Al punto
Sequía catalana sin plan hidrológico
«Llover, terminará por hacerlo algún día y ojalá que sea pronto, pero ideas no parece que puedan hidratarse por el momento»
Imagen de Carles Puigdemont y Pedro Sánchez en el Parlamento europeo
La sed que padece Cataluña es la peor de su historia. Sequía hídrica, porque la de ideas y proyectos todavía es peor y sin visos de que pueda mejorar. Llover, terminará por hacerlo algún día y ojalá que sea pronto, pero ideas no parece que ... puedan hidratarse por el momento, al haber volcado la inteligencia catalana todos sus recursos mentales en cómo conseguir la amnistía para Puigdemont y sus camadas. Todo lo demás puede esperar. Hasta las propias medidas anti-sequía, que el gobierno de su Generalitat ha decidido que no entren en vigor hasta el año nuevo.
Este final de año, el gobierno de Pere Aragonés ha dejado para los suyos como aguinaldo navideño, uvas, cava y una ducha para despedir el año. Que en el 2024 no saben cuándo volverán a tener abastecimiento suficiente agua para el aseo personal. A ver cómo resuelven la disyuntiva. O agua para regar el césped del Camp Nou que plantó la señora Ferrusola de Pujol. O agua para las duchas de los jugadores culés cuya sequía en el campo es pareja a la hídrica, y no deja de ser reflejo y contagio de la pérdida de rumbo de sus dirigentes políticos.
Si usted es de los que considera que hay algo de justicia poética en el duro estiaje que padecen ríos y fuentes catalanas, puede que esté en lo cierto. Yo malicio que sí, que algo de eso hay. Justo castigo a la perversidad de quienes se opusieron al Plan Hidrológico Nacional que, con todo aprobado y con financiación europea conseguida, la cazurrería catalana, igual o incluso mayor que la baturra, consiguió su paralización.
De no haberse opuesta con la inquina y saña con que lo hicieron catalanes de toda clase y condición contra el PHN –sin olvidarnos del PSOE, en este caso con Rodríguez Zapatero al mando y con la vicepresidenta De la Vega estampando su firma en la derogación— ésta sería la hora en que la sequedad catalana se hubiese visto paliada en gran medida, incluso resuelta del todo. Sí, gracias a la aportación de las aguas del Ebro de las que ellos también habrían dispuesto gracias al mismo plan que se empeñaron y consiguieron abolir. Pero no.
Esta sería una prueba añadida de cómo se las gastan los supremacistas-separatistas. Mucha declaración de amor vía paísos catalans a los vecinos del sur, pero del agua ya nos advirtieron que no trasvasaría de ninguna de las maneras ni por tubería alguna. Y no se trasvasó, porque la convirtieron en conditio sine qua non para investir a Rodríguez Zapatero como presidente del gobierno. Por no ceder, no aceptaron trasvasar ni siquiera cuando las aguas del Ebro fueran sobrantes y tan suficientes como para que no se viesen afectados los caudales ecológicos. En su pecado llevan tan seca penitencia.
Llegado el momento y la ocasión, que todo se verá, quienes dan apoyo, recursos y ánimos al fugado Carles Puigdemont, nada tendría de extraño que reclamasen para el pirado un explícito reconocimiento y compensación, porque gracias a su fuga y todos los años de exilio vividos lujosamente en su palacete de Waterloo, ha evitado con sus duchas y jacuzzis, y más teniendo en cuenta el lavado de su pelambrera, que el agua usada lo fuese en detrimento del aforo de agua que sí han podido disponer otros catalanes que todavía no se han fugado.
Que sí, que si el presidente Puigdemont pidiese una compensación por el agua gastada en el exilio y no en Cataluña, el presidente Pedro Sánchez, siempre dispuesto a cumplir todas sus exigencias, la atendería con la diligencia que ya ha demostrado. Tanto si lo que exige Puigdemont es que le pase el champú como hacerse un selfie, foto o posado. Foto que es, por el momento, el último requerimiento de los muchos que el huido ha presentado pie en tierra firme y que, uno tras otros, ha conseguido que se hagan realidad.
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