráfico de una avenida. El Roig Arena, el nuevo pabellón que se inaugurará en Valencia en septiembre, se ha preparado a conciencia desde que se diseñó para evitar los problemas de convivencia que arrastran -salvando las distancias por su diferente arquitectura- otros espacios deportivos que también albergan eventos musicales multitudinarios, como el estadio Santiago Bernabéu.

Los responsables del recinto valenciano rechazan hacer comparaciones o aludir a los conflictos vecinales que derivaron en la cancelación de varios conciertos en el estadio del Real Madrid. Pero el temor de los residentes en las decenas de fincas que rodean el edificio estaba justificado. Ahora, se ha disipado.

Con las obras encarando su recta final, la sala principal de la nueva sede del Valencia Basket -que albergará a 18.000 personas en modo concierto- ya da cuenta de la magnitud del proyecto: 1.700 metros cuadrados de pantallas leds, gradas retráctiles en función de la capacidad que se desee, un sonido de primer nivel –obra de la empresa valenciana DAS Audio- en cualquier punto…

Se ha acondicionado al máximo para que suene bien y la experiencia del espectador sea satisfactoria, según explicó Víctor Sendra, director general del Roig Arena, en una visita para periodistas realizada este miércoles durante un simulacro para comprobar el aislamiento acústico del edificio. Un hermetismo que funciona, eso sí, a falta de colocar algunas puertas y cristales y de implementar mejoras en el sonido que permitirán que no se tenga que hacer uso de una potencia tan elevada.

Imagen de la sala principal del Roig Arena, este miércoles, durante una prueba de sonido MIKEL PONCE

Mientras en los altavoces del interior suenan dos conciertos simultáneos –se ha construido también un auditorio más pequeño con capacidad para 2.000 personas o 750 en modo congreso-, en el exterior, pegado a las fincas colindantes a la entrada principal, un operario sostiene un sonómetro que marca entre 55 y 60 decibelios a las 21.15 horas de un miércoles, lo habitual para un barrio de la capital del Turia. Son los mismos que emite el grifo de una ducha. De hecho, el medidor sólo se ve alterado por el constante tráfico de coches que circulan por el Bulevar Sur de la ciudad.

Ese aislamiento total se ha conseguido, con la asesoría de empresas especializadas y sin apenas cambios desde el inicio del proyecto, gracias a que la cubierta del recinto es fija y a que las paredes, de más de un metro de grosor, contienen 60 capas diferentes de materiales que atenúan las diferentes frecuencias y evitan que salgan fuera, según señaló Paül Mollà, director de tecnología de Roig Arena. En especial, las bajas, que son las más molestas, similares a la reverberación constante de un bombo. Contando, además, con que el público, sólo con su presencia, también amortiguará el sonido.

Diálogo constante con el barrio

Los vecinos, con los que la dirección del espacio tiene una relación fluida, también fueron testigos, horas antes que los periodistas, de estas pruebas técnicas. Las quejas en la ciudad por el ruido de los festivales que acoge la Ciudad de las Artes y las Ciencias han confluido en los últimos tiempos con la demanda de los promotores de un espacio en el que poder celebrar sus eventos.

En conversación con ABC, la presidenta de la Federación de Asociaciones de Vecinos de Valencia, María José Broseta, se muestra satisfecha con las pruebas de sonido que ha presencia pero advierte que la magnitud del complejo obligará a adoptar «otras medidas» para evitar molestias: desde un refuerzo del transporte público o policial, hasta campañas para evitar molestias en los alrededores de un recinto en el que pueden llegar a entrar y salir 20.000 personas.

Imagen del Roig Arena con las fincas colindantes de fondo MIKEL PONCE

El diálogo que mantienen «desde hace mucho tiempo» con los responsables del Roig Arena, cuenta, se va a mantener con nuevas reuniones a partir de julio -también con el Ayuntamiento- en las que les trasladarán sus dudas. Alude Broseta, por ejemplo, a qué ocurrirá con las personas que, como viene siendo habitual en otros puntos como la Plaza de Toros, acampan durante días para ver a sus ídolos en primera fila.

Construido en una parcela municipal pero sufragado íntegramente -280 millones de euros- por el presidente de Mercadona, Juan Roig, el pabellón aspira a tener actividad todos los días del año, para lo que contará también con una amplia zona de hostelería.

La puesta de largo del Roig Arena, con una calendario repleto ya de artistas nacionales e internacionales para 2025 y 2026, será el próximo 6 de septiembre, con un concierto homenaje al cantante valenciano Nino Bravo. Será, además, sede de las dos próximas ediciones de la Copa del Rey de baloncesto.

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