García-Page también es Sánchez

Si el que oyes hablar a la radiofónica hora de maitines es el sensato socialdemócrata García-Page, que ése es su apellido paterno, levantará notables expectativas dignas de ser tomadas en consideración por la gente de bien de este país, que pese la propaganda en contra constituye su mayoría. Pero si cuanto tocan vísperas y completas el que no ha hecho nada de lo dicho es el Sánchez (apellido materno de García-Page), las decepciones se acumulan una tras otra. Y llegas a la conclusión de que el virus sanchista también lo ha contagiado, aunque él trate de disimularlo con otras manifestaciones del mismo jaez, pero sin tomar decisiones que serían de lo más convenientes para el país que dice amar y defender.

Y deduces que ya no hay nada que hacer con el partido que habiéndose liberado de la caspa marxista, gracias a la inteligencia y pragmatismo de Felipe González y Alfonso Guerra, ha vuelto de la mano de Sánchez a darse la mano, puño en alto, con lo peor de cada casa. Separatistas de allá y acullá, filoetarras, podemitas y algún gallego que no sabe si sube o baja. Un coupage vomitivo, al que ya no le caben más ingredientes por más que se pretenda hacerlo todavía sea más avinagrado y vitriólico de lo que ya lo es.

A la hora de la verdad, cuando toca decir con votos que no se está de acuerdo con amnistías ni tu tías, Emiliano deje que su apellido mude. El Page se convierte en palafrenero y lacayo. O sea, en paje. Y ninguno de los suyos –porque visto lo visto y votado lo que votaron son más de Sánchez que de él mismo—fue capaz de plantar cara al desvarío que se nos viene encima y, al menos, abstenerse en la segunda votación de Alberto Núñez Feijóo, que hubiese sido suficiente. No. Locuacidad le sobra al líder castellanomanchego, pero los hechos no le acompañan, haciendo realidad aquello de «ni una mala palabra ni una buena acción».

Una lástima la disociación emiliana entre su decir y hacer. Porque esa mitad de votantes socialistas que sotto voce dicen demoscópicamente estar en contra de la amnistía, y más aún del referéndum separatista que exige la minoría puidemoníaca, le verían como el dirigente que necesitan para sacar al Partido Sanchista del cenagoso marasmo en que lo ha convertido el megalómano Sánchez. Un ególatra plagiario y mendaz narciso al que habiéndole entrega los suyos todo el poder lo administra tiránicamente, no importándole expulsar del partido a un Nicolás Redondo, al que seguirán Joaquín Leguina, Eligio Hernández, y hasta a un Javier Paniagua por tener ideas propias…, y tantos otros que contemplan con horror el error, éste sí que está siendo un inmenso error, de haber dejado que Pedro Sánchez Pérez-Castejón les arrebatase el derecho a la crítica y la discrepancia que se paga con el expulsión.

¡¡¡¡Emilianoooooo….que se trata de España. Que es España la que ha sido puesta en almoneda!!!!