Recupera su casa okupada tras nueve meses viviendo en una furgoneta: «No se ha llevado ni los gatos»

«La casa es inhabitable por el olor y la cantidad de trastos que han dejado. No tiene condiciones para vivir y no sé cómo lo han hecho con tres niños y animales, explica el propietario a ABC, quien también confiesa que, tras lo vivido, sólo se plantea vender la vivienda y alejarse de un problema que le ha obligado «a meter toda su vida en un trastero» y que le ha generado un gran sufrimiento, tanto a él como al resto de su familia.

Tras muchas denuncias, la Justicia dio la razón a José y ordenó la salida de la vivienda para el pasado 29 de junio. Como no se llevó a cabo de manera voluntaria, transcurrieron varias semanas sin movimientos hasta alcanzar agosto, mes inhábil a nivel judicial, por lo que pasó el verano hasta que la misma magistrada dictaminó finalmente el desahucio para el 26 de septiembre.

Antes, los Servicios Sociales declararon vulnerable al propietario al demostrar que vivía en condiciones indignas, en la calle, lo que ayudó a acelerar el proceso judicial para sacar de la casa a la 'inquiokupa'. Según cuenta a este periódico, él no pudo subir hasta que ella se marchó de la vivienda y que cuando lo hizo su abogado y el procurador le informaron de dos condiciones que había propuesto para salir: que se hiciera cargo de dos gatos, a los que ahora busca protectora, y que le desmontara un mueble y se lo dejara en el rellano.

Desde el pasado miércoles, cuando ya pudo acceder al piso, cada vez que lo hace acude con un amigo que le graba desde que entra al patio hasta el interior del inmueble. Lo hace porque la anterior inquilina vive en el piso de arriba con sus padres. «Son vecinos de toda la vida y me equivoqué al pensar que era una persona fiable», confiesa José, quien reconoce que puso como avalista a sus padres en el contrato que firmaron.

«Con esta gentuza ahí arriba no puedo vivir, no estoy tranquilo ni cómo, así que la voy a tener que vender», lamenta, al tiempo que confirma que ha recibido amenazas durante estos últimos días: «Le dijo a los agentes que tuviera cuidado porque su padre tiene Alzheimer y está loco y no sabe lo que le podría hacer».

«Yo gano 1.400 euros al mes y puse el piso en alquiler a 600 euros cuando en esta zona ya valen por encima de mil», aclara. Del mismo modo, critica el «apoyo» que reciben los okupas por parte de la Administración pública. «Alquilé la casa porque la ministra dijo que se tenían que alquilar pisos cerrados para agilizar y abaratar el mercado, pero luego dice que soy un especulador», añade.

«Hay gente mucho peor que yo, no se imaginan el sufrimiento que genera en la que gente que quieres y el tiempo de vida que nos roban», suscribe José, quien se ha visto en peligro en diferentes ocasiones durante su periplo viviendo en la calle. «Peleas , botellones... es una lotería cada día y eso sí que da miedo», relata a ABC. De esta manera, lamenta que «el sistema ampare a calaña que engaña, roba y okupa mientras desprotege a quien trabaja y paga religiosamente». «Si tenemos la mala suerte de chocarnos con gente así, estamos jodidos, porque nos han dejado de la mano de Dios», subraya.

Por otro lado, confiesa que la Policía Nacional siempre le ha tratado «genial» y que en algún momento varios agentes le preguntaron que «por qué no llamaba a Desokupa». «Sólo con eso ya se puede ver cómo va el país», asevera el propietario valenciano, quien tiene todas sus enseres en un trastero alquilado, incluida una amplia colección de 150 camisetas históricas del Valencia Club de Fútbol.

El drama de José comenzó a finales de verano de 2023 cuando la inquilina comenzó a dejar de pagarle la mensualidad, así como a hacer frente a los suministros básicos. A esta situación se le unió la circunstancia de que rompió con su pareja, por lo que su única opción era regresar a la vivienda que había heredado de su madre y su tía y sobre la que le había comprado la parte proporcional a su hermana.

Desde entonces, ante los recurrentes conflictos con la 'inquiokupa' y sus padres, incluso llegó a sufrir amenazas en directo cuando era entrevistado por Espejo Público, se vio obligado a vivir en su furgoneta camperizada mientras litigaba para recuperar la vivienda que ahora, desde esta pasada semana, ya está en su poder.